Con la ‘aparición’ de Antonio Manuel Gentile en los Estados Unidos, el diario Clarín reavivó entre la opinión pública aquel mensaje de la dictadura sobre los detenidos-desaparecidos: en realidad –de acuerdo a los genocidas– no había prisioneros en tales condiciones sino huidos que se paseaban tranquilamente por el exterior…

Se trata, pues, de una operación mediática y, en definitiva, política en toda regla, que apunta a desprestigiar la lucha de los organismos de derechos humanos que durante décadas buscaron y siguen buscando el paradero de los desaparecidos.

Y, de paso, sembrar dudas sobre la cantidad y calidad de los detenidos-desaparecidos durante la dictadura cívico-militar, como han hecho sistemáticamente varios funcionarios desde que el macrismo se hiciera con el Gobierno.

Es que el problema de base con la ‘investigación’ de Clarín, más allá de algunos planteos realizados el año antepasado por representantes gremiales del CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica), donde Gentile había trabajado en los 70, surge de que el científico no figuraba como desaparecido en expediente judicial alguno.

Recién en 2016, como se dijo, la Comisión de Derechos Humanos del Personal de la CNEA (CDHPCNEA) iniciaba un trámite ante la Secretaría de Derechos Humanos de Río Negro denunciando la desaparición en la dictadura de Gentile, de quien se tenían noticias últimas en noviembre de 1977 en el aeropuerto de Nueva York.

Sin embargo, no existían denuncias formales sobre la desaparición forzada del científico; ningún expediente oficial se refiere a su eventual desaparición ni fue iniciado por un familiar directo, y tampoco existe un reclamo de indemnización ni nadie cobró nunca nada por el hecho.

Incluso, en una carta a Clarín, Graciela Fernández Meijide advierte que “Antonio Manuel Gentile no figura en la lista confeccionada por la CONADEP” (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que ella integraba), y que la denuncia sobre la desaparición del científico “nunca había sido hecha”.

“Durante los últimos 30 años Gentile, junto a un grupo de científicos desaparecidos del Instituto Balseiro, recibió diversos homenajes en el propio Instituto y en el Centro Cívico de Bariloche”, dice Clarín para subrayar lo que calificaría (o califica, sotto voce) como una farsa.

Porque para “el gran diario argentino” la lucha por la clarificación del genocidio acaba siendo una farsa, y así pretende exponerlo ante sus lectores con el caso de Gentile.

Instalando en la sociedad la sospecha de que el “grupo de científicos desaparecidos del Instituto Balseiro” –como cualquier otro argentino en esa trágica condición– puede aparecer en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, vivito y coleando…