Si bien Pablo, el mecánico que tenía a su cargo el arreglo de los dos vehículos que Fernando Sabag Montiel le entregó en su taller, no pudo dar muchos detalles de su vida, al menos entregó una pintura de su actividad profesional, su apariencia y la forma en que se comportaba socialmente.

Tímido, de mirada gacha, con ropas distintas según la ocasión -a veces bien vestido y otras en forma muy desprolija-, Sabag Montiel se dedicaba a trabajar como chofer de una aplicación y a alquilar el otro auto para la misma función.

El uso constante de los rodados hizo mella en su mecánica y uno de ellos terminó fundido, mientras que el otro requería una puesta a punto onerosa. Dada la falta de dinero, el atacante de Cristina no pudo retirarlos del taller y aun hoy se encuentran frente a él, en las veredas de Villa del Parque.