Silenciando a la República
El tema de los medios públicos de comunicación, radio, televisión, y agencias de noticias, es siempre un tema complejo en la democracia representativa. ¿Son medios de cada administración por separado, o son medios del estado, es decir de una instancia que trasciende a las diversas administraciones? ¿Deben exponer la visión partidaria de cada una de las distintas administraciones y sus puntos de vista, o deben presentar una visión pluralista y federal de los asuntos públicos y los temas de interés de la gente?
Los libertarios de estado mínimo, se oponen a la existencia de empresas estatales, y así hizo en su momento el entonces presidente electo Milei, cuando antes de asumir su cargo de primer mandatario sostuvo que “No adhiero a un Ministerio de Propaganda encubierto: tiene que ser privatizado. Lo mismo con Radio Nacional. Todo lo que pueda estar en manos del sector privado, va a estar en manos del sector privado". Naturalmente que esta afirmación parece caricaturesca. Que un medio de comunicación sea público o privado no significa por sí solo, que opere como Ministerio de Propaganda.
Asumida la gestión, el gobierno de La Libertad Avanza cerró la agencia de noticias Télam, y comenzó un vaciamiento de los medios de comunicación públicos, llegando recientemente bajo el eufemismo de “proceso de reorganización” (palabras de triste recuerdo en la Argentina), a producir un apagón digital que suspende la transmisión y emisión de contenidos en las redes sociales, al decir que se deberá “Suspender todo tipo de emisión y/o transmisión en redes sociales de contenidos hasta que se establezcan los cambios de criterios”, lo que abarca a la Televisión Pública, Radio Nacional, las emisoras del interior, FM Clásica, FM Rock, FM Folclórica, Paka Paka, y Canal Encuentro. Es importante entender que hoy las redes públicas no son meramente un recurso para informar sobre el contenido de estos medios, sino un recurso para extender el alcance de los contenidos. Hoy en día, las redes son verdaderos canales adicionales a los canales tradicionales de radiocomunicación. Es decir que la medida tiene un impacto sobre mucha gente que recibe las señales de los medios de comunicación públicos por las redes sociales.
Y además dejó huérfanas a un montón de personas que en particular escuchaban algunas señales públicas que son únicas, como son los casos de FM clásica y FM folklórica, que son radios que no tienen ningún equivalente entre las emisoras privadas. La decisión tomada por el gobierno nacional, que obviamente debe ser entendida como un antecedente para el desguace total del sistema de medios de comunicación pública, supone un diagnóstico incorrecto del problema de cómo preservar a los medios de comunicación públicos, de ser influenciados por las administraciones, o las misiones partidistas.
Es en este punto que el gobierno libertario expone una manifiesta carencia de imaginación; en efecto, hay un modelo de gestión de los medios de comunicación públicos perfectamente factible, que los preserva de su utilización partidaria local por cada administración. En la Argentina tenemos el caso de las universidades nacionales, que son autárquicas y se autogobiernan, sus cuerpos de gestión son elegidos por los claustros sin ninguna intervención del Ministerio de Educación o las autoridades públicas. Pues puede hacerse perfectamente lo mismo con los medios de comunicación públicos, es decir, la gestión y el gobierno de estos medios puede estar a cargo de una comisión independiente del Estado, conformada por los diversos partidos políticos, por representantes del Poder Legislativo, gremios especializados en la comunicación pública como ser periodistas, locutores, redactores, etcétera. De este modo, se podría garantizar perfectamente la neutralidad de los medios de comunicación públicos respecto de la administración política, y al mismo tiempo garantizar un servicio público, ya que la diferencia entre una emisora privada y un medio público es que este último puede llegar a lugares remotos y transmitir contenidos que no sean comercialmente rentables. Precisamente, hay un montón de contenidos informativos o educativos que necesitan plataformas públicas, porque contribuyen a necesidades a las cuales los medios privados no llegan ni generan.
Este es otro caso en el que vemos la miopía de una visión principista de corto alcance, que deja a una nación sin voz, en el sentido de que, aunque el diagnóstico sobre el uso hasta el presente de los medios públicos de comunicación pueda llegar a ser correcto, hay en la República Argentina herramientas ya acreditadas para poder abordar el problema sin caer en una privatización que en última instancia va a destruir la propia idea de comunicación como valor social.