Hipotecas y Facturas
El kirchnerismo es en muchos aspectos una importante ruptura con la década del noventa, así como en otros es una continuidad. Por sus aciertos tiene una pertinaz oposición de sectores importantes del establishment económico nacional e internacional, y son sus continuidades y errores los que le pasan la factura luego de once años de gobierno.
El predominio de la política sobre la economía; la importante presencia del estado poniendo ciertos límites a la voracidad del mercado; la recuperación de conquistas laborales; la aplicación de políticas sociales importantes; el apoyo a la industria y una política exterior muy lejos de las relaciones carnales, todo ello junto a más de una veintena de medidas trascendentes, le han granjeado la animadversión de importantes sectores económicos, la alienación de franjas mayoritarias de las clases medias y la oposición virulenta de los medios dominantes.
La idea de retomar las líneas rectoras del peronismo histórico ya estaba enunciado en las conversaciones de Néstor Kirchner y Torcuato Di Tella recogidas en el libro “Después del derrumbe. Teoría y práctica política en la Argentina que se viene”, publicado por Galerna en abril del 2003, donde el luego presidente afirmaba: “El justicialismo debe ser capaz de reconstruir la alianza policlasista perdida con el empresariado nacional y los trabajadores, y ese es el esquema fundamental de la construcción de un proyecto nacional. Debe ser una instancia superadora de las experiencias peronistas fundacionales de mitad del siglo XX y de las que vivimos al final del siglo.”
El intento de apoyar a una burguesía establecida y facilitar el arribo de otros estigmatizada como "capitalismo de amigos”, ha revelado las limitaciones de un proyecto donde el actor “burguesía nacional” exterioriza, como es reiterado, sus debilidades, su endeblez ideológica y la falta de un proyecto integrador. Su escasa envergadura, su dependencia ideológica del discurso liberal suelen atentar contra sus propios intereses. No entiende que como bien afirma el ensayista José Pablo Feinmann: “Los pueblos sometidos no tienen economía, la economía los tiene a ellos.”
Con esas limitaciones de uno de los actores de su proyecto y manteniéndose excluido en el último tramo orgánicamente, un movimiento obrero dividido y en parte en la oposición, el gobierno sufre, junto con un angostamiento de su base de sustentación, la hipoteca de lo no realizado y las facturas de los que se oponen por lo que hizo bien.
El gobierno ha apoyado a la industria pero no ha tenido una política industrial. Eso significa que ha ayudado con sus políticas para conseguir record en la fabricación de automóviles, pero no ha tenido ninguna política para realizar una progresiva sustitución nacional en la fabricación de autopartes. Ha realizado una importante localización industrial en Tierra de Fuego, pero sin una política definida de integración creciente de componentes de fabricación nacional; nunca se ha avanzado más allá de simples armadurías.
Como bien sostiene el economista Ricardo Aronskind “el desarrollo con equidad es distinto del crecimiento con inclusión.”
Es el mismo economista que sostiene en su trabajo “Crisis coyuntural: entre la profundización y el retroceso”: “…a pesar del notable crecimiento industrial y también del crecimiento exportador industrial, las características heredadas de la industria argentina, no cambiaron. No mejoró significativamente su competitividad internacional ni el perfil de inserción internacional del país. …..Los concesionarios de servicios públicos tampoco mostraron que su continuidad sirviera para mejorar la vida de los ciudadanos. No surgieron nuevos actores dinámicos con presencia significativa en el viejo entramado industrial. En el terreno político no se registró, en todo el período kirchnerista, un apoyo firme y sin ambigüedades desde el sector industrial al gobierno, ni siquiera cuando peligró su estabilidad por el embate del sector agrario.”
Al mismo tiempo la concentración económica y el mantenimiento de la tasa de ganancias vía precios, en la puja distributiva, es una de las causas de la inflación creciente que desde hace varios años afectan al país, erosionan al gobierno y afectan con distinta intensidad a la población.
La socióloga Mónica Peralta Ramos sostiene: “La acumulación del capital en condiciones de dependencia tecnológica ha dado lugar a una creciente concentración y centralización de capitales en la industria, al dominio del capital extranjero en sectores clave de la producción, del acopio y del comercio exterior e interior y al control monopólico u oligopólico de segmentos de la economía que tienen importancia estratégica para el crecimiento del país. Las grandes empresas –sean nacionales o extranjeras– que dominan estos segmentos son formadoras de precios en los puntos “neurálgicos” de la economía y tienen, por eso mismo, una capacidad decisiva sobre la formación de precios en el mercado interno y sobre el control de las divisas provenientes del comercio exterior. Esto les permite retener y desabastecer productos de importancia estratégica: desde el dólar hasta los alimentos pasando por la chapa y otros insumos de producción. Les permite además obtener ganancias extraordinarias, aprovechar los estímulos oficiales al mercado interno y ejercer su poder de veto sobre las políticas que consideran nocivas a sus intereses. De ahí, su capacidad para afectar la estabilidad política e institucional del país.”
EL ACTOR AUSENTE
Es un comportamiento tradicional del industrial argentino que cuando le va bien es exclusivo mérito propio y cuando le va mal el único culpable es el gobierno.
Cuenta Norberto Galasso en su biografía de Raúl Scalabrini Ortiz (Ediciones del Mar Dulce (1970) este relato extraído de la Revista Qué 28-05-1957: “En julio de 1949, ya sancionada la Reforma Constitucional que estableció la función social de la propiedad, los derechos del trabajador y protegida la riqueza del subsuelo a través del artículo 40, Raúl se volvió a encontrar con aquel industrial que en el año treinta y tantos había visto ahogada su fabricación de bolsitas de papel por la competencia de Bunge y Born. “Casi no lo reconozco. Vestía ropas de óptima calidad. Estaba rozagante, brioso y muy seguro de sí mismo. Se me ocurrió que desde lo alto de su evidente opulencia avizoraba con cierto ligerísimo menosprecio la constancia invariable de mi modestia. No me fue difícil presuponer que por un momento se le cruzó la idea de que, al fin y al cabo, yo no podía ser nada más que un pobre infeliz traga libros, incapaz de triunfar, como él, en la lucha por la vida. Hizo gala de la fidelidad a sus ideas políticas. Continuaba siendo un buen radical. Desde las heterogéneas filas de la Unión Democrática había enfrentado la prepotencia militar y continuaba siendo un afiliado luchador contra los extremismos totalitarios que se habían adueñado del poder con métodos demagógicos. Cuando terminó de recitar su cartilla política le pedí datos de sus actividades económicas. Con gran aplomo me contó los detalles de su buenaventura. Habilitado por el Banco Industrial, había reinstalado con alguna maquinaria moderna su antigua fábrica de bolsas. Se quejó del tiempo que le habían hecho perder con la presentación de proyectos, planos y presupuestos de inversión. Usaba una terminología técnica muy precisa. Tuvo amargas palabras de censura para la minuciosidad y morosidad burocrática. Hizo una vaga referencia a participaciones o coimas, pero soslayó toda referencia concreta. Tuve la sospecha que en ese punto mentía o exageraba. No le oí una sola palabra de agradecimiento para nadie. Tenía la certidumbre de que su éxito se debía exclusivamente a su iniciativa personal, a su capacidad de trabajo indudable y a su espíritu de empresa. El radio de sus actividades fabriles se había extendido mucho y diversificado en una gran complejidad de artículos. Critico acerbamente el intervencionismo estatal que le impedía traer del extranjero repuestos y maquinarias más eficaces y más baratas que las fabricadas en el país. Se desahogó hablando mal de la prepotencia proletaria. Las reclamaciones de sus obreros era una espina clavada en su optimismo. Se explayó largamente y en términos duros contra sus exigencias y contra las crecientes concesiones que les acordaba el gobierno con su política demagógica. En su criterio, los obreros parecían querer suplantarlo en la propiedad de su fábrica y estableció un paralelo con lo que él suponía que ocurría en Rusia. Se acaloraba al recordar lo que él llamaba “insolencia de sus delegados.” Después, entró a criticar las innovaciones constitucionales y se dedicó a encarnecer las flamantes reformas introducidas en la Constitución. Ese artículo cuarenta -dijo- es un absurdo.” Entonces lo interrumpí. Lo había escuchado en silencio y con un asomo de aprobación porque quería medir el alcance de su incomprensión y la profundidad de la penetración de las ideas que sigilosamente difundían los intereses extranjeros. Ahora le tocaba el turno de escuchar. El día que caiga el artículo cuarenta- le dije- junto a él caerá su fábrica o comenzarán a formarse las condiciones para que caiga. El día que terminen los privilegios que con toda justicia aseguran las leyes a sus obreros, terminarán todos sus créditos y su opulencia que están sostenidos por el mismo principio de unidad y a poco volverá usted a ser el humilde “rasca” que fue siempre a pesar de sus grandes condiciones personales. ¿No ha comprendido todavía que su esfuerzo aislado vale menos que nada, frente a los inmensos poderes ….? ¿ No ha comprendido todavía que el país sólo puede defenderse y defenderlo a usted reuniendo en un mismo haz a todos los intereses nacionales, sin distinción de magnitud…? ¿No se ha percatado todavía que su propiedad o su infortunio es una unidad inseparable del conjunto nacional ..? ¿No se ha dado cuenta todavía que el artículo cuarenta es el símbolo que será arriado el infausto día en que triunfen las fuerzas antinacionales que se disciplinaron en la extinta Unión Democrática?....¿ No ha comprendido aún que el día en el que el delegado obrero carezca de fuerza legal coactiva para hacerle cumplir la ley, será el mismo día en que su fábrica comenzará a carecer de crédito?.....El día que muera el artículo 40, caerá el IAPI. Ese día Bunge y Born resucitará en toda su potencia y junto a él todo el conglomerado de intereses concertados en la voluntad de mantener nuestro país en el estado larval de factoría agropecuaria.”
Muchas veces apoyan políticas económicas que atentan contra sus intereses. Admiran a países que le venden como librecambistas cuando hasta que se desarrollaron fueron furiosamente proteccionistas. Tomemos el caso de EE.UU. El Norte quería un arancel sobre las importaciones. El general Grant, el conductor del ejército norteño, cuando fue presidente sostuvo: “Prefiero un traje de mala calidad nuestro, que uno de buena calidad de alpaca inglesa”. El Norte prefería un presente con esos parámetros para tener un futuro diferente. El Sur quería el traje de alpaca inglesa ahora.
OTRAS HIPOTECAS
La orientación energética fue errática. Durante los primeros años de la recuperación se exportó petróleo. Luego la mayor demanda interna, el vaciamiento realizado por Repsol, el intento fallido de argentinización de YPF, fue produciendo un enorme agujero incrementado en la electricidad por las ineficiencias y falta de inversión de Edenor y Edesur en la distribución. La estatización del 51% de YPF fue una decisión positiva pero tardía, cuando el gigantesco orificio ya se había producido y su posibilidad de remediarlo vía Vaca Muerta demorará varios años.
Después de muchos años se ha vuelto a hablar de la restricción externa, que anteriormente se denominaba estrangulamiento de la balanza de pagos y que consiste que los dólares que aporta el sector agropecuario no alcanzan para la importación de los insumos industriales, el pago de las amortizaciones e intereses de la deuda y las sumas destinadas a paliar el déficit energético. Durante los primeros 8 años, los altos precios de los productos exportables, el amplio superávit comercial, el superávit fiscal permitió sin problemas afrontar las necesidades de importación y los compromisos externos, estos últimos desde el 2005. Argentina, después de la cesación de pagos del 2001, quedo privado de la financiación externa y luego de un experimento exitoso con prescindencia del acceso financiero, llevó a que este último decidiera castigarla. A eso se agrega que Argentina redujo como no ocurría desde hacía más de seis décadas la relación deuda externa/ PBI. Cuando se redujo el superávit comercial, la balanza de pagos necesitó recurrir a las reservas para afrontar las deudas, lo que produjo una drástica reducción de las mismas.
Hoy el gobierno y la Argentina se encuentran en un callejón donde se conjuran recesión, inflación, caída de la inversión, amplísima brecha cambiaria, corrida hacia el dólar, caída de las exportaciones y de las importaciones, en un marco de restricción fuerte de dólares, mientras cae en forma brusca el precio en dólares de la tonelada de la soja. Si aumenta las tasas de interés en un intento precario y temporario de frenar la huida hacia el dólar, se encarece el crédito y enfría una economía ya recesiva. Si no lo hace, la brecha cambiaria se amplía con consecuencias demoledoras hacia la macroeconomía. Son conocidos sus efectos: se retiene la liquidación de las exportaciones, se adelantan las importaciones, se incentiva el contrabando.
Se calcula que actualmente hay retenidos al mes de septiembre 22 millones de toneladas de soja, cuando en el mismo mes del año pasado la cifra llegaba a 13 millones de toneladas ( Economista Matías Tombolini Perfil 27-09-2014)
El fomento industrial sin una política industrial lleva a que en momento de depresión del ciclo económico, cuanto más se producen automóviles o más se arman led y teléfonos, al tiempo que se necesita más energía, más se incrementa la necesidad de recurrir a las reservas para mantener la economía en actividad.
El aumento en la intensidad de la devaluación del dólar oficial para acortar la brecha con el marginal, produce efectos contrarios a lo esperado: se retienen exportaciones y se adelantan importaciones.
Todo esto se traduce en que muchas variables queden desalineadas produciendo inequidades evidentes: se financian los viajes y gastos en el exterior al dólar más barato y se retienen importaciones necesarias para la actividad productiva acentuando la posibilidad que aumenten suspensiones y despidos.
Cuando se incrementa en forma considerable la tasa de interés, se corre el riesgo que lo productivo se sacrifique en aras de lo financiero.
Otra hipoteca pendiente es la reforma del sistema tributario, que aparte de inequitativo y regresivo, produce distorsiones inadmisibles. No es posible que alguien que invierte $ 1.000.000 en una actividad productiva, si es una persona física, su rentabilidad, con un margen de incertidumbre, pague ganancias. El mismo $1.000.000 colocado en un plazo fijo tiene escasa o mínima incertidumbre y los intereses que cobre estén exentos de ganancias.
Hace más de un lustro que no se modifica el importe a partir del cual se paga el impuesto a los bienes personales que está en $ 305.000 o sea menos de 40.000 dólares. Los contribuyentes que pagan este impuesto rondan un poco más de 500.000 personas. El resultado es nefasto: el Estado finge que en nuestro país solo hay medio millón de personas que tienen 40.000 dólares de patrimonio y millones de personas evaden el impuesto. Mientras tanto, aproximadamente 8% de empleados en relación de dependencia pagan impuesto a las ganancias.
La discriminación de los subsidios y el control de los mismos resultaban imprescindibles cuando Cristina Fernández inició su segundo mandato y habló de la sintonía fina. Al gobierno en este aspecto, le torció el brazo una oposición hipócrita que los repudia en abstracto y chilla cuando tiene que pagar los servicios a su valor real. Los subsidios a los sectores que lo necesitan es una forma indirecta de aumentar el salario. En cambio los que van a sectores de altos ingresos es una inequidad absurda que incrementa el déficit fiscal y por consiguiente, en las condiciones actuales, el incremento de la emisión monetaria.
FACTURAS
Hay sectores del poder económico beneficiados, que como la vaca empantanada patea al gobierno que lo benefició porque desconfía ideológicamente de él, cuando antes estaban acostumbrados a que le pongan la alfombra roja en la Casa Rosada. Hay otros sectores económicos que fueron limitados en su accionar tradicional y detestan visceralmente al gobierno. Hay franjas crecientes de clase media, muy beneficiada, que sienten una repulsa de piel al ascenso de los sectores populares.
Hay centrales obreras y dirigentes sindicales que por errores recíprocos transitan el camino inadmisible de abrazarse con enemigos y adversarios históricos. Hay sectores populares, minoritarios, que avanzaron significativamente pero que en una sociedad con debilitamiento de los lazos sociales tienen comportamientos tan volubles como los que pueden percibirse en los sectores medios.
HIPOTECAS Y FACTURAS
El kirchnerismo ha demostrado que cuando se encuentra en posición desfavorable, sale por izquierda y aparece el mejor kirchnerismo. Con todas sus limitaciones y errores, el kirchnerismo le saca con sus aciertos muchos cuerpos de ventaja a las variantes opositoras con posibilidad de llegar a la Casa Rosada en el 2015. Las facturas que le pasan los opositores por los aciertos gubernamentales, tienen amplias posibilidades de ser eliminados o esterilizados.
Y los errores y limitaciones son hipotecas que no van a ser levantadas por los candidatos del establishment, sino que van a ser potenciadas.
Recordando hechos emblemáticos de la historia universal, tal vez se pueda decir que pasado el Rubicón, los meses siguientes se deslizarán por el desfiladero de las Termópilas.