Graciela Sosa: "Ninguno de ellos me miró a la cara y que lloren no me conmovía porque mataron a mi hijo"
Graciela Sosa, la madre del joven asesinado por una patota de rugbiers en 2020, habló luego de escuchar el pedido de disculpas de los acusados.
“Quiero justicia por mi hijo, que paguen lo que hicieron, no le tuvieron piedad para nada, solo deseo justicia”, finalizó en su exposición la madre del joven estudiante de abogacía. En tanto, al finalizar la audiencia la mujer dijo a la prensa que le resultó "indiferente" el pedido de disculpas que realizaron los ochos acusados en sus últimas palabras. "Ninguno de ellos me miró a la cara. No me conmueve que lloren", señaló Graciela al retirarse de los tribunales de Dolores.
"Me duele en el alma lo que le hicieron a mi hijo. La vida que tengo ya no es vida. Lo extraño muchísimo", expresó emocionada y remarcó: “Acá, la única víctima es Fernando.”
Junto a ella estuvo Silvino, el padre de la víctima, quien dijo que el pedido de disculpas de los rugbiers le pareció "actuado": "No les creo.
Es muy fuerte que maten a tu hijo y después vengan a pedir perdón. No les veo sinceridad", indicó. El hombre consideró que con esa postura, los acusados "quisieron modificar su situación" ante el tribunal pero se mostró confiado: "Estamos fuertes y con las pruebas sobre la mesa".
También habló frente al Tribunal.
"La verdad que nunca pensé que estaría en este lugar. Siempre pensé que algún día mi hijo se recibiría y estaría viendo cómo él defendería a la gente, pero nunca que estaría presenciando el asesinato de mi hijo", dijo Graciela en el uso de su derecho de expresar unas últimas palabras ante el tribunal antes de que se inicie el alegato de la defensa, tal como contempla la Ley de Víctimas.
La mujer se paró detrás de sus abogados Fernando Burlando, Fabián Améndola y Facundo Améndola y mirando a los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari expresó que le “costó horrores” ver las imágenes donde asesinaban a su hijo.
“Nunca me atreví a mirar los videos y acá (durante el juicio) los vi reiteradas veces, como miles de veces. Me costó horrores ver la forma cómo asesinaron a mi hijo”, sostuvo Graciela con la mano en alto y mientras era abrazada por su esposo, Slilvino Báez.
En su breve exposición, Graciela afirmó: “Es una angustia que nunca podré olvidar, cuando mi hijo levantaba la mano implorando piedad mientras le seguían dando patada tras patada y tenía esa sensación como madre de tirarme sobre él, de poder ayudarlo para que esas patadas fueran para mí porque yo daría la vida por mi hijo, un hijo bueno, decente, que nunca creyó en la maldad”.
La mujer recordó que siempre le decía a su hijo “que se cuidara, que si había una pelea trate de huir”, y que Fernando le respondía: “No creo en la maldad”.