Claramente el gobierno está muy apurado en sacar, a como de lugar, la ley ómnibus para beneficiar a sus amigos y apretar un poco más a las clases sociales más perjudicadas, como viene haciendo hasta ahora pero bajo el amparo de una ley.

Tan desesperados están que mandaron a la ministra de Defensa, Patricia Bullricha a hacer una afirmación que avergonzaría a cualquiera. Ella, claramente cumpliendo órdenes porque nadie puede pensar seriamente así, aseguró que “no hay que mirar tanto la letra chica de una ley”. 

Más allá de lo vergonzoso que puede resultar que una ministra de la democracia diga tal cosa también hay que tener en cuenta que Bullrich habiendo sido diputada, degrade de tal manera el trabajo que tienen que hacer los legisladores que es, justamente, revisar la letra chica de la leyes para mejorarlas.

Es cierto que en este caso ni siquiera hace falta leer la letra chica porque el problema principal del proyecto reside en el primer artículo, donde le piden al Congreso que le delegue al Presidente facultades extraordinarias.