La verdadera ''operación'' en Twitter
En las últimas horas, sectores del oficialismo denunciaron una campaña sucia de Mauricio Macri contra Daniel Scioli en la red social Twitter. Más específicamente, el Jefe de Gabinete habló de un “ejército de trolls” orquestado para generar tendencias e imponer agenda en la opinión pública a través de la viralización de palabras clave e imágenes. Entre ellas se puede observar una foto de Daniel Scioli y Karina Rabolini en un hotel lujoso de la paradisíaca isla de Cerdeña y un video de unos vecinos increpando al actual Gobernador. Lo cierto es que la foto correspondía a la isla de Cerdeña pero era de un viaje que el candidato oficialista y su esposa habían realizado años atrás y el video en cuestión no era de 2015 sino de 2013. La situación recuerda un artículo de Pascual Serrano titulado “Venezuela y Twitter: la orgía desinformativa”, publicado el 17/2/2014 http://www.eldiario.es/zonacritica/Venezuela-Twitter-orgia-desinformativa_6_229987023.html , en el que el español analiza la campaña de desinformación y tergiversación que se llevó adelante desde Twitter en ocasión de un intento de desestabilización en Venezuela. Allí aparecían fotos de protestas, represión, y asesinatos de civiles en España, Chile y Siria, entre otros, que, sin embargo, fueron viralizadas como pertenecientes al presente de Venezuela. Incluso había una foto en la que aparecía un muchacho realizándole sexo oral a un conjunto de policías y que circuló como una demostración de las vejaciones a las que sometía la policía chavista a los estudiantes opositores. Sin embargo, Serrano mostró que aquella foto había sido extraída de un sitio web porno y que tal escena pertenecía a una película porno gay.
Juan Courel, secretario de Comunicación Pública de la Provincia de Buenos Aires, dio más precisiones y denunció que el 36% de las cuentas que siguen a Mauricio Macri son falsas, cuentas robots, o inactivas, pero están allí para generar, a través de un sistema de reenvíos constantes, la instalación de los “trending topics” o “tendencias”; y que un porcentaje similar se hallaría en cuentas como las de María Eugenia Vidal y otros dirigentes del PRO.
Tal situación no debe sorprender pues, ya en el año 2010, el periódico Miradas al Sur había denunciado la existencia de una agencia de marketing político liderada por Carlos Souto, encargada de congestionar los llamados a las radios e intervenir en las redes sociales atacando a referentes o acciones que llevara adelante el gobierno nacional. Este “grupo de tareas virtual” también actuaba contra ciudadanos comunes pues aquel usuario que vertiera opiniones en favor del gobierno o en contra del Grupo Clarín recibía inmediatamente una andanada de mensajes violentos y hasta intimidatorios para que cada vez que decida escribir lo piense dos veces.
Ahora bien, más allá de estas particulares y tóxicas batallas virtuales, la verdadera y más profunda “operación” no es la que sistemáticamente y con cada vez más peso pueda llevar una agencia de publicidad sino la instalación, desde los medios dominantes y los soportes tradicionales, de la idea de que las redes sociales son un termómetro de la sociedad, un espacio representativo del sentir del pueblo. Esa es la verdadera “operación” porque el crédulo no se da cuenta que las redes sociales hoy son la amplificación de la agenda e intereses de los medios tradicionales y que el círculo se cierra cuando los medios tradicionales toman “la voz” de las redes sociales para confirmar la agenda que ellos mismos instalaron. El formato es recurrente: el diario lo pone en los titulares a la mañana, la radio lo reproduce en las horas que siguen, las redes lo comentan y a la noche la TV lo refuerza con imágenes y citando a 4 o 5 protoperiodistas tercerizados o, simplemente, a un par de idiotas útiles con una cuenta en Twitter. Así, el silogismo es que las redes sociales están hablando de esto y si las redes hablan de esto debe ser porque la sociedad entera está hablando de esto y si la sociedad entera está hablando de esto es porque el tema es de relevancia para la opinión pública. Sin embargo, una red social donde alcanza con 3000 o 4000 repeticiones de una palabra para generar tendencia no es representativa de la sociedad sino el juego onanista de un sector pequeñísimo, ABC1, con acceso a determinados bienes y donde por mínimas dosis de buena información e intervenciones inteligentes, se pueden observar cantidades ingentes de cinismo, estupidez, violencia y, sobre todo, en nombre de la velocidad, un profundo y visceral desprecio por la palabra.