Disparen contra el populismo*
El 21 de febrero de 1848 se publicó el Manifiesto Comunista escrito por Carlos Marx y Federico Engels. Texto de notable belleza, profundidad y precisión, sostenía: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.”
Parafraseando a los inspiradores del socialismo científico, se puede decir hoy: “Un fantasma recorre América Latina: el fantasma del populismo. Todas las fuerzas reaccionarias con diferentes envoltorios se han unido en santa alianza para acosar a ese fantasma.”
El establishment lo detesta. El imperialismo, en su momento a través de George W. Bush, lo ubicó apenas un escalón por debajo del terrorismo. Los diarios del sistema lo descalifican por irracional y demagógico. Los gestores de negocios disfrazados de economistas lo consideran poco serio por tener la mala costumbre de distribuir hacia abajo cuando en su lógica lo único científico es distribuir hacia arriba.
Las izquierdas latinoamericanas más radicalizadas que nunca comprendieron la cuestión nacional de los países dependientes o semicoloniales lo critican por sus limitaciones.
Las oligarquías se inflaman de odio ante la sola posibilidad que acceda al gobierno. A un populista como Juan Domingo Perón lo exiliaron y proscribieron por 18 años. A Getulio Vargas lo indujeron al suicidio en Brasil. A Gualberto Villarroel en Bolivia lo colgaron de un farol de la Plaza Murillo. A Salvador Allende lo bombardearon y después de un discurso memorable decidió pegarse un tiro. A Juan Bosh en República Dominicana, los marines lo derrocaron después de invadir su país. A Hugo Chávez le hicieron todas las zancadillas posibles, lo mismo que a Néstor Kirchner y Cristina Fernández. A Rafael Correa y a Evo Morales que resisten, tuvieron varios intentos golpistas. Apenas algunos de muchos ejemplos.
ALGUNAS PRUEBAS SU SEÑORÍA
El columnista de Clarín Ricardo Roa, escribió el 15 de enero del 2017: “Populista es un término bastante ambiguo si se lo quiere definir con precisión. Es ambiguo porque abarca demasiado. Reemplazó a demagogo en el idioma de todos los días. Pero son tan sinónimos como lo son feo y horrible. San Agustín decía que si no se lo preguntaban, sabía qué era el tiempo; pero si tenía que responderlo, no. El populismo no es una ideología sino una cultura y sin entrar en debates de las ciencias políticas hay similitudes entre el populismo kirchnerista y el populismo y el populismo trumpista……Populismo y demagogia son viejos en el mundo y por lo que se ve ahora en el mundo dejaron de ser endemia del subdesarrollo. En Latinoamérica son de izquierda. En Europa ahora se consiguen pero de derecha.
El 23 de octubre del 2016, un columnista del diario La Nación, Joaquín Morales Solá, escribió bajo el título de “El temor al regreso del populismo”: Los empresarios entienden la realidad con la ley de la oferta y la demanda en la mano: ¿por qué deberían invertir ahora, deducen, si gran parte de las empresas grandes y medianas (ni hablar de las pequeñas) tiene ociosa entre el 40 y el 50 por ciento de su capacidad de producción? Sin embargo, el temor al regreso del populismo es fácilmente perceptible en todos ellos, incluidos funcionarios con concepciones distintas y empresarios de diferente porte. Conclusión: el populismo no está muerto.”
El mismo columnista se alegraba el 11 de enero del 2017 cuando escribió: “Hace dos años, los economistas argentinos solían decir en voz baja que uno de los aciertos de la historia fue no haberle dado a Cristina Kirchner el manejo de esos inmensos recursos. Se hubiera convertido en presidenta vitalicia. De hecho la decisión de expropiarle YPF a la española Repsol (con los métodos de una confiscación) tuvo el argumento oculto de que el Estado argentino se hiciera cargo de la explotación de Vaca Muerta.”
La ensayista española Pilar Rahola, licenciada en Filología que se hacía pasar por doctora sostuvo en un reportaje realizado por Pablo Sirven para La Nación: “El populismo siempre es primo hermano del fascismo.”
Otro editorialista de La Nación, Jorge Fernández Díaz, que dominicalmente expresa un odio cerril, escribió el 7 de agosto del 2016: “El populismo multiplicó las villas, medró con la miseria y consolidó las desigualdades. Los populismos prometen conquistar el cielo y normalmente nos llevan al infierno.”
El escritor peruano Mario Vargas Llosa escribió: "El populismo de los últimos años le hizo muchísimo daño a la Argentina, aisló al país del mundo, lo empobreció".
El escritor Marcos Aguinis, en uno de los tantos panfletos que escribió sobre el tema, afirmó el 12 de octubre del 2011, pocos días antes del arrasador triunfo de Cristina Fernández: “No lo confiesa, pero es irrefutable: el populismo se basa en el corto plazo. No tiene ni quiere tener una visión estratégica, aunque mienta por sistema, y diga lo contrario. Por eso recurre a términos como "modelo" o "socialismo del siglo XXI". Ese modelo y ese socialismo no existen. Sólo existen el poder y el dinero para unos pocos. Poder y dinero que se incentivan de forma recíproca y embolsan a creciente ritmo. Por dinero y por poder se llega a la aceptación de todo, en busca del blindaje que ofrece la impunidad. "Profundizar el modelo" es robar y acumular más poder para unos pocos. En los populismos decaen los valores y se enloda la dignidad. El populismo, para ganar y sostenerse, ofrece bienestar hoy (o aparente bienestar), sin importarle el mañana. Estimula el facilismo y la irresponsabilidad para conseguir adeptos, por lo cual la productividad baja. No estimula la formación de mano de obra calificada, ni estimula nuevas fuentes de trabajo. No disminuye de forma drástica la pobreza, sino que brinda a manos llenas el consuelo de la limosna….”
Otro columnista de La Nación, Carlos Pagni, nos alertaba el 27 de febrero del 2012: “Es fantasear con que los males del populismo se corrigen con más populismo.”
El economista Javier González Fraga, actual presidente del Banco Nación, declaró: “Nadie quiere invertir en el país porque no saben si no vuelve el populismo dentro de dos años. El populismo se nutre de la pobreza.”
Enrique Krauze, ingeniero y Doctor en Historia, un Aguinis mejicano, declaró en La Nación 10-01-2007, refiriéndose a la Argentina: “ Es un país dotado para ser moderno, pero que persiste en el populismo. Eso empezó con Juan Domingo Perón y llega hasta hoy con Néstor Kirchner el que tiene rasgos populistas y de intolerancia francamente antidemocráticos que no me gustan”.
El editorial de La Nación, del 31 de enero del 2017 es uno de los tantos dedicados al tema lo hace bajo el significativo título “Dejar atrás el populismo”
El sociólogo Nicolás Casullo en Página 12 del 28-05-2006 hacia mención al desprecio de sectores de izquierda hacia el populismo: “En un documento de los años 70, donde, bajo la rúbrica de Mario Roberto Santucho, puede leerse la necesidad de “luchar contra el populismo y el reformismo político, políticas ligadas a los intereses imperialistas” para acotar seguidamente: “Montoneros es una corriente popular infectada por la enfermedad populista y su confianza en el peronismo burgués….. El populismo hablaba por entonces de revolución socialista.”
EN DEFENSA DEL POPULISMO I
El ensayista Ernesto Laclau en su libro “La razón populista” escribió: “El populismo por sí mismo tiende a negar cualquier identificación con , o clasificación dentro de, la dicotomía izquierda/ derecha. Es un movimiento multiclasista, aunque no todos los movimientos multiclasistas pueden considerarse populistas. El populismo probablemente desafíe cualquier definición exhaustiva.....el populismo generalmente incluye componentes opuestos.......unido a cierta forma de autoritarismo a menudo bajo un liderazgo carismático. También incluye demandas socialistas (o al menos la demanda de justicia social), una defensa vigorosa de la pequeña propiedad, fuertes componentes nacionalistas, y la negación de la importancia de clase. ......Se dice que el populismo “simplifica” el espacio político, al reemplazar una serie compleja de diferencias y determinaciones por una cruda dicotomía cuyos dos polos son necesariamente imprecisos...Así podemos afirmar que para progresar en la comprensión del populismo, es una condición sine qua non rescatarlo de su posición marginal en el discurso de las ciencias sociales, las cuales la han confinado al dominio de aquello que excede al concepto, a ser el simple opuesto de formas dignificadas con el estatus de una verdadera racionalidad.......El populismo no sólo ha sido degradado, también ha sido denigrado....El populismo se presenta a sí mismo como subversivo del estado de cosas existentes y también como el punto de partida de una reconstrucción más o menos radical de un nuevo orden, una vez que el anterior se ha debilitado..... Sin la erosión progresiva del sistema oligárquico en la Argentina de la década de 1930, el surgimiento de Perón hubiera sido impensable.”
EN DEFENSA DEL POPULISMO II
El 14 de febrero del 2006 escribí sobre el tema una nota bajo el título “Del ornitorrinco al libre albedrío”, que en sus párrafos fundamentales decía: “El ornitorrinco es “un mamífero ovíparo, de tamaño de un conejo, de mandíbulas ensanchadas y cubiertas por una lámina cornea a manera de pico, pies palmeados y pelaje suave y espeso”. Tiene la particularidad o tal vez la originalidad, que es un reptil que como es lógico pone huevos pero alimenta a sus crías con sus mamas, es decir que también es un mamífero”.
El ornitorrinco es como la realidad, que crea situaciones que desconciertan a los analistas, deja perplejos a los pensadores, sume en la confusión a los filósofos, se escapa de los dogmas de aquellos que dibujan un mundo sin sorpresas, porque son poseedores de todas las respuestas.
En los países más desarrollados, la confrontación burguesía–proletariado se presentó como la contradicción principal. En Francia, Inglaterra, EE.UU, la burguesía se apoderó del Estado imponiéndose a otras fuerzas y realizó la revolución burguesa, induciendo al desarrollo de las fuerzas productivas teniendo una relación de necesidad y confrontación con los obreros.
En los países coloniales y semicoloniales, los esbozos de la burguesía nacional fueron derrotados, implementando otros actores sociales desde el Estado, políticas que contemplaron sus intereses. Su actitud fluctuante fue, en ocasiones, formar parte de los movimientos nacionales en donde podían dar batalla, en mejores condiciones a los intereses económicos competitivos extranjeros y a sus adversarios internos, o en otros casos aliarse a ellos para enfrentarse a los movimientos nacionales, que surgieron como un frente de intereses comunes y contradictorios para enfrentar a los sectores económicos internos más retardatarios y aquellos otros foráneos, respaldados por la potencia dominante de la época en alianza posteriormente con los organismos financieros internacionales que cumplen roles similares.
Los movimientos nacionales tienen grandezas y miserias, etapas transformadoras de cambios significativos y otros en que protagonizan períodos termidoreanos de profundos retrocesos. Son como el ornitorrinco: mamíferos y reptiles. En los momentos de avance, predomina el mamífero. En otras, su parte reptil acompaña la caída.
A la derecha económica concentrada, le agrada lo que tiene reptil, pero se opone, desconfía e intenta destruir la parte de mamífero. Ciertos sectores de izquierda parten de la premisa que la revolución sólo la puede hacer un mamífero integral y se oponen al ornitorrinco por reptil. En esos casos, desde posiciones opuestas, termina habiendo una coincidencia práctica.
Hay quienes sostienen que los movimientos nacionales (el peronismo, el varguismo, el velazquismo, el chavismo, el evomoralismo, entre tantos otros) deben ser analizados como lo que son: un ornitorrinco donde conviven el reptil y el mamífero. Comprenderlo y apoyarlo en lo que tiene de progresividad histórica y justicia social no implica convertirse en un seguidor incondicional, en un militante acrítico del ornitorrinco. Si se sostiene que hay que colocarse a su lado, al tiempo que se conforma una alternativa más consistente, un movimiento nacional con una conducción más sólida y consecuente, desarrollando sus aspectos más evolucionados y dejando aislados, cuando hay un cambio de la relación de fuerzas, las partes de reptil. Están lo que dicen que esto solo es posible compartiendo su vida y su hábitat y otros sostienen que hay que caminar junto al ornitorrinco pero independiente de él. En cualquier caso son visiones que consideran a los movimientos nacionales como un proceso histórico positivo. En cambio, los que quieren la garantía de un mamífero auténtico, lo desprecian como un engaño. Y los que lo quieren todo reptil, no lo consideran un animal de su confianza y lo intentan cercar y matar. En estas interpretaciones, dudas, errores, golpes sangrientos, patrullas perdidas, triunfos y traiciones se encierra porciones significativas de la historia de América Latina de los últimos dos siglos.”
DISPAREN CONTRA EL POPULISMO
El 15 de noviembre del 2016, el columnista de Clarín Armando Pepe, con un olvidado y archivado pasado peronista escribió: “No me digan que no han leído, escuchado o conjeturado. Todo es culpa del populismo, ese monstruo escatológico en la era de la pos-verdad, suerte de compendio maligno de los nueves círculos del infierno que Dante Alighieri describió en “La divina comedia”. Todo cabe en esa palabra maltratada por politólogos, políticos, empresarios y periodistas. De haberlo sabido Dante hubiese agregado populismo a sus calamidades: la lujuria, la gula, la avaricia, la ira, la pereza, la herejía, la violencia, el fraude y la traición. La entelequia del populismo parece resumir todo el inventario del pecado político. Para los nuevos paradigmas, populistas son todos. El diario “El País” de Madrid advirtió en su portada antes de la elección que consagró a Trump que “el populismo mundial libra su batalla en EE.UU”
Más allá de lo complejo del fenómeno Trump, que he analizado en otras notas, identificar al kirchnerismo con Trump, es consecuencia en el mejor de los casos de una pereza mental. Es la misma superficialidad que llevó en su momento a identificar al peronismo con el fascismo y en los casos de una ceguera completa con el nazismo. Igualar el nacionalismo imperial con el nacionalismo democrático de los países subdesarrollados es como diría el sacerdote, político, estadista, diplomático, y ex Ministro francés Charles Maurice de Tayllerand " Es algo mucho peor que un crimen: un imperdonable error", comentario que realizó al recibir la noticia de la ejecución del joven duque de Enghien por orden de Napoleón. O como bien precisaba Lenín: “Estar en contra del nacionalismo del país oprimido, es estar a favor del nacionalismo del país opresor”
Según el sociólogo Ezequiel Adamosky, en su nota en la revista Anfibia: “Populismo” se ha convertido en un término de combate profundamente ideologizado. Su valor como concepto para entender la realidad, si alguna vez lo tuvo, se ha extinguido.
El autor de esta nota se enrola siempre del lado de los populismos, consciente de sus potencialidades y también de sus limitaciones. Le alcanza con observar el odio que despierta en los enemigos históricos, en las almas puras, en los progresistas teórícos, en los representantes conspicuos del poder económico, en sectores de clase media atravesados por la concepción sarmientina de civilización o barbarie.
La pretendida descalificación de populistas vomitada hacia los movimientos populares se debe asumir como una cucarda a exhibir, de la misma forma que la descalificación de descamisados fue levantada orgullosamente por aquellos que fueron denostados.
*Publicado en la TECLA Ñ