Ricardo Darín como epifanía religiosa
Siempre me causo un poco de gracia la gente que encuentra a Jesús en una tostada. Es fácil reírse de las cosas que uno no entiende, y la fe siempre se me hizo muy difícil de entender, por lo menos hasta esta mañana.
Esta mañana me tuve que tragar el orgullo. Salió de la tostadora y la vi, impávida, desafiante. No era la cara de Jesús, no. Era la cara de Darín, y estaba mordiendo algo que parecía una chipa.
Hoy vi a Darín comiendo chipa en mi tostada, y me cambió.
La epifanía Ricardista me hizo pensar en por qué encontramos caras en las cosas. Manchas de humedad que se parecen a tu abuela, tu ex en una nube, esquirlas de bolognesa que dibujan casi perfectamente a Santa Beatriz de los Sifones en una servilleta, y todo por culpa de la evolución, como siempre.
Un panqueque quemado con la cara de Darwin, me describió la ventaja adaptativa de reconocer fácil y rápidamente expresiones, hasta contarme paso a paso estudios que muestran zonas específicas del cerebro que se estimulan para darle significado, lo antes posible, a lo que podría llegar a parecer un rostro. Mal y pronto, tu cerebro ve cualquier cosa más o menos parecida a una cara, la interpreta y reacciona a ella, antes de terminar de entender si es una cara o un simpático patrón de café en un repasador, mostrando que, para sobrevivir, a veces es mejor un falso positivo, un mal y pronto, que una decisión sopesada, masticada, pero lenta. Años de selección favorecieron un cerebro que primero tira y después pide documentos.
Esa ventaja de reconocer rápidamente a patrones faciales y reaccionar de acuerdo a los esbozos de emociones que podrían llegar a estar transmitiendo, se ve claro en estudios donde muestran caras con expresiones de miedo o de felicidad a bebes de 5 y 7 meses. Estos estudios logra probar que es justo en ese margen donde empieza el reconocimiento de esos gestos, ya que los más grandes le prestan especial atención a la expresión de miedo, contra los de 5 que básicamente le prestan la misma atención a ambas. Aprendemos rápido a reconocer un rictus de miedo, una emoción negativa, en el otro, y eso nos permite generar una primer respuesta rápida para reaccionar a esa potencial amenaza. De la misma manera, más adelante aprendemos a reconocer ‘Amor, te digo no me pasa nada’, como señal de alerta, y cambiamos la forma de movernos y hablar a un modo sutil y silente que no alerte al depredador ofuscado.
Nuestra naturaleza social hizo que la capacidad de reconocer rápidamente expresiones en el otro, se convirtiera en un razgo adaptativo extremadamente valorado y, con esa capacidad de reconocer expresiones en fracciones de segundo, vino Darín en la tostada.
La pareidolia es la capacidad que tenemos de reconocer formas en objetos, de encontrar el caballo en la nube, y una forma muy particular de pareidolia es la que afilamos durante años, convirtiendo los más básicos indicios de expresión fácil, en mensajes claros, contundentes, y permitiendo que un jefe que manda un conjunto de líneas increíblemente simples como ‘>:(‘ alcanza para ser reconocido como una señal de alerta, estimulando la liberación de adrenalina en las glándulas suprerrenales y preparándonos para la pelea o la huida del peligro inminente, o generando algunas situaciones menos evolutivamente indispensables que reaccionar a la amenaza o permitiéndonos bucear durante horas en TieneCarita! para encontrar las teteras más tiernas y tostadoras mas tristes de la historia.
Darín, comiendo chipa en mi tostada, es un recordatorio permanente de la forma en la que nuestro cerebro fue afilado durante decenas de miles de años, para reconocernos los unos a los otros y optimizar la función social. Es esta dimensión social la que nos diferenció sustancialmente de otros animales, aunque algunos de ellos también tengan comportamientos sociales complejisimos, y culpar a un Darin frío que se pone gomoso y no derrite la manteca, puede impedirnos entender que haber visto ese gesto que no estaba ahí, es precisamente lo que nos hizo llegar hasta donde estamos.
*Si después de esto todavía tenés ganas de leer ciencia, podés ver si la curiosidad mata o no al gato en elgatoylacaja.com.ar.
Refes
Voss, JL; Federmeier, KD; Paller, K (2011). "The potato chip really does look like Elvis! Neural hallmarks of conceptual processing associated with finding novel shapes subjectively meaningful". Cerebral Cortex. doi:10.1093/cercor/bhr315.PMID22079921.
Hadjikhani, N; Kveraga, K; Naik, P; Ahlfors, SP (February 2009)."Early (M170) activation of face-specific cortex by face-like objects". Neuroreport 20 (4): 403–7.doi:10.1097/WNR.