EL nieto, los nietos, y nosotros, pero distintos
Estela tiene su origen nominal en Stella, que es la estrella de la mañana. La estrella que sale al alba cuando las demás se apagan. Estela recupera a su nieto, ya un hombre. Llora y ríe. La conjunción de ambos estados de ánimo es un umbral superior del espíritu. Y los nietos recuperados incorporan a un hermano. A un hermano de igual origen y dolor y enigma. La historia se quita otro velo de la antihistoria. Y se amplía el desciframiento del atroz jeroglífico. Los argentinos somos un nieto mejores que antes. Si, cada nieto recuperado mejora nuestro habitat y nuestros corazones. Por más que haya corazones que se bloqueen o se nieguen o se escondan los nietos se les meten adentro. Y los endulzan e higienizan aunque no quieran.
Heráclito dice que nadie se baña dos veces en el mismo río; cada uno de nosotros sabemos que nunca se repiten los mismos pueblos aunque seamos los mismos individuos. Somos el pueblo del genocidio, el de los indultos, el del Nunca Más, el punto final, y el de verdad , memoria y justicia. El de ahora. Somos cada vez pueblos distintos. Nunca nos bañamos en el mismo rio. Aunque compartamos la misma geografía. Y nunca es la misma democracia la que nos convoca o la que nos desune. Y la que nos esperanza o desespera. Pero en 2014 somos mejores que nosotros mismos cuando no éramos como ahora. Guido es otro nieto igual que los otros nietos; que los recuperados y los aún ausentes. No hay una tabla de categoría de nietos como no la hay de abuelas ni de abuelos. Ni de desaparecidos. Una única jerarquía los abraza: la de bienvenidos.
Estela es un nombre referencial; resume un liderazgo moral y político. Es la parte argentina-como Las Madres- resistente e inviolable a las argentinitas y a los argentinitos que son cada día menos. Porque, a su pesar, evolucionan y crecen gracias a los argentinos. O porque la mejor Argentina supera a la que todavía se obstina en no asumirse.
Somos un nieto mejores que antes de Guido. Este no es un pensamiento ni un concepto: es una verdad grande como Estela y su nieto. Somos el mismo pueblo que el de los indultos pero somos un pueblo distinto. Entre aquel y este hay una distancia de Derechos Humanos y de derechos populares recobrados y conquistados. Una distancia de nietos y de abuelas que recuperan a esos nietos. Antes el llanto y el júbilo andaban separados. Gracias a simbolismos como “Guido” ahora ambos se confunden y en la Argentina se hace costumbre la alegría con llanto.
Es nuestra nueva marca del espíritu.