Massa y el populismo de la oportunidad
Marzo comenzó con la reinstalación del problema de la llamada “inseguridad” de lo cual se sigue que “aparecerán” una y otra vez los casos de robos y algún que otro asesinato que no tenían el lugar de preponderancia en la prensa cuando el problema era “la inflación”. Pero la reinstalación apareció del peor modo: el candidato opositor Sergio Massa y sus adláteres fustigaron el borrador del anteproyecto de reforma del Código Penal que se viene elaborando desde hace 2 años y que reúne a una comisión en la que participan no solo referentes del gobierno sino también hombres lejanos al oficialismo como Ricardo Gil Lavedra y Federico Pinedo. Que se ataque al borrador de un anteproyecto que debe elevarse al Poder Ejecutivo para que éste haga los cambios que crea necesarios antes de enviarlo al Congreso para que los legisladores también hagan los cambios que crean necesarios, exime de cualquier comentario. Pero quería dedicar estas breves líneas a la particular contradicción incurrida por Sergio Massa puesto que en un gesto de verdadera demagogia populista (en tiempos donde el populismo es una mácula) llamó a una consulta popular para que sea la ciudadanía la que apruebe o no la reforma del Código Penal. Hay buenas razones para suponer que este llamado sería inconstitucional puesto que, a pesar de que el artículo 40 de la Constitución Nacional no especifica cuáles son los temas vedados a la consulta, hay quienes interpretan que la restricción debería ser la misma que la existente en el artículo 39 referido a las “iniciativas populares” y que reza “No serán objeto de iniciativa popular los proyectos referidos a reforma constitucional, tratados internacionales, tributos, presupuesto y materia penal”. Pero más allá de la discusión técnica que excede a este escriba, lo más llamativo, es que el Frente Renovador se pronunció abiertamente en contra de la última reforma judicial impulsada por el gobierno en 2013 y que apuntaba, entre otros aspectos, a que los miembros del Consejo de la Magistratura fueran elegidos por la ciudadanía. Allí, la participación ciudadana, parece, debía mantenerse al margen y no inmiscuirse en asuntos inherentes a las corporaciones de jueces y abogados. De este modo Massa parece inaugurar una suerte de “populismo de la oportunidad” que ataca a una caricaturización del garantismo mientras busca al pueblo como interlocutor solo en algunas materias. ¿Cuáles? Aquellas donde, en buena parte por desinformación y tergiversación, los sectores populares aceptarían las medidas impulsadas por las clases acomodadas que han instalado que un casquivano aumento de las penas es sinónimo de seguridad.