En la misma semana en la que se desató una rebelión social en la provincia de Misiones debido a la crisis, que el riesgo país aumentó hasta los 1394 puntos, y que el dólar blue llegó a $1300, el libertario llevó adelante un acto político en el Luna Park, donde no mencionó el fracaso de su gobierno para llevar adelante el Pacto de Mayo y continuó desarrollando sus ya conocidos mensajes de odio frente a sus seguidores. ¿Cómo puede gobernar una persona que genera ese desprecio por el prójimo que piensa diferente?

Los fieles del líder de La Libertad Avanza que se acercaron al mítico estadio, dejaron a la vista que aceptan el plan combinado de motosierra y licuadora implementado desde el 10 de diciembre, y se manifestaron en los distintos medios de comunicación en favor del discurso de Milei.

Del Instagram de losrunflas

De esta forma quedó reflejado como el discurso de odio de un presidente, penetró en distintas personas de distinto rango etario que lo siguen. Frases como "no hay plata”, “la van a pasar para el orto”, o como “el que corta no cobra”, se repitieron entre fanáticos que parecen adherir a la desfinanciación de la educación pública, el recorte total de la obra pública, la no entrega de medicamentos a pacientes oncológicos y la falta de alimentos en comedores comunitarios.

Los miles que se acercaron, repetían frente a las cámaras: el famoso “tiemblen, zurdos de mierda”, una muestra de cuánto puede instalarse el desprecio por el otro y la violencia política en la sociedad, cuando se la promueve y la legitima desde la conducción del Estado, contra quienes piensan distinto. Por nuestra historia, los argentinos bien sabemos lo peligroso que es que un presidente ampare esa persecución.

Ninguno de los fans hizo mención a la crisis económica en la cual está inmersa el país, la cual fue continuada por el gobierno de Milei desde que asumió. Ninguno tampoco señaló las acusaciones de fraude y plagio que pesan sobre su nuevo libro, y ven a cualquier crítico de su líder como un “enemigo”. Esto lo que demuestra es el total poder de adoctrinamiento para un presidente, que por mal que le pese, es visto desde el exterior como un “populista de derecha”