Martín Fierro y la resistencia cultural
El poema Martín Fierro nació como una denuncia contra todo lo que el civilizado le hacía al gaucho: lo obligaba a presentar una papeleta cada tres meses, sino lo declaraba vago y lo mandaba a la frontera a luchar contra su hermano el indio o lo confinaba a trabajar gratis en las estancias.
Estos señores, representantes de la civilización, llamaron bárbaros al gaucho, al indio, al nativo, ignorando que la etimología de la palabra “Bárbaro” significa: extranjero. Sarmiento, que fue el creador de “Civilización y barbarie”, supo burlarse de la palabra “argentino”, al advertir que este vocablo es un anagrama de la palabra: “Ignorante”. La historia se rió de Sarmiento, al responderle que la palabra “Sarmiento” es un anagrama de “Mentirosa”. Más allá de estos juegos de palabras, hay algo fatalmente clave en esto de denominar “bárbaro” al nativo, ya que todavía persiste en algunos personajes como Prat Gay, esa idea de que el nativo, el que lleva sangre gaucha o india, el cabecita negra, es el bárbaro; mientras los rubios como él, los blancos, los que saben pensar en inglés (y desconocen cuántos idiomas originarios posee nuestro territorio) son los civilizados.
Es importante comprender la victoria que significa que Martín Fierro sea el poema nacional. Es necesario hacer que la obra de José Hernández trascienda los círculos tradicionalistas y las estampas conservadoras, y que sea utilizada como herramienta para entender la realidad argentina y latinoamericana.
Hoy es el día de la tradición por el nacimiento de José Hernández, apaguemos el televisor y abramos el Martín Fierro, les aseguro que es un libro colmado de respuestas, una obra cargada de futuro.