Como manga de langosta
Recuerdo que mi abuelo, un inmigrante ruso-judío que se asentó en Colonia López en Entre Ríos, solía contarme los padecimientos que producían las langostas que en pocos minutos arrasaban con toda una cosecha. A pesar de que no era peronista, este gaucho judío reconocía que fue durante los primeros años del gobierno de Perón que se terminó con este flagelo. En algún lugar de la memoria me quedó el relato y los padecimientos de este pequeño colono que poseía 150 hectáreas.
Pasaron muchos años y ya en el 2015 se tuvo información que había reaparecido esta plaga. El Suplemento Rural del diario La Nación bajo el título “Guerra a la langosta, la plaga que volvió del pasado”, se puede leer que la zona afectada cubre 700.000 hectáreas en seis provincias: Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Córdoba. Para entender sus efectos devastadores puede recordarse que en 1875 la plaga destruyó el 75 % de la cosecha de maíz de la Provincia de Santa Fe. El periodista Felix Sanmartino sostiene que “para los colonos fue el mayor obstáculo a vencer porque en un abrir y cerrar de ojos desaparecían los cultivos”.
Una manga puede tener cincuenta a ochenta millones de langostas. Su vuelo es tan compacto que puede tapar la luz del sol. Puede tener un frente de 7 kilómetros de ancho por 3 kilómetros de profundidad.
Recuerdo que a mi abuelo se le quebraba la voz cuando relataba el terror que le producía la aparición del insecto. El mismo tiene dos etapas: la solitaria y la gregaria. De saltona pasa a voladora. Cada langosta consume por día su peso que es aproximadamente de tres gramos. Cada millón de langostas consume una tonelada de alimentos. Algunas fuentes afirman que es capaz de consumir en un día la misma cantidad de alimentos que 10 elefantes o 2500 personas. Mide entre 40 a 60 milímetros. Vuela a una velocidad de entre 15 y 20 kilómetros por hora. Pueden recorrer de cinco a 130 kilómetros por día.
Mi abuelo murió hace más de cuarenta años, con la idea que esta pesadilla estaba superada. Sin embargo -poco politizado- nunca identificó el efecto depredatorio de la langosta con algunos gobiernos que actúan como la langosta: pasan y dejan el país pelado.
En estos días de despidos, apertura de la economía, limitación de derechos, medidas recesivas, pérdida de poder adquisitivo, persecuciones ideológicas, los gerentes y sus dueños gobernando, en la Capital Federal se puede llevar la mirada hacia el cielo y nada permite avizorar la posibilidad que la plaga se haga presente. Sin embargo hay momentos en que el día parece oscurecerse y miles y miles de personas, tal vez millones sienten que una buena parte de sus ingresos son devorados en cuestión de minutos, sus jubilaciones arrasadas, muchos alimentos se alejan de la mesa familiar, el empleo trastabilla, cuando no se pasa directamente a la categoría de desocupado.
Vuelvo a mirar al cielo como lo hacía mi abuelo. No hay ninguna manga. Sin embargo percibo angustia, incertidumbre, incomodidad. Debe ser otro tipo de langosta aún no identificado o tal vez, lamentablemente demasiado conocido. Desconcertado recurro a Wikipedia donde se lee: “Hasta ahora el registro más antiguo de una plaga de langostas se remonta más de dos mil años atrás, según el relato bíblico y que es mencionada por ser la octava plaga que asoló a Egipto y acabó con la última fuente de comida que quedaba en ese momento, los cultivos. Si bien esta visión de una gigantesca nube de seres vivientes que comen todo que relata la Biblia, en un tiempo se creyó fantasiosa y terrible, de hecho, esta descripción no puede estar más cercana a la realidad de tiempos más recientes, donde las plagas de langostas pueden matar (indirectamente por la hambruna) a millones de personas”. La definición es estrecha o tal vez demasiado limitada porque hay hombres y políticas económicas que no tapan el sol como las manga de langosta pero sus consecuencias resultan parecidas.
El título del Suplemento Rural de La Nación, políticamente y dado las circunstancias, puede perfectamente pasar, aunque no en ese diario, a la tapa de algún solitario medio opositor: “Guerra a la langosta, la plaga que volvió del pasado”