El asesinato del joven Michael Brown, de sólo 18 años, a manos de la policía en Ferguson, Missouri, significó una inminente rebelión en la zona, contra los abusos policiales y buscando una investigación sobre los hechos que desembocaron en su muerte. Al momento de escribir estas líneas, Eric Holder, fiscal general y Jefe del Departamento de Justicia de EE.UU., se había involucrado directamente en la investigación de los hechos, que implicarían al agente Darren Wilson en el asesinato del joven afroamericano. Sin embargo, Holder también fue crítico del gobernador Jay Nixon, al afirmar su preocupación  ante las autoridades locales por “la entrega selectiva de información sensible que hasta ahora hemos visto”, según anunció públicamente.

La autopsia privada a la que accedió el diario The New York Times sentenció que la muerte de Brown fue provocada por seis disparos, dos de ellos en la cabeza, el pasado 9 de agosto. De acuerdo a esta autopsia, todos los disparos fueron efectuados de frente. Sin embargo, aquí hay un contrapunto con lo dicho por Dorian Johnson, el joven que caminaba junto a Brown en el momento en que este fue asesinado: su recuerdo es que uno de los disparos fue efectuado a las espaldas de Brown. Johnson también ha aportado un elemento clave para la investigación: mencionó que Brown le indicó al agente que no estaba armado, tras lo cual Wilson prosiguió igualmente con los disparos, lo que demuestra la alevosía del hecho.

Este hecho provocó la repentina vuelta de Barack Obama de sus vacaciones, y también tuvo implicancias internacionales: Rusia, a través de su cancillería, emitió un duro comunicado en el que afirmó que “las autoridades de EE.UU. tendrían que ocuparse de los problemas internos de grandes dimensiones que tienen, y adoptar medidas eficaces para hacerles frente. Esta es una forma más constructiva y acorde a la realidad del Siglo XXI que la política heredada del pasado de intervención en los asuntos de otros países”. A su vez, el representante  de la cancillería rusa para los Derechos Humanos y la democracia, Konstantin Dolgov, fue todavía más allá, cuando dijo que “exigiendo que otros países garanticen la libertad de expresión y no repriman las protestas antigubernamentales, el gobierno de EE.UU. no se priva de emplear mano dura en casa con quienes muestran activamente su indignación por las persistentes desigualdades”. Ambas declaraciones constituyen una respuesta por elevación a las sanciones comerciales que efectuó el gobierno de Obama sobre el Kremlin por la situación de Ucrania.

Varios interrogantes quedan ahora, a la luz de que las movilizaciones aún persisten: ¿Podrá Holder arribar a una investigación sobre lo que efectivamente sucedió sin contar con el apoyo de las autoridades locales? ¿Cuál será la reacción policial ante las sucesivas movilizaciones que, a estas horas, aún tienen lugar en Ferguson, exigiendo una investigación a fondo de los hechos? ¿Seguirán algunos monopolios informativos, como la CNN, ocultando las masivas protestas contra este accionar policial? ¿Tomará Obama una posición más firme en cuanto a la determinación de las responsabilidades sobre los hechos, teniendo en cuenta que además es el primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos?

Estas son preguntas que, en los próximos días, condicionarán sin dudas gran parte de la política cotidiana en el país del norte, a la espera del esclarecimiento de estos lamentables hechos.