Al momento de escribir estas líneas, lo aclaro porque todo puede haber cambiado cuando usted lea esta nota, se empiezan a engrosar la lista de promesas incumplidas de la administración próxima a asumir. En primer lugar, a pesar de que desde hace algunos años era una acción habitual, esgrimiendo que “no hace a tiempo y que los cambios comenzarán en 2016”, el PRO anunció que no quedarán exentos del pago de ganancias los medio aguinaldo. Si bien públicamente Macri anunció que está evaluando “subir el piso” para el año que viene, lo cierto es que el cocktail “suba abusiva de alimentos tras promesa de devaluación” más “pago de ganancias en medio aguinaldo” no augura la mejor navidad para el bolsillo de los sectores menos pudientes que, en buena parte, también votaron a Macri. Por otra parte, en la entrevista que brindara al diario Clarín el último domingo, el coordinador del equipo económico de la nueva administración, aquel al que en el barrio llamaríamos “ministro de economía”, adelantó que no sabe cuándo podrán levantar las restricciones al dólar. Es más, contradiciendo la promesa de campaña de ir a un dólar “único y libre” el 10 de diciembre, el diario El Cronista comercial, días atrás, indicó que el acceso a la compra de USS continuaría realizándose con previa autorización de la AFIP, lo cual, por cierto, es de celebrar, pero derriba seguramente las fantasías de aquellos que creían que era posible volver a aquellos años en los que el simple hecho de poseer un DNI permitía acceder, en cualquier Casa de Cambio, a la cantidad de billetes que se requiriera. Si, a su vez, sigue sin contemplarse la posibilidad de acceso a USS por parte de los monotributistas, es natural que continúe el mercado del dólar ilegal. Eso sí: probablemente esa cotización no seguirá siendo legitimada a través de la tapa de los diarios.

En tercer lugar, si bien no recuerdo que Macri haya prometido romper relaciones con Irán, cabe recordar todo lo que han dicho los funcionarios o referentes del PRO más alineados con “la Embajada” cuando Argentina avanzó en el Memorándum de Entendimiento con Irán y tras la muerte, insólitamente todavía no esclarecida, de un fiscal investigado por corrupción como Nisman. Para ser más precisos, en línea con la vergonzosa denuncia de quien estaba al frente de la UFI AMIA, se acusó al gobierno argentino de pactar con el terrorismo internacional que, decían, era representado por Irán. Se sostuvo tal acusación incluso cuando, meses después, los principales países del mundo, incluyendo a Estados Unidos, hicieron un pacto con Irán vinculado al enriquecimiento de uranio. Sin embargo, la nueva canciller, Susana Malcorra, afirmó que podrían seguir vendiendo trigo a Irán puesto que las relaciones de la Argentina con el mundo dejarán de ser “ideológicas” para ser “pragmáticas”. Desconozco si un grano de trigo “ideológico” tiene distinto sabor o color que un grano de trigo “pragmático” pero pareciera que si el supuesto mal encarnado acusado de cometer atentados en nuestro país, tiene el dinero y el deseo, el gobierno del PRO le seguirá vendiendo tal como lo hiciera el gobierno del FPV.

Para finalizar, en el último debate, Macri prometió pedir la “cláusula democrática” contra Venezuela para apartarla del MERCOSUR. Tal anuncio era claramente efectista y demostraba el desconocimiento del sentido de esa cláusula y las razones por las que se puede apelar a su aplicación. A tal punto fue así que tras la derrota del chavismo en las elecciones del último domingo, Malcorra anunció que desistirá de exigir tal cláusula. El giro es, como mínimo, burdo pues da a entender que solo es posible una Venezuela democrática sin el chavismo en el poder, esto es, sin el movimiento que se sometió a casi una veintena de elecciones resultando ganador en todas salvo dos excepciones: la del domingo y el referéndum 2007 en el que Chávez intentó avanzar hacia una reforma constitucional que le permitiera la reelección indefinida.

El blindaje mediático, el verano y la natural paciencia que la ciudadanía le tiene a cualquier gobierno que asume, seguramente, harán que estas promesas incumplidas no sean determinantes en el humor social en lo inmediato. Sin embargo, si bien todo aquel que pretende llegar al gobierno realiza promesas que luego no cumplirá, el contraste entre una presunta demoníaca administración saliente y una presunta angelical administración entrante, probablemente genere una sobreexpectativa en buena parte de los votantes de Macri. Si se toma en cuenta que de ese 51%, quizás más de la mitad son votos volátiles o “prestados” cuyo apoyo está absolutamente condicionado a esa sobreexpectativa, el gobierno PRO tendrá que cometer la menor cantidad de errores si es que no desea evaporar rápidamente la legitimidad brindada por las urnas.