El liberalismo con sangre entra
LAS MANOS EN EL GABÁN
Rubén Blades, abjurando de su compromiso salsero con el pueblo de latinoamérica criticó en una carta a Maduro. Pero ingresando a las huestes de los hombres buenos independientes, también critica a Capriles. Es que hay gente –acá las hay por todos lados- que en su búsqueda de un lugar que corresponda a su prestigio y calidades virginales y humanistas se ubica frente a los desafíos sociales más peliagudos, y en los peores momentos, en unas coordenadas celestiales que son: al centro, afuera, y arriba. Sobre todo bien arriba y lejos de los contendientes. Blades escribe sobre Venezuela “La necesidad de nuevos protagonistas que planteen una agenda objetiva y patriótica, no demagógica o ideológica, es vital en estos momentos. Por eso iniciativas como la de los estudiantes, la formación de grupos verdaderamente independientes, puede resultar el inicio de un movimiento que permita a la razón nacional, superar la rabia partidista y el odio de clases.” Estupideces o perversidades que suenan a un llamamiento amoroso, ideas tan lindas y falsas como las de esas publicidades donde el mundo olvida sus diferencias y todos se abrazan y besan. Basta de ideología, de demagogia, y sí mucha urgencia por encontrar “objetividad” y por supuesto “grupos verdaderamente independientes”. Blades unifica de manera tan boba y jodida las tensiones entre oprimidos y opresores, dominantes y dominados, legalidad e ilegalidad, y sólo se le ocurre hablar de odio de clases. Suena lindo hablar de “una Venezuela para todos”. Suena tan lindo como meter leones y ovejas en un mismo corral y plantear la necesidad de encontrar puntos de acuerdo, y que las ovejas dejen de patalear porque los leones también tienen derechos. Ovejas antidemocráticas que no se dejan comer por los leones como debería ser.
SANGRE PARA EL MERCADO
Hago de memoria una lista incompleta:
Los obreros de los talleres Vasena en la Semana Trágica.
Los trabajadores campesinos de la Patagonia.
El pueblo argentino en 1955 y en 1976.
El pueblo chileno en 1973.
Los soldados en Malvinas en 1982.
El pueblo Venezolano en 1989 y 2002.
La derecha siempre soluciona sus dificultades matando. Siempre acusando a sus víctimas de ser sujetos peligrosos. Siempre lo hacen para imponer planes económicos que trasladen la riqueza de todos a la casta dominante. Por eso puse Malvinas en la lista. Porque Thatcher utilizó esa guerra para generar en su propio país el clima necesario para implementar las ideas económicas de Friedman, el papá de la miseria mundial. La pobreza de los ingleses en los 80 se cimentó sobre los muertos argentinos en nuestras islas.
La derecha mata y acusa y miente. En la Patagonia el general Varela asesina a 1500 trabajadores argumentando una insurrección armada, haciendo pasar un tiroteo entre un estanciero y delincuentes comunes como un ataque armado anarquista. Pasaron 90 años y las cosas son idénticas. Finalmente, la violencia criminal siempre será de Wilckens, el anarquista que mató a Varela, el fusilador de trabajadores.
Todo sigue funcionando con los mismos viejos trucos y los mismo parámetros.
EL BUFÓN Y LOS SUELDOS
Por estos días el bufón en jefe de las fuerzas de la reacción conservadora en nuestro país pidió que se le rebajara el sueldo a los trabajadores. Dijo que si hubiera un líder con un “buen liderazgo” podría bajar los sueldos de los trabajadores. Es útil recordar que el bufón se ríe y critica cuando el liderazgo político interviene efectivamente para defender los sueldos de los trabajadores. Eso le parece estúpido, errado, contraproducente e intervencionista. Pero según él mismo dice no le parecería estúpido, ni errado, ni contraproducente, ni intervencionista que el gobierno bajara los sueldos del laburante. Agotados los recursos cómicos del bufón de los domingos, cansado de ser una usina de operaciones políticas que no dan los frutos esperados, salió sin eufemismos a decir lo que nadie se animaba a decir. Así, las fuerzas de la reacción abandonaron por un momento sus líneas de acción directa que de ser exitosas deberían desembocar en pobreza generalizada, para pedir llanamente: pobreza generalizada. Un “buen liderazgo” debería ahorrarles todos los pasos que están dando si un líder a su medida tomara la decisión de empobrecer a las clases trabajadoras. Cuando lo escuché decir eso pensé que por un momento se había suspendido la contienda. Pararon las mentiras y los ataques, paró el acoso permanente, pararon las agresiones. Y sentí que había una especie de tregua donde -con los ataques suspendidos- el agresor cotidiano expresaba el objetivo final de las agresiones: sueldos baratos para sus patrones y una sociedad vencida por la miseria.
TÍTERES Y PIOLINES
Por estos días en que el presidente de Venezuela debe ocuparse de CNN como un factor brutal y directo de desestabilización de su gobierno, mientras acá Clarín hace lo propio con cierta efectividad, pensaba que la cuestión de los medios poderosos excede la cuestión periodística. No es un problema periodístico el papel que estos medios hegemónicos cumplen. No son los periodistas, como no lo serían los panaderos si el ejército de EEUU hubiera reclutado panaderos para invadir y masacrar Irak. Nada tiene que ver un periodista con lo que hace un Bonelli acá o una Janiot allá. El panadero reclutado por el ejército hace lo que hace como soldado entrenado y no como panadero. Y si esto parece obvio, a veces no lo es. Porque seguimos discutiendo estas cuestiones como si si fuera un problema ético o como si el asunto fuese “decir o no la verdad”. Es la política y las regulaciones, las normas y las leyes que defienden la paz, los derechos y el funcionamiento institucional las que deben enfrentar este problema. No es el sindicato de panaderos quien pueda frenar la próxima ocupación del ejército norteamericano. El problema no es lo que el títere dice, el problema es el poder que tiene el que mueve los piolines.