Cristina en el maravilloso país de las puertas chicas
Uno de mis primeros recuerdos de la Plaza es de mediados de la década del noventa, tendría 11 o 12 años. Caminamos unas cuadras por Avenida de Mayo y de golpe vimos aparecer la columna de Madres. Yo no entendía casi nada de marchas, no sabía cómo las organizaciones copaban la plaza. Era, creo, mi primera vez allí un 24 de marzo. Mi viejo se agachó un poco y me dijo al oído: “Pará, a ellas se las aplaude”. Nos detuvimos entonces y las vi avanzar mientras la gente cantaba: “Madres de la Plaza, el Pueblo las abraza”. Ahí nomás sentí una emoción tan fuerte que supe que nunca me iba a olvidar de ese momento. Pasaron 20 años y todavía veo esa imagen en mi mente como si tuviera un Youtube en el bocho. Hubo muchas plazas desde esa hasta acá.
Esta vez llegué sola, me di vuelta y encontré una bandera con un corazón rojo gigante en lugar del sol. Una pareja de sesentones caminaba a mi lado con dos perros, un caniche y un Jack Russell. Más adelante había un rubio con dos Golden Retrivers, los dueños de los perros se saludaron y se sacaron fotos juntos mientras sus mascotas se olían amistosamente los culos. La gente estaba feliz. Las calles llenas de familias. Me encontré con dos amigas. Una está embarazada, por eso dudaba si quedarse hasta que hablara Cristina o irse antes. Hacía calor y tenía miedo de no soportarlo. Fuimos acercándonos, sorteando con dificultad el oleaje de personas, hacia el centro y cuando estuvimos cerca de la Pirámide de Mayo decidió que no se iba a ir sin el discurso. Fue en ese momento cuando escuché que aplaudían a una columna. Mi amiga preguntó: “¿Son las Madres?” Alcancé a ver que no. “Son los Científicos Autoconvocados”. Como una flecha me vino el recuerdo de la tarde con mi papá. Cuanto pasó en estos años para que ahora sean los Científicos los ovacionados. Cuanto logró repararse para que ya no sea sólo la lucha de quienes peleaban por hacer justicia sobre un pasado oscuro la que se acompaña, sino también la de los universitarios y trabajadores de ciencia que defienden un futuro de desarrollo nacional. Atrás aparecieron las banderas del sindicato de televisión y entonces me dijeron: “Uy, mirá, ahí vienen tus compañeros, deberías estar con ellos”. Es cierto que pertenezco a ese gremio, pero también que podría haberme encolumnado detrás de muchas de las filas que desbordaron la plaza.
Creo que hubiera sido imposible no acompañar la salida de este gobierno, como si todos los caminos que recorrí y defendí en mi vida me hubieran llevado hasta ahí ayer. Fui como egresada de la universidad pública porque vi abrir muchas más durante estos años y conozco docentes e investigadores que mejoraron sus condiciones en este tiempo. Fui como trabajadora de medios porque puedo ejercer con alegría y convicción mi formación. Fui como hija de una flamante jubilada porque el Estado recuperó el control del sistema previsional y pudo incluir a muchos más bajo su resguardo. Fui como hermana de una joven militante porque una generación nueva de pibes cree en la necesidad de involucrarse y en la posibilidad de mejorar los destinos para todos. Fui como amiga de muchos kirchneristas porque no hay nada mejor en el mundo que tener amigos y compartir con ellos los ideales. Fui como argentina porque no quiero que ningún agente externo determine las políticas económicas de mi país. Fui como mujer porque me siento orgullosa de haber visto a una compañera haciendo frente a infinidad de adversidades y ataques con coraje y ovarios.
Hubo cosas que no pude ver y hubiera querido. Hubiera preferido ver la entrega de la banda y el bastón en el Congreso. Me hubiera gustado tener la Ley de Medios en plena vigencia y la posibilidad de dar la discusión sobre el aborto. Al Estado avanzando no sólo en una reforma judicial sino también en una tributaria. Muchas cosas pueden mejorarse. Muchas más cosas pueden pedirse. Pero por primera vez en la vida vi a mi pueblo despidiendo con alegría la salida del poder de una fuerza política y tengo tantos años como esta democracia. Lloré bastante cuando terminó de hablar Cristina y tiraron los fuegos artificiales, supe que en ese momento estaba incorporando un archivo al Youtube mental. Nadie a mi lado estaba triste, era una emoción muy profunda lo que se sentía. Sepan, le moleste a quien le moleste, que la plaza no se dejó con tristeza. En la retirada se escuchaba bien fuerte: “Ohhh, vamos a volver. Vamos a volver”. Mientras quede amor nada está muerto, y lo que se marca a fuego en los corazones es siempre irreversible. Gracias, Cristina. Saludo con alegría al nuevo gobierno, sé que hay mucho por defender.