La canciller Diana Mondino tenía la difícil tarea de tratar de explicar por qué el presidente Javier Milei había tomado la decisión de no concurrir a la Cumbre de Presidentes del Mercosur para ir a una reunión ultraconservadora con Jair Bolsonaro donde consiguió, en lugar del respeto de sus pares, una medalla a la homofobia.

El resto de los mandatarios del bloque obviamente tomaron esta ausencia como una falta de respeto y un desplante y fue sólo porque Javier Milei no se quería cruzar con su par Lula da Silva después de haberlo insultado.

Obviamente la prensa le iba a preguntar a la representante de la Argentina, la canciller Mondino, sobre la tensa relación entre Milei y Lula pero ella decidió dejar de lado la diplomacia y tratar a los periodistas como si fueran tarados que preguntaban cualquier cosa y decidió bajarle el precio a las preguntas al no responderlas.

Cuando volvieron al piso la canciller se llevó todo tipo de calificativos pero ninguno positivo.