En las últimas semanas, la imagen positiva del presidente Javier Gerardo Milei sufrió una abrumadora caída. Y, sin perjuicio de que el gobierno del libertario no acuse recibo de ello, el impacto de las decisiones comienza a sentirse en una sociedad que empieza a perder la paciencia y la posibilidad de continuar con los esfuerzos que exigió el presidente para abordar su plan de acción.

Los motivos por los que, en tan poco tiempo, el líder de la Libertad Avanza empieza a perder el aval de aquellos que lo pusieron en el sillón de Rivadavia son múltiples y, en su mayoría, se explican a través de un factor común: el ajuste que iba a solventar la casta, lo está pagando el pueblo trabajador.

¿Adónde van los recursos del Estado que el gobierno decide recortar? ¿A qué fines se utilizan las herramientas con las que cuenta el presidente en ejercicio de sus potestades?

A los jubilados se les vetó un aumento del 8% en sus haberes. Y, lejos de mostrarse preocupado por haber tenido que llevar a cabo dicha medida, Milei la celebró invitando a una cena en la quinta de Olivos a aquellos diputados que lo acompañaron en su accionar desde el Congreso Nacional. Un gesto desafortunado y provocador para los millones de jubilados que viven por debajo de la línea de pobreza.

Asimismo, la ley del presupuesto universitario, por el que el pasado 23 de abril la sociedad toda se movilizó de forma multitudinaria, colmando desde Plaza de Mayo hasta la Plaza de los dos Congresos, también es hoy objeto de otro acto mediante el cual el presidente vuelve a darle la espalda a la gente de a pie. En este caso, desfinanciado la educación gratuita y de excelencia que históricamente posicionó a la Universidad de Buenos Aires, entre otras, como una de las universidades de mayor calidad a nivel mundial.

Por otro lado, entre las medidas más urgentes, se encuentran las de índole impositiva. En este sentido, la tesitura adoptada en campaña por el hoy primer mandatario continúa en dirección al detrimento de los sectores de menores ingresos, aumentando los aranceles del monotributo y restableciendo la imposición del pago de ganancias sobre el salario. Mientras tanto, la gestión de gobierno colabora con los sectores de mayores recursos otorgando importantes beneficios impositivos en relación a los bienes personales, elevando considerablemente su mínimo no imponible.

Asimismo, en materia tributaria, el presidente promueve el blanqueo de capitales, favoreciendo a aquellos que, hasta hoy, evadieron obligaciones impositivas. Sin embargo, el relato gubernamental se jacta de ponderar que su gestión terminará con la corrupción y los beneficios de la casta.

No obstante, consideró que es necesario destinar recursos del Estado para la compra de aviones militares, siendo que la Argentina es un país cuya principal hipótesis de conflicto es el ingreso de los jubilados.

Estas medidas son algunas de las tantas decisiones a todas luces autoritarias que el gobierno de Javier Milei tomó en perjuicio del conjunto social que, desde diciembre de 2023, solo se ocupa de ajustar sus gastos.

Quizás los motivos del cansancio social que empieza a sentirse en la calle se vinculen con lo que aquellas promesas de terminar con lo corroído de la política y de eficientizar el Estado terminaron siendo un puñado de promesas falaces. Tal vez tenga que ver con que la libertad de la que se ufanó el presidente parece ser un derecho exclusivo de aquellos que se ubican entre los pocos que cuentan con mayores recursos económicos y poder: la vigencia de la casta en su mayor esplendor.