Margarita me engañó
Margarita Perilo fue mi profesora de matemáticas de primero y tercer año en la escuela Gerardo Victorín de Concordia. Delgada, pequeña, solterona, sus clases eran exigentes y didácticas y aún pueblan algunas de las pesadillas de sueños adolescentes almacenados en la memoria. Ella y las tres mujeres autoras del manual de matemáticas Repetto - Linkens y Fesquet, (parecía la línea media de los equipos de fútbol de la década del cincuenta) me enseñaron la igualdad, sus propiedades y el pasaje de términos que de ahí se derivaba. El signo de los dos palitos horizontales (=) era transitar los pininos del álgebra.
Así 3= 3 o 2+ 1= 3, con lo que se podía deducir que pasando el 2 al otro lado de esta igualdad, con el signo contrario, la misma se mantenía: 1= 3-2. En los diez axiomas de las matemáticas puede leerse: “Las igualdades son las cosas más sagradas para cualquier matemático, tan es así que se tiene que mantener el equilibrio; pase lo que pase si multiplicas o sumas algo, tienes que hacerlo en cada lado de la igualdad.”
Le creí a Margarita y la universidad me reafirmó que la recordada profesora nos había enseñado correctamente. Eso hasta que la política me enseñó otra verdad. Que las matemáticas patinaban y se estrellaban en el campo social. Que los dos palitos horizontales no relacionaban equidades, sino profundas desigualdades. Pero nunca la desigualdad fue tan escandalosa como ahora en el castigado planeta tierra. Según un informe de Oxfam Intermón, que pertenece a la Compañía de Jesús, en donde se formó el Papa Francisco, los datos actuales sobre la distribución de la riqueza dinamitan las matemáticas.
Siguiendo lo que me enseñó Margarita, coloco en un lado de la igualdad 85 y del otro lado 3.596.000.000. Ejemplifico 85= 3.596.000.000
Esto Margarita no me lo enseñó. ¿Será la matemática moderna? Avancemos. De un lado las 85 personas más ricas del planeta. Del otro, las 3.596.000.000 de las personas más pobres, unidas por el signo igual. Las 85 personas más ricas tienen tantas riquezas como las 3.596.000.000 de personas más pobres.
Ahora pasemos a la geometría y dibujemos un círculo. Lo dividimos con una línea vertical que divide al círculo en dos partes iguales. En la mitad izquierda del círculo escribimos 1%. En la otra mitad consignamos 99%. No me acuerdo Margarita, si en las traumáticas clases de geometría nos dijiste algo de esto. Lo que sí puedo leer ahora es que estas presuntas partes iguales significan que el 1% de la población tiene casi el 50% de la riqueza. En la otra mitad del círculo el 99% de la población mundial se reparte el otro 50%.
Ya es tarde para reclamarte Margarita, porque la garantía de lo que nos enseñaste venció. Y aunque no fuera así, ya no estás para decirte que nos engañaste. Que la igualdad matemática es una poderosa abstracción, sobre la cual se construye un notable edificio. Pero la desigualdad social es una patética miseria sobre la que se edifica una sociedad mundial apoyada en arenas movedizas.
Que lo que queda a ambos lados del signo igual es irracionalmente desigual.
¡Y lo notable es que se diga que así como distribuye, el capitalismo es un éxito!