Mauricio, que es Blanco Villegas
No se equivocó cuando el 4 de junio de 2007 lanzó una de sus frases memorables. “No se olviden que Mauricio es Macri”, había dicho ceceoso y pícaro el entonces Presidente Néstor Kirchner, metido de lleno en la campaña por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Todos entendimos -aunque sea cierto que no se le puede aplicar linealidad al apellido Macri- lo que nos había querido decir con esa máxima pegadiza.
Franco siempre habló bien del peronismo del 45 porque, sobre todo, en las décadas posteriores a la de los ochenta, le gustó calzarse el mote de empresario industrial. Tuvo palabras más que elogiosas para con el gobierno de Néstor Kirchner. Cuestionó lo que él llamó el “exceso aperturista” de los noventas “por el cual el empresariado argentino fue casi diezmado”. Habló bien de Hugo Chávez y de Cristina Fernández y de las políticas llevadas adelante por estos años y hasta aparece, entre quienes conocen los entretelones, como uno de los personajes que aceitó los vínculos de Argentina con la República Popular China.
Por el contrario, Mauricio, además de haber definido a Carlos Menem como el “gran transformador” fue un karateca de la palabra con términos mucho más fuertes: “No soy menemista; soy supermenemista. Soy menemista a muerte. (…) En el 89 estábamos casi fuera del planeta, en un lugar marginal. Nos hemos reinsertado en el mundo, se ha recuperado la economía”, le dijo a la revista Viva.
Por estas diferencias entre padre e hijo fue que quizás Federico Pinedo, titular de la bancada de diputados PRO, comentó -un poco en serio, un poco en tono de chanza- en julio de 2010, que “Mauricio es Macri, pero Franco es Kirchner", en aquellos días en que Franco deslindó por completo responsabilidades del matrimonio Kirchner en el escándalo por el espionaje ilegal en la Ciudad de Buenos Aires. “Pongo las manos en el fuego por ellos”, había dicho el empresario, algo que no se le ha oído sobre su primogénito.
Estas disidencias filiales parecerían indicar un error en aquella frase de Néstor Kirchner lanzada como máxima y que tantos hemos usado tantas veces. Sin embargo, probablemente apunte a algo mucho más profundo que lo que la misma expresión dice. Quizás se refiera al comportamiento vampirizante de algunas empresas para con el Estado y a la certeza con que viven de que ellos nunca serán ni hundidos ni tocados por el modo en que se mueven en el mundo de lo público.
En el año 1980, el 17 de febrero para más detalles, el diario La Nación -esa voz siempre clara de los poderes reales- mostraba su preocupación en un texto editorial en el cual planteaba como un problema el pase de manos de poder de las familias patricias agropecuarias, los proveedores de materia prima al Reino Unido, hacia sectores nuevos de la economía de entonces, más ligados a la patria financiera que a la bosta de vaca. “El viejo establishment –decía el diario de Mitre-, como suele decirse, ha sido y es genuinamente republicano, en su espíritu. En cambio no se sabe todavía mucho de los grupos económicos emergentes”.
Escribe Norberto Galazzo en su último libro “Mauricio Macri, la vuelta al pasado”: “El diario de los Mitre no da nombres de esa docena de peligrosos contendientes pero en el mundo de los negocios resuenan novedosamente los nombres de los nuevos dueños de la Argentina, tales como Techint, Pérez Compac, Fortabat, Roggio, Pescarmona, Bulgheroni, Arcor, Ledesma, al tiempo que todavía se mencionan a algunos de ´los tradicionales´ como Bunge y Born y Soldati. Y entre los primeros se encuentra el grupo Macri”.
Esta preocupación tan “de clase” del diario La Nación es la misma que Franco conocía y que Ana Ale en su libro “La Dinastía” retrata de este modo: “Franco es albañil, tal como gusta describirse y no banquero. Son definiciones tajantes que incomodan a sus colegas fabricantes de dinero (…) No es un Rocca, un Pérez Companc, un Escasany y mucho menos un portavoz full time del poder internacional como los Aleman. Macri les suena a marca de tuco, como se lo hicieron saber todas las veces que pudieron. (…) En la carrera de la figuración, Franco apenas ascendió al grado de Capitán de Industria, título que en la década del 80 rebautizó y le puso maquillaje al viejo elenco de la patria contratista… es un outsider”.
Un outsider que concreta los negocios más importantes relacionándose con capitales externos durante la última dictadura. “En 1979 realiza un joint venture que bautiza MANLIBA (Mantenga Limpia a Buenos Aires) entre Impresit Sideco (de la cual Macri posee el 49%) y la empresa estadounidense Waste Management International, la principal del mundo en material de limpieza. Manliba empieza a operar en marzo de 1980 y es Mauricio quien firma el contrato con el intendente de la dictadura Osvaldo Cacciatore”, según escribe Galazzo.
Pero –un dato no menor- a 15 años de su llegada a Buenos Aires, en 1958, Franco se había casado con Alicia Blanco Villegas. Mauricio nace de esa unión y entre el colegio Cardenal Newman y la Universidad Católica; la formación por parte del empresario Gregorio Chodos, del peronista Jorge Jaiek y del liberal Ricardo Mansueto Zin, específicamente pensada por su madre, el primogénito es construido ya no como el empresario millonario, sino como el del dinero fuerte, pero también el de la sangre azul. Un andarivel más en la escalera de lo supremo, según el razonamiento de esta clase.
No se equivocó Kirchner, entonces, cuando en 2007 lanzó aquella memorable “no se olviden que Mauricio es Macri”, pero debiéramos completarla: No se olviden que Mauricio es Macri, pero que su columna vertebral ideológica es Blanco Villegas. El mundo de las ideas, como dice Galazzo, había quedado a cargo de la rama materna de Maurico.
Poquito tiempo después de la firma con Cacciatore Mauricio trabará relación con Donald Trump, el de los muros para mexicanos de esos días, cuando en Nueva York firme una venta con Lincoln West y le venda a Trump su opción por 118 millones de dólares.
Todas estas idas y vueltas durante la dictadura harán que, tal como relata Galazzo y según un estudio de Eduardo Basualdo, Miguel Acevedo y Miguel Khavise, los Macri pasen de 7 empresas en 1973 a 47 al fin de la dictadura, entre las que se cuentan SEVEL, SIDECO Americana, SOCMA y MANLIBA. Estas jugadas empresariales, a los argentinos, nos terminan costando caras: según explica Jorge Arguello, “la deuda de FIAT de 170 millones de pesos terminó transformándose en bonos del Estado que le permitieron a los Macri pagar su deuda a un valor que equivalió a 10% de la original. Claudio Lozano sostiene, además, que importantes empresas controladas y/o vinculadas al grupo SIDECO Americana, Pluspetrol, SOCMA, Dragados y Obras, RSZA Priducciones, Iecsa y MANLIBA acumulan endeudamientos en el exterior cercanos a los 180 millones de dólares, que fueron transferidos a la sociedad a través de los seguros de cambio”. Por esos días, Domingo Cavallo estaba en la Presidencia del Banco Central y el economista de Mauricio, Carlos Melconián, fue quien se ocupó de las cuestiones técnicas desde el Banco Central para que nos pasaran a todos los argentinos las deudas de los Macri-Blanco Villegas. Datitos, no más, para quienes quieren comprender quiénes son los se quedaron con la platita que pagamos como deuda externa y, sobre todo, para los tan preocupados por el qué se hace “con el dinero de mis impuestos”. Un accionar bien Macri y bien Blanco Villegas.
Por lo tanto, no puede sorprender en nada que Mauricio que ponga en la lista de candidatos a diputados por la provincia de Buenos Aires a un amigo/socio/vocero, ya que es la lógica de un sector en funcionamiento: la cosa pública como casa propia. Tampoco puede asombrar la barbaridad desprolija e impune del manejo de la pauta con radios FM y canales de las provincias, ni que con total impunidad aparezcan deudas sospechosas –por decir lo menos- con un contratista/amigo y con ministro/candidato: como si nada, Mauricio indica en su declaración jurada que le prestó a Nicolás Caputo 14 millones de pesos y a Néstor Grindetti, el encargado de las arcas porteñas, algo más de 400 mil. No puede asombrar a nadie: es la lógica Macri-Blanco Villegas del concepto del Estado, algo que para ellos no es más que el patio trasero de lo propio.
Por eso es que las mismas firmas que recorrieron la infancia y la formación de Mauricio son las que hoy a través de comunicados tanto de la Unión Industrial Argentina (que de industrialista tiene bastante poco), de la Asociación Empresarial Argentina (un sello de goma para hacer el lobby de los poderosos de verdad) y de IDEA (el espacio de construcción de esqueleto argumentativo-ideológico) salieron con los tapones tan de punta a demoler al proyecto de Comisión Bicameral que pretende terminar de hilvanar con nombre y apellido el tejido de civiles que armaron la estructura político ideológica que cumplieron los uniformados.
La UIA manifestó su rechazo al proyecto de ley para crear una Comisión Bicameral de la Verdad, la Memoria, la Justicia, la Reparación y el Fortalecimiento de las instituciones de la Democracia. “Cualquier investigación sobre el particular, que se realice a ciudadanos u organizaciones de la sociedad, debe llevarse a cabo por las vías institucionales que corresponden", dijo la híper republicanista UIA. “El derecho de defensa y la independencia de quienes deben juzgar los eventuales ilícitos solamente pueden ser garantizados mediante procesos realizados por el Poder Judicial", agregó.
La iniciativa para la creación de la Comisión había obtenido 170 votos a favor, ninguno en contra, disidencias parciales de la UCR, el Frente Renovador (hasta José Ignacio de Mendiguren votó afirmativamente en general), el Frente de Izquierda y el interbloque FAP. Pero tuvo 14 abstenciones del PRO, tan Macri y tan Blanco Villegas.
“Hay que dejar de mirar hacia atrás, hay que pensar en positivo y resolver los temas del presente", le dijo el nuevo titular de la UIA a Télam. Esas palabras mágicas que como nos ha enseñado la derecha vernácula y sobre todo el diario La Nación quieren siempre decir impunidad para los civiles que hicieron lo que quisieron con nuestras vidas y nuestro dinero y sobre todo durante lo que ellos llaman EL Proceso.
Héctor Recalde –autor de la iniciativa- consideró que la UIA “parte de conceptos erróneos porque la comisión no tiene por objeto juzgar a nadie, no entiendo cuál es el inconveniente para recibir información y testimonios, algo que ya veníamos haciendo desde antes de que se comenzara a discutir la ley”. “Es insólito pensar que no hubo complicidad cuando, a menos de un mes del golpe, un general, un almirante y un brigadier, de la Ley de Contratos de Trabajo -que tenía 302 artículos- derogaron 27 y modificaron 99”. Agregó que la Comisión de Trabajo de Diputados que preside recibió testimonios sobre Acindar, Ledesma, Techint, Mercedes-Benz, Ford, Papel Prensa y La Nueva Provincia, entre otras empresas, informó Página 12.
"Crece la preocupación de las empresas por un proyecto de ley kirchnerista", nos asustó Clarín desde su versión on line y desde las páginas de la impresa. "Polémica", le agregaron para que no quedaran dudas de hacia dónde iba el diario. Mejor dicho, el Grupo.
“Es la norma que crea una Comisión Bicameral para investigar el rol de las compañías durante la dictadura. Al rechazo de la UIA, ahora se sumó AEA. Dicen que la iniciativa busca estigmatizar al empresariado”, según la particular fórmula que eligió Adrián Kaufman Brea, flamante titular de la Unión Industrial.
"Este proyecto es particularmente inoportuno en un momento en que debe fomentarse la concordia entre todos los argentinos", sostuvo Kaufman. Bingo. Si el próximo comunicado sale con la palabra “reconciliación” ya no puede ni debe quedar duda para nadie acerca de qué están hablando.
UIA, AEA e IDEA juntitas y codo a codo. Porque unidas, son mucho más que dos o que tres. Son, por ejemplo: Aceitera General Deheza, Arcor, Bagó, Banco Santander Río, Bayer, BGH, Cartellone, Cencosud, El Citi, Clarín, Control Unión Argentina, Coto, Dow Argentina, Droguería de Sur, Endesa, Estrada, Estrada Agropecuaria, Fiat, Grimoldi, Grupo Miguens, IBM, IRSA, La Anónima, La Mercantil, La Nación, Los Grobo, Mastellone, Mercedez BAnz, OSDE, Peugeot, Citroen, Praxair, Price Waterhouse, QuikFood, Rimsa Roemmers, Roggio, San Jorge, Sidus, Southern Cross, Techint, Telecom, TN&Platex y Volkswagen. Mucho más que dos y con más capacidad de batir el parche que un power trío.
Parece que le hicieron caso a lo que les pedía el –digámosle con generosidad- historiador José Luis Romero desde las páginas de opinión de Clarín: “Los empresarios necesitan más conciencia de clase”. Leí eso y me fue inevitable pensar en cómo se revolcaba de furia y espanto cierto barbado de Treveris que nos enseñó la diferencia de la ciencia en sí y la para sí. Cosas mías. Delirios mañaneros de alguien que aún –por suerte- no pierde la capacidad de sorpresa.
Pero como si no estuvieran ya las piezas suficientes sobre la mesa para entender a qué entramado se enfrenta la próxima Argentina; quién es y con quien juega el candidato de Cambiemos, Jorge Elbaum aportó el eslabón que faltaba para ver la cadena completa de la forman parte Mauricio -que es Macri y que es más Blanco Villegas-, Alberto Natalio Nisman -que es el PJ, es decir, el Partido Judicial- y los buitres –que son los que juegan en el tablero internacional para arrancar carretillas de dólares de la Argentina, llevarse puestos a gobiernos populares y cargarse a Barak Obama si es necesario-.
“El grupo Israel Hayom pertenece al multimillonario estadounidense Sheldon Adelson, el más importante socio de Paul Singer en el fondo NML Elliot, y además mecenas de la American Task Force Argentina”, contó Elbaum en Página 12. A la Task Force, muchos ya lo saben, a mí me gusta decirle Grupo de Tarea. Creo que va más al punto de lo que son.
Pero sigamos al ex Secretario Ejecutivo de la DAIA. Continúa la nota con que “tanto Singer como Adelson aparecen como los máximos donantes de la Fundación para la Defensa de la Democracia (FDD), dirigida por quien se consideraba un gran amigo de Nisman, Mark Dubowitz” (…) Singer y Adelson, además, han sido los billonarios que se han opuesto con mayor determinación al acuerdo de Estados unidos con Irán y han financiado a todos los congresistas que se expidieron contra el acuerdo llevado a cabo por Obama”.
En junio de 2014 Macri realizó una visita a Israel. “Un mes antes del viaje, uno de los organizadores del mismo, Claudio Avruj, actual subsecretario de Derechos Humanos de la Ciudad de Buenos aires se contactó con el ex fiscal para ampliar la agenda de las reuniones en Tel Aviv y en Jerusalén, vinculadas específicamente con temáticas de seguridad internacional. El entorno de Macri consideraba como referente a Nisman después de sus dictámenes contra la infiltración iraní en Venezuela y América del Sur. Avruj, además de funcionario público, es propietario de la cadena de información judía VisaVis en sociedad con Guillermo Yanco, pareja de la diputada Patricia Bullrich. El portal noticioso de Avruj sobrevive con un financiamiento similar al recibido por Fernando Niembro. En su página de inicio se divisan claramente las publicidades del Banco Ciudad, Subterráneos de Buenos Aires, la Legislatura porteña, y el Instituto de Juego de Apuestas de la Ciudad de Buenos Aires. Los contactos brindados por Nisman para la gira de Macri contribuyeron a la realización de reuniones con referentes de la derecha israelí y permitieron concluir la visita con una reunión con el primer ministro. (…) Dicha coincidencia de 2014 quedó certificada por la posición tomada el día 9 de septiembre último en la ONU por parte del gobierno israelí, que votó contra las regulaciones de los fondos especulativos. La posición argentina contó con 136 votos a favor, siete en contra y 41 abstenciones. El límite dispuesto a los fondos buitres es considerado –incluso en medios de prensa israelíes, no precisamente Israel Hayom– como uno de los más grandes éxitos de la historia diplomática argentina”.
A este protegido y ateflonado personaje que lleva sobre sus espaldas el no haber viajado jamás en colectivo, décadas de vida pública, el roce con lo popular que le dio su amor por el fútbol y el trampolín de Boca, una reclusión que huele más a auto que a secuestro y que maneja ese desdén de quienes poseen cuantiosa cuenta bancaria y se saben Blanco Villegas se le abrió una grieta. Y por ella entraron las preguntas y la puesta en evidencia de las irregularidades. “Escándalos –como dice el periodista Werner Pertot que sigue al macrismo como perro prendido a los talones- que no parecen ser la excepción sino la regla”.
Mauricio Macri y Alberto Nisman representan todo lo que es pantalla, vidriera, apariencia, el “como sí”. La clase de personajes que arengan con el latiguillo de que son quienes cobran salarios del Estado los que deben dar las únicas explicaciones; esos a quienes ven y marcan como parásitos y vagos. Pues algo –chiquito aún y esperemos que crezca- se quebró porque han quedado por estos días ellos dos -justamente ellos, que se y los quisieron erigir como banderas de republicanismo y honestidad- como representantes de lo peor que se puede hacer con lo público, con lo de todos, con lo de muchos, con lo común: los que no sólo se lo quedan sino que lo usan y lo sienten como propio y con derecho a no dar ninguna explicación. Algo que, justamente para no olvidar deberíamos empezar a rotular como actitud Nisman, mecanismo Adelson, modelo Singer, gesto Macri y modo Blanco Villegas.