Incluso antes de Paul Singer, Knneth Dart fue el primero en apostar contra la Argentina. Este especulador se dedicó a comprar bonos a punto de estrellarse en el default y luego retenerlos pacientemente para hacerle juicio al país y esperar cobrar el 100% de la deuda más intereses.

Según una nota que publicó I-Profesional en mayo del año pasado, en noviembre de 2001 Dart hizo una primera operación por unos u$s250 millones, que luego aumentaría hasta llegar a los u$s800 millones. Buscaba obtener por esa "inversión" al menos 1.500 millones. Sus pasos los siguió Peter Singer, del fondo buitre Elliott, hoy el más famoso acreedor de este estilo y el que más dinero apostó contra la Argentina, detalla el diario Ambito Financiero.

Dart se especializó en comprar y vender hipotecas, especialmente las que estaban por caer por falta de pagos en los 90. En esos días conoció la especulación financiera como fuente de rentabilidades mágicas, muy por encima de la complicada y honesta actividad de producir vasos de telgopor.

En 1993 ganó u$s90 millones y tuvo que pagarle u$s34,5 millones de dólares al fisco. Decidió en ese momento que era una "pérdida de dinero" estar al día con el Internal Revenue Service (IRS), el recaudador de impuestos nacionales de EE.UU., lo que luego modificaría para siempre su vida.

Su decisión de evadir sus obligaciones fiscales provocaría, como a Al Capone, la única persecución seria por sus actividades y lo llevaría a un exilio forzado para evitar la cárcel. El organismo recaudador le reclamó u$s200 millones por evasión de impuestos, monto que por su nivel requería prisión efectiva.

Millonario al fin y con reservas de miles de millones de dólares a comienzos de los 90, Dart decide no recurrir a los tribunales norteamericanos para explicar su situación fiscal y eventualmente evitar la cárcel por el pedido de IRS, y decide un exilio impositivo en dos paraísos fiscales que serán en adelante sus residencias: las islas Caimán, su lugar para hacer negocios, y Bélice, su lugar para intentar la política y la diplomacia.

Luego, como la fábula del escorpión, compraría bonos de ese Estado cuando, al borde del precipicio el Gobierno de ese país remató parte de su deuda. Actualmente Dart le hace juicio a Bélice buscando otro negocio millonario.

En 1992, ya desde el Caribe, hace la mayor operación de su vida: "negoció con el Gobierno brasileño de Fernando Collor de Melo en Brasil, que se le pagaran unos u$s 955 millones por una deuda original de u$s375 millones.

Por esta operación sería declarado "enemigo de Brasil" y se le prohibió durante el Gobierno de Fernando Henrique Cardoso cualquier tipo de negocio en ese país. Fue por este motivo que a comienzos de la década del 90 decidió que la planta de vasos térmicos se ubicara en Pilar, Argentina.

Repitió luego la operación en Turquía, Kazajastán y Ecuador, previo a comenzar con su aventura local. Antes intentó participar de la bonanzas de las privatizaciones en la Rusia poscomunista, lo que derivó en que su vida misma corriera peligro: la mafia moscovita no le perdonó algunos movimientos poco claros y, según la Policía de Florida, su casa de Sarasota sufrió un incendio intencional provocado por sicarios enviados desde Siberia.

Así como Singer puso un pie en el partido Republicano, Dart intentó lo mismo en el demócrata sin éxito. El que lo eyectó fue el mismísimo Bill Clinton, que lo echó de una reunión del partido asegurando en una nota firmada por él mismo que "no puedo ni acercarme a algo que nos relacione con Kenneth Dart".

Clinton recordó que Dart había renunciado a la ciudadanía norteamericana durante su presidencia para evitar el pago de impuestos y dar cuentas a la Justicia, y recordó un intento de reingresar al país como diplomático trucho por Bélice a un extraño consulado en Sarasota. Según el expresidente, "es uno de los hombres de negocios más odiados en Sudamérica" por su actividad de "fondo buitre".

Se estima que Dart tiene bonos en default por aproximadamente u$s2.000 millones nominales, distribuidos en diferentes fondos especulativos. Sólo lo supera Singer, con unos u$s2.500 millones.