Cuando todo parecía que era una guerra declarada y sin cuartel, finalmente Javier Milei y Mauricio Macri pactaron una tregua, que peca de fragilidad dadas las constantes diferencias que aparecen entre ellos.

Pero antes de eso, el fundador del PRO lanzó sus cañones mediáticos para esmerilar al gobierno libertario y Eduardo Feinmann fue el encargado de hacer el trabajo sucio.

En vez de hacer un análisis político de la votación en el Congreso o el anunciado veto presidencial, se la agarró con Lilia Lemoine a quien ninguneó y trató despectivamente.