Si hay algo de lo que consciente Julia Mengolini es de que las acciones traen consecuencias. Sabe que decir que Javier Milei está enamorado de su hermana no es algo gratuito, que va a tener que bancar el temporal, que van a llover críticas de uno y otro lado.

Pero eso no la amedrenta y le parece un precio que alguien tiene que pagar asumiendo la valiente actitud de correr un límite en la discusión sobre el candidato libertario, al hablar de su salud mental.

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Estos mensajes surgen después de que lo dijera abiertamente en Duro de Domar, ante los ojos de todos. Lo que se susurra en los pasillos, lo que es motivo de chistes y morbo, lo innombrable, lo que no se puede mencionar, Julia lo puso en la mesa de los argentinos para que lo discutamos.

Y lo volvió a explicar en un extenso hilo de su cuenta de Twitter donde habló abiertamente de la importancia de que se ponga el ojo en la salud mental de los candidatos.

Por si alguien no lo había entendido, por si alguien creía que era una cuestión de chicana política, de chusmerío barato adosado con teorías pseudocientíficas como lo que hizo Laura Di Marco hablando de Florencia Kirchner y su supuesta anorexia causada por Cristina.

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