La mugre del voto
“La plaza financiera ya está en campaña” me gustó el título de Página12 porque explica exactamente qué es lo que pasa con los amigos del Circolo Rosso, y además porque no tiene juegos de palabras. El dólar a 15 mangos de ayer es una carta más importante que Macri prometiendo hacer lo mismo que hizo Cristina, eso contra lo que él luchó todos estos años. Es por ese dólar por donde pueden llegar a conseguir el clima necesario para que las elecciones sean lo menos democráticas posibles. Si gobernar con miedo es la manera más eficaz que tiene la derecha para llevar adelante sus políticas, gobernar en democracia –y con el suficiente miedo- es el mínimo imprescindible. Más que nunca hay que mirar TN y leer Clarín para comprender por dónde va la cosa. El castigo de Magnetto sufrido por el macrismo después de las elecciones del domingo dice mucho. Dice que hay un Macri que cada día –a su manera- se vuelve más político y no coincide con el núcleo duro del magnettismo. Un Macri capaz de girar todo lo que sea necesario en su discurso, y rebelde a las propuestas del círculorojismo y su teoría del rejunte general. Un Macri que parece jugar a afianzarse y a crecer, más que a ganar. Un Magnetto que se queda sin candidato de confianza. (O por lo menos sin su candidato che pibe.) Y hay que ver que los golpes que le dedican a Macri por no juntarse con todos los demás son los mismos que le dedican a Cristina por aplaudir a Scioli. Hay que ver ese aplauso de Cristina y aprender. Y hay que escuchar ese discurso de Scioli y aprender también. Y aplaudir. Y atender a esos problemas que tiene Gaspar el Revolú que hace unos días reflexionaba en voz alta en el diván de su psicoanalista “Votar a Lousteau, o en blanco… Votar a Scioli… Apoyar al Papa… ¿Cómo es que llegamos a esto, doctora? (El progre en su encrucijada)” anotaba Rep en el final. Y a lo mejor los que todavía guardamos algunos rastros de ese progre nos hicimos la pregunta, que es una reflexión que solamente tiene que ver con los puros deseos y poco con la realidad. Porque nos debemos una reflexión más política y menos psi –por eso está bien que Gaspar se lo pregunte sobre el diván. La política no se lamenta por las ilusiones perdidas sino que actúa sobre la realidad con las herramientas que tiene. La política no tiene ilusiones sino posibilidades. De otra manera deberíamos quedarnos con el Mayo Francés y su “pidamos lo imposible” que se conformó con esa y otras frases muy ingeniosas y se volvió a la facu. Pero Rep pone un dedo en la llaga con lo del voto a Lousteau o en blanco. Sobre todo, y a estas horas, porque fui de los que votó en blanco. Con el costo de la gastada de los compañeros que me acusan justamente de progre y de colaborador del macrismo. De no haber podido “ensuciarme” las manitos progres metiéndolas en la urna y en el fango de la realidad. Eva Row sostiene que hubo en ese voto kirchnerista a Lousteau algo del orden ético que no deberíamos haber traspasado. Una especie de falta de responsabilidad civil y política al decidir poner en el gobierno a un tipo que en realidad no tenía un verdadero apoyo de las mayorías. La idea de Lousteau ganador era, es verdad, una trampa a la democracia. Una desviación, una estafa al sistema, y un riesgo al dejar como jefe de la ciudad a un tipo que contaba con el 25% de los votos, mientras otro tenía el 45%. El riesgo –según Eva- de que el macrismo terminara utilizándolo de chirolita o testaferro para realizar sus peores proyectos. No lo sé. También están los que creen que con Lousteau ganador se terminaba para siempre el PRO, cosa que en una lectura lisa y primaria parece lo mejor que nos podría pasar. Aunque la derrota de Macri en Buenos Aires, con el truco de los votos capaces de esquivar la verdadera representatividad que tiene, difícilmente fuera la despedida para siempre de los sectores de derecha que existen. Nos guste o no. Es más, especulemos, imaginemos: ¿no habrían estado esos porteños macristas –que son la mitad del electorado- indignados y furiosos? ¿no los hubiésemos tenido en las calles desconociendo esta democracia “tramposa”? ¿no hubiesen tenido razón? No estoy con esto justificando mi voto en blanco. Les cuento nomás. En realidad siempre pensé en votar a Lousteau. Hasta que en la última semana creí en las encuestas que le daban a Larreta una diferencia enorme. Y finalmente voté en blanco por el rechazo que me produce el pibe de rulos, porque pensé que no servía de nada votarlo, y también porque entendí que el voto orgánico era el voto en blanco. No tuvo que ver con mi ética, ni con la suciedad en las manos. Suciedad –y le dedico a esto unas líneas que creo necesaria- que militan algunos compañeros que llegados al cosmos epiperonista creen que de eso se trata todo. “La mugre astuta del pragmatismo” –con todo lo de prejuicio que eso tiene- parecen verla como superadora de “la pulcritud boba de los principios”. Olvidándose de aquel punto cero de este proceso político, que fue Néstor avisando que se llevaba sus principios para el interior de la Casa Rosada. Que tampoco fue mi caso en estas elecciones en las que voté en blanco. Mi voto, quizá como el de muchos, fue un voto perplejo. Pero además hubo una cuestión que creo es bueno que la comparta. Fueron muchos días en la radio, en mi programa donde todos los días hablamos de estas cosas abiertamente, en que me asustó –sí, me asustó- que estuviéramos llevando adelante con tanto entusiasmo una puja entre los blancos y los enrulados. Y ese lugar común de que no hay que asustarse por las discusiones entre compañeros está muy bien. Porque sabemos que discutir ideas es lo más sano que hay. Y estoy de acuerdo. Y es lindo pensarlo. Pero igual me guardo el susto por las discusiones y/o peleas internas. Fraternales o no. Prefiero exagerar mi sensibilidad a pecar de indulgente. Una rajadura interna en nuestra fuerza sería kriptonita para la oposición liberal. Por eso debemos seguir mirando a Cristina que se pone de pie para aplaudir a Scioli. Que así aplaude el rumbo que debemos seguir. Y lo aplaude y se pone de pie ella, que es el núcleo duro del núcleo duro kirchnerista. Y sin la mugre del pragmatismo, sino con pragmatismo y con principios.