La ‘purga’ de familiares macristas busca encubrir el ajuste y los despidos masivos
Se trata de una reforma cosmética con la que el Gobierno quiere tapar su verdadero objetivo: escarmentar a los trabajadores con despidos, baja salarial y precarización de condiciones de trabajo.
Cientos de despidos efectivizados en los medios públicos, en el Senasa, en el INTI, en los yacimientos de carbón, en los hospitales públicos y cientos más por venir, que podrían sumar miles, son el verdadero y único rostro de la ‘purga’ decretada por Mauricio Macri.
El lunes último y tras el escándalo protagonizado por el ministro Jorge Triaca, el Presidente ordenó el presunto cese del nepotismo oficial, con la finalización de los conchabos de un puñado de familiares directos de ministros; desfile de renuncias que se inició el mismo día del anuncio.
Sin embargo, una decena renuncias de funcionarios de alto rango en un gabinete poblado de CEO y ejecutivos de multinacionales, la mayoría de ellos con “la vida resuelta”, no puede encubrir –aunque eso se busque– la verdadera purga.
El anuncio ya se hizo oficial: el Gobierno busca ‘ahorrar’ entre 1.000 y 1.500 millones de pesos al año y para ello se inició desde fines del año pasado –y apenas asumiera Macri, aunque molecularmente– una cadena de despidos en organismos públicos.
El ajuste (Cavallo lo hubiera llamado Tercera Reforma del Estado) puede que haya tenido ese inicio pero no tiene fin conocido: la cadena de cesantías en la administración nacional no cesa y, más aún, sigue en las administraciones provinciales y municipales.
En muchos casos, se argumenta que se trata de contratados, pero en un contexto en el que el Estado es, secularmente en la Argentina, el principal precarizador del empleo, teniendo en cuenta que esos contratos sin pase a planta vienen de años e incluso de décadas, lo que la ley prohíbe taxativamente.
Pero lo legal no puede impedir la visión completa de lo político: el gobierno de Macri vino a ‘sanear’ –a su modo brutal– las cuentas públicas y recomponer la tasa de ganancia de las grandes empresas; en ambos casos, a costa de los trabajadores y sus salarios.
La reforma laboral en ciernes –con la complicidad de la CGT y muchos sindicalistas amigos del poder– y la liquidación de los principales convenios colectivos, vendrán este año a completar el trabajo sucio que el macrismo se impuso apenas asumió.