Los números no cierran
Los números no cierran. Los ajustados reaccionan. El espacio público es un mapa de protestas.
El establishment se pone nervioso, algunos porque les preocupa no seguir ganando arrasadoramente como ahora y otros porque tienen una tasa de ganancias inferior a lo esperado. También están empresarios de la torpe burguesía nacional que compraron los globos amarillos y hoy han cerrado sus plantas o negocios, o están luchando para no hacerlo. También sectores medios y populares que compraron el cambio y ahora empiezan a atisbar que el acto fallido de la gobernadora María Eugenia Vidal era lo único sincero: “Cambiamos futuro por pasado”.
Los números no cierran. La inflación presentada como el enemigo principal a abatir en el primer año superó en más de 15 puntos a la del último año kirchnerista, luego ha bajado a través de acentuar la recesión, deteriorando el salario y las jubilaciones, con el incremento superlativo de las tarifas y los servicios, y cuando la iban a levantar como bandera electoral tuvo un nuevo rebrote que ubica el alza en el 2% mensual. Mientras cae el consumo con cifras apabullantes en la leche y la carne, los artículos suntuarios son demandados por los ganadores del modelo refundacional. Así, mientras el consumo de leche cae un 8% en el primer año del gobierno, las cápsulas de Nespresso aumentaron su demanda un 45%.
Los números no cierran. Si el gobierno se endeuda en forma superlativa en 80.000 millones de dólares, de los cuales 16 mil millones se contrajeron en los dos primeros meses del 2017, la demanda de dólares para turismo y atesoramiento consumieron 9000 millones. Ya en diciembre se habían fugado 4854 millones de dólares. Endeudarse para turismo y atesoramiento es un camino en cuyo final o quizás antes, se llega al abismo.
El monto del endeudamiento macrista alcanza en 15 meses al equivalente de lo negociado con quita por el Presidente Néstor Kirchner.
Las importaciones descienden en una economía que decrece, pero en la composición de las mismas hay un desplazamiento de los insumos en favor de los productos terminados. En materia textil si antes de la apertura los importados representaban un 50%, hoy alcanza el 61% y los nacionales se reducen a un 39%.-
Con una capacidad industrial ociosa de entre el 35 y el 45%, con un mercado en recesión, la lluvia de inversiones prometidas es el sueño de la afiebrada y mentirosa campaña electoral.
La mejor alternativa es la financiera, ya que con un dólar fijo en el mismo valor de hace un año y con la semi seguridad que casi no se moverá hasta después de las elecciones de octubre, traer un millón de dólares, convertirla en pesos, suscribir LEBAC a 35 días y renovarlas en cada vencimiento le proporcionará en seis meses alrededor de 115.000 dólares. Una rentabilidad en dólares única en el planeta. Si el primer paso que realizó el gobierno fue transferir ingresos a los sectores agropecuarios y mineros, el segundo y simultáneo fue el de la rentabilidad financiera.
El grado de endeudamiento en LEBAC equivale a la masa monetaria. Si alguna tormenta local o internacional se desatara, y se produjera el efecto manada o puerta 12, y todos o la mayoría de los tenedores de LEBAC se pasaran al dólar, el corralito sería inexorable. Mientras tanto los intereses que se acumulan mensualmente rondan los 1000 millones de dólares mensuales.
El país se endeuda a 10 años a la tasa a 7% anual, dos puntos cuarenta más que Bolivia. Durante mucho tiempo se sostenía desde los medios afines al actual oficialismo que la desconfianza que producía el gobierno anterior era el motivo de que se pagara una tasa superior a los demás países latinoamericanos, salvo Venezuela. Aquí también el macrismo hizo un mal diagnóstico o confundió deseos con realidad.
Las reservas ascienden a más de 50.000 millones de dólares, cifra similar a la que contaba el gobierno de Cristina Fernández en el 2011. La diferencia fundamental está en cómo se originaron esas cifras: las actuales son fruto en un 75% del endeudamiento y por los ingresos especulativos. Las del 2011 se acumularon fundamentalmente por el superávit comercial.
Increíblemente el gobierno ha autorizado a liquidar las divisas de las exportaciones en un plazo de hasta diez años, por lo que las cifras de las exportaciones dicen muy poco porque pueden permanecer los dólares en el exterior por una década. Al mismo tiempo los capitales golondrinas carecen de plazo para salir del país; pueden entrar hoy y salir mañana.
Con estas dos medidas de una irracionalidad insólita, se vuelve aún más chocante la expresión de Mauricio Macri que “el populismo regaló el presente para hipotecar el futuro”.
El neoliberalismo es como las mayorías de las religiones que aligeran los sacrificios terrenos en función de un futuro venturoso a partir de la muerte. Incluso violentan la física: el derrame es de abajo hacia arriba.
Los números no cierran en la macroeconomía. El peso de los intereses de los nuevos endeudamientos será un contrapeso insoportable en los presupuestos futuros que irán disminuyendo en términos reales las partidas en educación, ciencia, seguridad, salud y justicia.
Los números no cierran en la microeconomía: el cóctel de caída de la demanda, apertura económica, incremento desaforado de servicios y tarifas, aumento de alquileres y apertura de la economía, es explosivo.
Los números no cierran con un porcentaje de la población afuera.
NERVIOS ALREDEDOR DE LOS NÚMEROS QUE NO CIERRAN
Desde lugares diferentes se afirma lo mismo: el presidente está irritado, nervioso, irascible, y no entendiendo porqué su arsenal de medidas producen resultados contrarios a los que esperaba. Jorge Fontevecchia, dueño y director de Perfil escribió el 19 de marzo: “Dicen que en privado Macri está enojado y de muy mal humor, atemorizando a sus colaboradores. Debería estar enojado con él mismo. No por haber errado en el diagnóstico sino en la potencia que tenía la medicina que pensaba utilizar para la cura y la velocidad con la cual restablecería la salud de aquello que venía a reparar. Aunque nadie que no se sobreestime podría ser presidente.” Desde Página 12 el periodista Claudio Scaletta escribió ese mismo día: “Por ello no llama la atención, si se dan por ciertos los comentarios de los periodistas que lo frecuentan, que el líder de la Alianza Cambiemos se encuentre sorprendido por la demora en la llegada de la recuperación internacional económica, ese objeto del deseo tan esquivo e impuntual. Parece que la inflación no era tan fácil de bajar ni los capitales productivos tan simples de seducir. El hijo de Franco creyó que podía manejar la economía de un país como si fuese la de un club de fútbol o peor, como si fuese la de una provincia, economías que en rigor se parecen bastante a las de una empresa, y donde no existen ni la política monetaria, ni los problemas macroeconómicos, ni las relaciones. Para colmo, el know how le jugó en contra. En su experiencia previa le tocó gobernar la CABA, el distrito con el mayor ingreso per cápita del país, en un contexto macroeconómico nacional y global favorable. Esa realidad es la que hoy añoran la mayoría de los gobernadores, compelidos a tomar deuda en divisas como única manera de hacerse del pan para hoy. Volviendo al ingeniero de la UCA, es posible reconstruir, sin mayor imaginación, algunas escenas de su vida público–privada. Imaginar, por ejemplo, al siempre sonriente presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aquel muy joven secretario de Política Económica de Domingo Cavallo en tiempos del Megacanje, proyectándole en la Rosada o en Olivos algún Power Point con las metas de inflación bajando, con abundantes gráficos y una que otra regresión para que el ingeniero recuerde, con poca nostalgia, sus dificultosos estudios de matemática. Las explicaciones brindadas seguramente fueron de esas que se pueden leer en cualquier manual de macroeconomía convencional. Luego del primer semestre de contracción monetaria y altas tasas de interés para esterilizar, más la abundante entrada de dólares para planchar la cotización de la divisa, la inflación bajaría en el segundo semestre (a no olvidarse del delay monetarista). En los gráficos, tan bien relatados por Federico, o quizá por Carlos, el éxito automático del modelo parecía garantizado. A pesar de que en 2016, tras las amenazas de despidos y las proyecciones falsas de inflación de Alfonso Prat-Gay, las paritarias se cerraron a la baja, se suponía que el freno en los precios impactaría positivamente en el poder adquisitivo. Con la economía sincerada, estabilizada y subordinada al imperio, es decir con la vuelta al mundo, florecería entonces la confianza de los inversores y los importadores del exterior. Ya sin la pata en la cabeza de las retenciones, explotarían las exportaciones agropecuarias y, vía tarifas altas y mayores precios en boca de pozo, volarían las inversiones energéticas. El mejor equipo de los últimos 50 años, mayoritariamente CEOs con nula experiencia en el manejo de la cosa pública, más un puñado de viejos radicales y unos pocos PRO puros fogueados en la CABA, impulsarían, ahora de manera eficiente y transparente, la obra pública. Luego de la recuperación del segundo semestre, 2017 sería el año del despegue……”
La situación es tan evidente que hasta los gurkas del liberalismo parecen en algunos casos en intervalos lúcidos. Así Carlos Rodríguez fundador del Centro de Estudios Macroeconómicos y actual rector de la Universidad del CEMA, afirmó en Clarín el 15 de febrero: “Yo hubiera preferido un 40% de inflación con la economía funcionando y no un 20% con la economía a punto de explotar por la caída del consumo y la recesión……hubo una decisión de política económica de privilegiar la baja de inflación en lugar de aportar a la reactivación. Y están errados……..La recuperación depende de la política, no de la economía”
En Clarín del 12 de marzo el editor de economía Daniel Fernández Canedo escribió: “Daniel Artana, director de FIEL, definió que el camino de buena parte de los dólares que ingresan por la colocación de deuda tiene como destino a la financiación del turismo o el atesoramiento”
CEMA y FIEL: dos de los centros del ultraliberalismo, en un rapto de racionalidad. Mirtha Legrand criticando en vivo y en directo al presidente, acompañado por su mujer, por su alejamiento de la realidad.
Lo que sucede es tan impresionante que hasta los que no ven por anteojeras ideológicas han recuperado la vista.
LOS NÚMEROS NO CIERRAN
Sobre varios desajustes económicos que debían afrontarse, edificaron una crisis no registrada y con sus decisiones construyeron una crisis real. La pesada herencia y la corrupción actuaron de anestésicos para la cirugía realizada. Reducir una década de gobierno a un capítulo del Código Penal es un objetivo vano. Sólo el desconocimiento de un partido que ignora y desprecia la historia puede intentar acometer una cruzada de vuelo bajo, más allá de su éxito en el corto plazo.
Los ajustados reaccionan y ocupan el espacio público. Entonces el kirchnerismo pasa a ser el comodín a quien se le atribuye fogonear todas las protestas a nivel nacional e internacional. Mientras muchos columnistas decretan su fallecimiento, simultáneamente lo resucitan diariamente y le atribuyen una capacidad inexistente. No ha muerto ni está detrás de cada protesta. Pasa algo evidente: hay desilusión en un porcentaje de los que lo votaron, no tienen casi éxitos para enarbolar y los números no cierran. Los propios números oficiales registran un millón cuatrocientos nuevos pobres, pero el gobierno interpreta los números en sentido contrario a lo que expresan. Algunos, que nunca faltan en todos los gobiernos, atribuyen las dificultades a problemas de comunicación. La cosmetología no reemplaza a la política ni a la realidad.
Hasta la encuestadora Management & Fit vinculada a Clarín expone la situación: el 44,2% de los encuestados desaprueba el rumbo que Macri le viene dando al país y el 48,3% considera que en los próximos meses se estará peor.
El sociólogo y analista político Eduardo Fidanza que simpatiza con el gobierno confirma que el clima favorable al gobierno se está erosionando. Sostiene: “la razón es sencilla y consiste que la cantidad de optimistas se achica y la de pesimistas se incrementa”
Macedonio Fernández, el escritor que tanto influyó en Borges, poseedor de un humor metafísico, solía afirmar: “Fue un desastre tan completo que hasta los sobrevivientes perecieron”. El cuadro de situación tiene algunos parecidos con el Guernica de Picasso. Sin embargo, aquí hay sobrevivientes, los grandes beneficiarios que no dejan de acumular. Escribió Adrián Murano en Tiempo Argentino del 19 de marzo: “El grupo Clarín terminó la semana con otra alegría. El pasado viernes 17 como ocurre casi sin pausa desde que Mauricio Macri llegó al poder, el valor bursátil de la compañía trepó otro 0,5% y la cotización alcanzó un nuevo pico histórico. En palabras llanas: Clarín cada vez vale más. …Los $252 que cotizó la acción del grupo fue el máximo valor que obtuvo el multimedios en las últimas 252 ruedas, período en que la acción acumuló alzas cercanas al 45%..... Declaró ganancias por 4.129, 6 millones, un 43,3% superior al 2015. Clarín parece que tiene la fórmula para crecer fuerte en medio de una prolongada y profunda recesión.” Tuvo ventas por 41.178,2 millones de pesos en 2016, un 48,2%, superior al 2015. Cablevisión aportó el 70 % de los ingresos. Ahora vuelve a tener el fútbol televisado.
A Clarín sí que los números le cierran.
No es el desastre de la humorada de Macedonio Fernández. Es más bien lo antagónico de lo que decía Jauretche: “Hasta que un día el paisano acabe con este infierno/, y haciendo suyo el gobierno,/ con solo esta ley se rija/ o es pa' todos la cobija,/ o es pa' todos el invierno.”