Las especialidades periodísticas expresan con claridad cómo va cambiando el protagonismo de los actores sociales. Desde 1955 hasta diciembre de 1990, las vedettes de la profesión periodística y tema principal de atención, fueron los periodistas especializados en el acontecer de las fuerzas armadas, aunque durante una parte de ese período el hecho que los periodistas  no firmaran sus artículos privilegiaba el análisis del tema sobre el conocimiento de los que escribían sobre lo que sucedía en ese sector.

Durante los noventa, la sección económica y los lobistas disfrazados de gurúes tuvieron un protagonismo compartido por los especialistas en temas judiciales.

Cuanto más se avanzaba en la judicialización  de la política, más se popularizaban  los periodistas que transitaban los pasillos de los tribunales. El ignoto Comodoro Py, pasó a ser un nombre familiar.

El juicio a las tres primeras juntas por los delitos de lesa humanidad, primero; y luego a partir de que el periodista Horacio Verbitsky hiciera conocer las internas de la corte menemista y publicara “Robo para la Corona” (una  descripción minuciosa  de la relación de la política del menemismo y el delito) y posteriormente  “Hacer la Corte” (sobre las internas y la cobertura legal de los cortesanos para convalidar la política del despojo nacional), pasó a primer plano la intervinculación de la política, la economía y la justicia. Hoy periodistas como Romina Manguel, Néstor Espósito,  Martín Angulo,  Darío Villarruel, Lorena Maciel, Irina Hauser,  Omar Lavieri, Adrián Ventura, Gabriel Morini, entre otros, son figuras conocidas y requeridas por el seguimiento de las múltiples causas de origen político que concluyen  siendo expedientes voluminosos de moroso trámite.

Entre los múltiples streep- tease positivos de los doce años kirchneristas, figura la iluminación de la  trastienda del poder judicial con jueces favorables al gobierno y jueces que fallan sistemáticamente en favor del poder económico.

Siendo el poder judicial la última trinchera del poder económico, los gobiernos necesitan que las transformaciones económicas concretadas por el  poder ejecutivo y convalidado  por el Congreso no sean esterilizadas por aquél, para lo cual necesitan jueces que compartan sus propuestas. La situación entra en un campo nebuloso y criticable cuando junto con la validación judicial de hechos que benefician a las mayorías, los jueces favorables son permisivos a situaciones irregulares de los gobernantes. A su vez los “jueces independientes” denominados así por los medios opositores, son los que se alinean con sus intereses y los que son funcionales al poder económico afectado por las medidas del gobierno. Son los que dan infinitas cautelares para impedir la aplicación integral de la ley de medios, o impiden con otra cautelar de más de una década que protege al diario La Nación el pago de lo que adeuda a la AFIP. Mientras que el gobierno usa diferentes chicanas para esterilizar una investigación que lo afecta seriamente como la de Hotesur S.A, la justicia se muestra inoperante y desaprensiva con la denuncia de Hernán Arbizu que aportó un listado con los nombres, número de cuentas y monto evadidos por la crema del poder económico.

CASO FAYT

Resulta del más elemental sentido común que  poca gente llega a los 97 años; y dentro de ella, una absoluta excepción es la que mantiene la lucidez necesaria para el desempeño de las más elementales tareas domésticas. Si consideramos la complejidad e intensidad de las tareas a desempeñar por un juez del máximo tribunal de un país, es claro que sólo un posicionamiento político mezcla de oposición visceral y terquedad, mantiene a Carlos Fayt en su decisión de prolongar su permanencia en el puesto que mantiene desde su designación durante el gobierno de Raúl Alfonsín.  Pero no es la edad lo que ha detonado la actual situación, ya que hace mucho es una persona de avanzada edad, sino las dudas sobre su salud mental. También es cierto que actualmente los jueces deben resignar su puesto al cumplir los 75 años, con la posibilidad de una prórroga de cinco años adicionales, siempre que resulte  aprobada por el Senado; es una medida sensata incorporada en la reforma de la Constitución de 1994, pero que la misma no alcanzaba a Enrique Petracchi, muerto y aún no reemplazado y a Carlos Fayt, ya que ambos fueron designados antes de la vigencia de la actual Constitución. La calidad de sus miembros y el modo de la elección de los mismos para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación a partir del año 2003, fue una decisión unánimemente reconocida como muy positiva. Dos muertes y una renuncia han reducido su integración a cuatro miembros; y si es cierta la declinación mental de Carlos Fayt, la situación es indudablemente de crisis. La jugada de su presidente, Ricardo Lorenzetti de adelantar su reelección, especulando también con la precariedad de la salud de Fayt, ya que se necesita una mayoría de tres para no tener que auto votarse como lo hacía en la corte menemista Julio Nazareno, provocó una situación tirante que se transformó en farsa cuando Lorenzetti afirmó que renunciaría a esa presidencia “por cansancio moral” en una estratagema para detonar una grotesca operación clamor.

Ninguna de las dos situaciones se dio y lo único real es la precariedad de funcionamiento del máximo tribunal.

La actitud de “la oposición republicana” y de los medios dominantes de ser favorables a no completar la integración de la Corte, ni aún con un candidato de las propias filas partidarias, constituye una necedad que contradice el discurso de defensa de las instituciones que enarbolan.

LA FIGURA DE CARLOS FAYT

Aunque no es su pensamiento político lo que se cuestiona, es interesante conocer sus posicionamientos al respecto.

Nacido en Salta, un año antes que Eva Perón, en el seno de una familia católica tradicional, siempre fue liberal y pasó algunos años en el Partido Socialista, lo que no implica una ruptura sino una continuidad ideológica, teniendo en cuenta que su fundador Juan Bautista Justo era un ferviente partidario del librecambio en economía, del positivismo en filosofía y del mitrismo en historia. Fruto de ese posicionamiento ideológico, Carlos Fayt fue siempre un antiperonista visceral, un antipopulista consecuente desde que era estudiante universitario. El mismo escribió: “Mi tesis doctoral en la Universidad de Buenos Aires criticaba la reforma constitucional que aprobó Perón en 1949. Los jurados no me quisieron tomar el examen y tuve que escribir otra tesis. Pero, al margen de ese asunto, siempre me interesó estudiar el peronismo. Al fin de cuentas, yo enseñaba Ciencia Política. Además, siempre critiqué a los partidos -al peronismo y al radicalismo-, que compran votos. Por eso, en un libro de los años 40, en lugar de hablar de la soberanía argentina, hablé de la "sobornería" argentina. Yo, por mi parte, siempre admiré a los líderes socialistas Nicolás Repetto  y Alfredo Palacios, pero me aparté del socialismo en el 58.” El reputado profesor, autor de más 35 libros, que siempre levantó las banderas del republicanismo, omitió puntualizar  que Nicolás Repetto, en plena década infame, en 1932, formó parte de la fórmula Lisandro de la Torre- Repetto, la fórmula del cianuro según Jorge Abelardo Ramos porque no se reían ni cuando estaban contentos, mientras el radicalismo Yrigoyenista estaba proscripto. Igual actitud adoptó Alfredo Palacios que fue embajador de la Revolución Fusiladora en el Uruguay.

Tempranamente Arturo Jauretche caracterizó a Carlos Fayt en el lejano 1958: “El personaje que están fabricando es un doctorcito Fayt que un día, con el título nuevecito, un sombrero aludo de esos de ribete, y tres guantes, los dos para ponerse y el de llevar en la mano, se apareció en FORJA y se afilió. Pidió en seguida la tribuna y se la dimos tres veces. A la tercera lo llamé y le dije: “Vea, joven, usted no entiende lo que es FORJA, porque usted es un liberal crudo y su puesto está en el Partido Socialista. Acerté, porque actualmente actúa en el mismo y habla, habla, habla, ¡ la pucha que habla!, y tiene prensa a bocha como que La Nación y La Prensa le dedican todas las semanas su buen cuarto de columnas”.

Un “socialista” con espacios a disposición en los diarios oligárquicos es algo similar a lo que actualmente ocurre con el sindicalista de los obreros que realizan sus actividades en establecimientos agropecuarios Gerónimo “el Momo Venegas”  aplaudido en la Sociedad Rural.

EL CASO FAYT Y UNA POLÉMICA INCREÍBLE

La situación de Carlos Fayt es legal pero su legitimidad es lo que está en juego. En situación normal el pedido de retiro debería ser mayoritario, apelando a la conciencia del cortesano para que pase sus últimos años dedicado integralmente a su familia. Esperar hipotéticamente para renunciar al 10 de diciembre es por lo menos contradictorio con su prédica republicana. Y que sobre un caso tan claro  la oposición se atrinchere en un posicionamiento que violenta el sentido común más elemental, revela que el consenso en temas relativamente sencillos tropieza con una obstinación increíble.

A su vez el gobierno ha propuesto para reemplazar a Eugenio Zaffaroni a Roberto Carlés, un joven de 33 años, que salvo que sea algo así como un Mozart del derecho, su postulación parece más cercana a una provocación que a la real necesidad de completar la integración de la Corte Suprema. Paradojas de la Argentina de la segunda década del siglo XXI: el oficialismo se agrupa detrás de un treintañero cuya experiencia y producción jurídica parece insuficientes para el cargo propuesto y la oposición detrás de un hombre cuya etapa activa ha quedado en un pasado lejano.

También es cierto que si Carlos Fayt tuviera posiciones cercanas al gobierno, éste lo defendería con los mismos argumentos que hoy usa la oposición y ésta adoptaría el arsenal crítico  que hoy dispara el oficialismo.

El argumento enarbolado por medios y opositores sobre la trayectoria como jurista de Carlos Fayt para contraponerla a su actual situación, es una justificación endeble con algunos visos de similitud como cuando se intenta minimizar situaciones criticables de Eugenio Zaffaroni  con la magnitud de su envergadura de especialista con reconocimiento mundial.

En términos futbolísticos: Diego Maradona ha sido el más grande jugador  de su época y posiblemente de la historia mundial de este deporte,  pero a ningún periodista deportivo se le ocurriría solicitar que integre la selección nacional a los 54 años en función de sus pergaminos. Caería en un ridículo sin retorno. Sin embargo eso no sucede con muchos analistas políticos que piden algo similar a “Maradona a la selección” sosteniendo “Fayt en la Corte”.  Por su edad, Diego puede aplicar sus conocimientos desde la dirección técnica o comentando un partido, pero no jugando profesionalmente.

El debate en los medios y entre los políticos tiene la desmesura y el sesgamiento habituales: desde el gobierno Anibal Fernández afirmó: "Deberían dejar de torturarlo. Eso es lo que deberían hacer. Lo están obligando a hacer cosas que en otro momento no haría. La acordada 11 de la Corte del 21 de abril último lo dice. La hizo Ricardo Lorenzetti, el presidente del Supremo Tribunal, quien con la firma del texto consiguió el apoyo de los otros ministros para que su cargo llegue hasta 2019". Elisa Carrió en su salsa, expresó:  “el Gobierno quiere matar al juez de la Corte Suprema Carlos Fayt , es un acto de perversión.”  Joaquín Morales Solá bombardea con títulos catastróficos: “El ambicioso plan del gobierno detrás de la tortura a Fayt” o “Hacia la destrucción de la división de poderes”.  Jorge Sigal en Perfil afirma: “Si ahora avanza la ofensiva contra el Poder Judicial, el país dará un salto atrás”. Eduardo Van Der Kooy en Clarín escribió: “Las baterías verbales del kirchnerismo apuntan sobre Carlos Fayt. El magistrado, de 97 años, nunca le regaló un voto a las urgencias políticas del Gobierno. Esa situación explica la ofensiva K cuya cara visible es Aníbal Fernández.” Desde el mismo medio Osvaldo Pepe titula: “La decrepitud ética del kirchnerismo” y realiza la defensa: “Seguro que a los 97 años los reflejos y reacciones físicas de Fayt han sufrido merma, pero eso nada dice sobre su lucidez”.

El columnista estrella de Clarin, Eduardo van der Kooy bajo el título: “Cristina quiere paralizar la corte” escribió: “No se ha visto en los tiempos de Cristina Fernández una embestida tan brutal  contra la Corte Suprema como la de las últimas semanas”

Es obvio que el gobierno quiere reemplazar las ausencias en la Suprema Corte con jueces que no le jueguen en contra, de la misma forma que el poder económico lo hace para que la integren juristas que en última instancia se inclinen en la defensa de sus intereses, aunque lo envuelvan en la bandera de la independencia. Es posible que si la Corte Suprema queda reducida a tres integrantes, el gobierno intente romper la decisión opositora de no designar como hasta ahora un nuevo miembro hasta que asuma el próximo gobierno, proponiendo un cortesano cercano al gobierno y otro próximo a la oposición. Pero es preciso recordar que sólo se puede desplazar a un juez mediante juicio político.

En un acto de sincericidio, que explica las verdaderas razones de la oposición, y no las que levanta,  Joaquín Morales Solá escribió en La Nación del 10 de mayo: “La renuncia de Fayt dejaría a la Corte con tres miembros de los cinco que la componen: Lorenzetti, Maqueda y Elena Highton de Nolasco. Todas las decisiones de la Corte deberían ser, en ese caso, por unanimidad. Tres son la mayoría de cinco. No se podría armar una mayoría de dos a uno, por ejemplo, porque el número de la Corte es más amplio que el de tres. Si se fuera Fayt, la Corte quedaría paralizada en los temas en que no hubiera unanimidad o debería convocar como conjueces a presidentes de las Cámaras Federales. Mientras esté Fayt, en cambio, la Corte puede decidir por tres votos a uno. En los pocos casos que se han dado hasta ahora, la mayoría de tres la integra Fayt junto con Lorenzetti y Maqueda. La minoría es el voto de Highton de Nolasco. Esa jueza se ofendió cuando propusieron a Roberto Carlés como miembro del tribunal; no puede concebir que el Gobierno haya pretendido colocar a ese jurista sin antecedentes ni experiencia en el máximo tribunal de justicia del país, que ella integra. Sin embargo, Highton es una mujer emocionalmente cercana a los intereses del Gobierno. Suele sentir también una identificación de género con la Presidenta, a la que considera una mujer luchadora y sola. Reconquistarla es el propósito siguiente del cristinismo……”

A su vez el apoyo a la Corte y a Fayt, proviene de representaciones “muy populares” según Clarín del 9-05-2015 con el título “ Fuerte documento empresarial en apoyo de la Corte Suprema” y enumera:  Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), la Asociación de Dirigentes de Empresa ( ADE) , LA Asociación Empresaria Argentina ( AEA) , la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), la Cámara  de Comercio de Estados Unidos  en Argentina                      ( AMCHAM), la Cámara de Importadores (CIRA) , la Cámara de Comercio Argentina Canadiense (CCAC) , Confederaciones Rurales Argentina (CRA), Colegio de Abogados de la Ciudad, la Comisión Empresaria de Medios Independientes, Fundación Mediterránea,  la Fundación Libertad, la Sociedad Rural,  El Instituto  para el Desarrollo Empresarial  de la Argentina (IDEA), la Cámara de Sociedades Anónimas.

UN CASO TESTIGO

El autor de esta nota cree que se debe combatir la corrupción  de todos los gobiernos, pero descree del discurso moralista realizado desde la Tribuna de Doctrina 1a que ha sido levantada  sobre una base de cadáveres; o del medio dominante que tenía como consigna “Un toque de atención para la solución argentina de los  problemas argentinos”, que ha perpetrado y consuma una cantidad desusada de delitos económicos y ha transgredido los códigos más elementales de la ética periodística.  La posición de fiscal moral en una sociedad planetaria basada en el robo y el pillaje,  es como  si el empleado de  un prostíbulo  pregonara la abstinencia sexual. Carlos Marx sostenía que “el capitalismo llega chorreando sangre y lodo”.

Intentar analizar los procesos históricos por la mirilla de la corrupción es la mejor forma de transitar un camino que va de alguna parte a la nada. Nuevamente una cita de Carlos Marx esclarece el tema:  “En la historia, como en la naturaleza, la podredumbre es el laboratorio de la vida”.

En los últimos años se recurre con suma frecuencia a la denuncia periodística con el consabido estruendo superlativo que luego es tomado por denunciantes crónicos como la diputada Elisa Carrió  o el abogado Ricardo Monners Sans, ambos integrantes de la escudería Clarín, que los presentan a la justicia en el camino eficaz de judicializar la política. Luego cuando finalmente la denuncia es desechada, pasa desapercibida y el efecto y la repercusión inicial es lo que queda en la ciudadanía.  Por supuesto que aquí se apunta a las denuncias infundadas que son derivadas a “los jueces independientes”. A su vez cuando la misma tiene fundamentos, es el gobierno que intenta que la misma termine en los jueces amigos.

El caso Fayt demuestra que las posiciones se han atrincherado en una obcecación  que impide  llegar a mínimas coincidencias básicas. Si Newton fuera contemporáneo, argentino y políticamente simpatizara con el gobierno, la oposición se opondría a la ley de la gravedad. Pero si su posición política fuera contraria al gobierno, es posible que fuera éste el que encontraría en los archivos situaciones desdorosas que minimizarían sus hallazgos que permitieron avances fundamentales en el campo de la física.