El olvidado Aníbal Sampayo
En esta, una de esas noches en que uno trata de leer mientras escucha música o de escuchar música mientras lee, y acaba por no hacer ninguna de las dos cosas, en esta, una de esas noches uno termina pensando, como sin darse cuenta.
Escuchaba al Sabalero y trataba de leer una biografía de Alfred Hitchcock. No veo la relación entre una cosa y la otra y que nadie trate de encontrarla. Será inútil.
Para la gente de mi edad, mis ideas, mi cultura o todo eso junto, el Sabalero fue siempre una suerte de desastrado hermano mayor, un poco impresentable y siempre muy querido. Y creo que lamenté su muerte como la de no muchos otros.
Lo escuché esta noche largamente mientras mi imaginación se iba hacia el lado de los tomates, pero rumbeando hacia la República Oriental, “oriental en razón de su destino”, dice Zitarrosa, y uno no sabe si es joda, porque un punto cardinal jamás puede llegar a ser algo que merezca ser llamado “destino”. Pero al Flaco se le perdona cualquier cosa, hasta las exageraciones.
El caso es que la música me remitió a las elucubraciones provocadas por un documental que vi hace un par de días sobre “música uruguaya” y que consistieron más que nada en pensar que, como el Flaco, los del documental mejor hubieran dicho “oriental” y no “uruguayo”, ya que uruguayo, vale decir, de las riberas del Uruguay serían Aníbal Sampayo, acaso Osiris Rodríguez Castillos y pará de contar, el menos en mi ignorancia, que no es mayor acerca del tema que la de los autores del documental, para quienes al parecer ni siquiera don Osiris, el Atahualpa Yupanki de esa banda, había pasado alguna vez por este mundo.
Pero nadie es perfecto, así que lo dejamos ahí porque al fin de cuentas no se puede estar hablando de todo todo el tiempo y a cada oportunidad, pero seguí pensando en los muy buenos músicos de la República Oriental y diciéndome que, sin quitar mérito a nadie, me quedaría “ahora y siempre”, como suele decirse, con una línea media que otra que Distefano, Pederzoli y Nappe. A saber, el Sabalero, Zitarrosa y Sampayo.
Y entonces me pregunté ¿por qué está tan olvidado Sampayo, el más extraordinario de entre los extraordinarios autores y compositores que dio de la República Oriental?
Cierta paranoia que de tanto en tanto a uno inevitablemente le aflora puede sugerirle que debe haber razones. Vaya uno a saber. Cosas que pasan, diría Larralde.
El caso es que por el youtu llegué a don Aníbal Sampayo y me costó dominar la emoción al escuchar estos tantos temas que le había escuchado alguna vez y, por algún tiempo, le seguí escuchando a otros, hasta que de a poco, los temas, el hombre y no tan de a poco, su tiempo, se fueron apagando.
Dicen que se fue, dicen que no está
Dicen que se ha muerto, dicen que volverá
… cantaría el Sabalero el tema de Jaime Ross, no referido a Sampayo, claro, pero vale.
Tampoco está referido a lo que inevitablemente nos ha de remitir en estos tiempos, pero igualmente vale.
Y como de Sampayo se trata esto, asì como para ayudar a que no se lo olvide tanto y tan fácil, les dejo acá Río de los pájaros, Patrón, Bailando chotis, La cañera, El río no es sólo eso, Señor de Montiel, Coplitas del pescador, De antiguo vuelo, La palomita, Venga que soy pie, Ki chororo, Peoncito del mandiocal, El pescador, Río sin fronteras, Reforma agraria.
Especial atención debería prestarse a Señor de Montiel, milonga dedicada al notable e igualmente olvidado poeta entrerriano Delio Panizza.
Para quien quiera escucharla por separado, acá está, pero por un Sampayo ya bastante viejo y después de salir de la cárcel y volver del exilio, que en alguna época alguna gente hacía algo más que cantar y componer tan admirablemente: