Chamamé, patrimonio de la humanidad!
Entre Dios (el dios que vino en barco) y Ñamandú (Dios principal de la mitología guaraní)
Entre la devoción sagrada a Nuestra Señora de Itatí y los milagros paganos del Gauchito Gil (el embajador espiritual de Corrientes en todo el país)
Entre el cielo de los jesuitas y la tierra sin mal de la cultura guaranítica (aunque se supone que la tierra sin mal era inaccesible a los vivos algunos conseguían alcanzarla sin pasar por el misterio de la muerte)
Entre la cruz y el payé (este amuleto para que surta efecto debe ser fabricado con diversos materiales: cuernos de toro, tallos de yerba mate, huesos de muertos, y en horas y días especiales como viernes santo)
Entre las naves del conquistador y las barcas del jangadero (el jangadero era la persona que se encargaba en el río Paraná, de guiar troncos hasta el aserradero)
Entre el idioma español y la lengua guaraní :“el guaraní es un idioma con un contenido poético increíble. Cabeza en castellano no tiene nada de poesía, pero en guaraní significa: el hueso que contiene el alma”. (Pocho Roch)
Entre aquel dicho: “Si Argentina entra en guerra, Corrientes la va a ayudar” y el ser la cuna del padre de la patria: “Duerme niño José/ ese día llegará/ Niño de Yapeyú/ sueña con la Libertad”
Entre el Paraná, río pariente del mar, río donde los franciscanos se consagraron a la pobreza, y el Uruguay, río de los pájaros, donde los jesuitas se entregaron a las misiones
Entre el que se queda y su cultura de la adversidad y el desarraigo del que se va, y su cultura de la nostalgia, o ese llevar a Corrientes consigo. Llevar a Corrientes en sus manos que destina a la plantaciones de algodón de Chaco o a la zafra tucumana o a los andamios de Buenos Aires: “ Y yo, chamigo, extraño los “buen día” de mi pueblo,/ el “¿Cómo amaneció?,¿Cómo le va?”, el “¡A buen tiempo!” y el “¡Está en su casa!”, el “¡Hasta luego!” y el “¡No faltaba más!”...” (Provinciano desterrado. Julián Zini)
Entre la acordeona traída por el inmigrante y el chamamé del guaraní. Pocho Roch sostiene: “Es el chamamé, un rezo danza para los días de lluvia. Chamamé significa `estar en la lluvia con el alma mía´. Para el guaraní la palabra era el alma. Y era un canto rezo para los días de lluvia. La lluvia era el bien más preciado que Dios le regalaba para equilibrarles el alma y la mente, además de ser utilitaria para sus cosechas. Las reuniones entre los más sabios de la tribu se hacían los días de lluvia y se llamaban Amandayé, que quiere decir amar la lluvia y lo que dice la lluvia”
Entre el acecho a medianoche del Lobizón y las travesuras del Pombero en la siesta campesina (las leyendas son ingredientes fundamentales de la cultura litoraleña. Tal vez la más importante literatura de la región)
Entre el payesero y el padre Julián Zini que ecuménicamente abraza la fe católica y la pagana: “Honda expresión correntina de nuestra fe popular/ en la cruz de Antonio Gil el pueblo viene a rezar/ y a su modo, clama al cielo por la justicia social/ y por ese catecismo que no le supimos dar”
Entre la luna como una vieja toldería india y el sol morada de Tupá, dios de la lluvia, de la luz, del universo.
Entre los valientes gurises que dieron su vida en Malvinas y el mítico Andresito Guacurarí, montonero guaraní, héroe de los de abajo: “Para la historia oficial /fuiste siempre un bandolero,/ General improvisado/ de un ejército harapiento;/ profanador de costumbres,/ de apellidos y abolengos;/ usurpador de la tierra,/ vengador de tus abuelos…/ Para nosotros, en cambio,/ tu nombre seguirá siendo/ la sagrada rebeldía/ de una dignidad sin precio,/ que se aguanta la pobreza/ y sobrevive al saqueo…” Andresito de Julián Zini)
Entre el gaucho Isidro Velázquez y sus correrías legendarias y José, el personaje de la canción de Teresa Parodi que nos ayuda a tomar conciencia de la catástrofe de la inundación. También mencionaremos la tragedia del desafortunado Cantalicio (personaje de Mario Boffil) que tuvo que vender su acordeón o de Carito (personaje de Antonio Tarragó Ros) que desde un banco de plaza de Buenos Aires extraña el fervor de su pueblo
Entre todos estos mundos, dioses, mitos, leyendas, chamamés, artistas, hombres, mujeres, sueños, próceres, bandoleros sagrados, vírgenes, ríos, idiomas, hubo de levantarse una identidad tan poderosa, que con sólo una palabra se define: Corrientes
Entre Dios y Ñamandú, Corrientes
por Pedro Patzer (Extraído del libro "El Tahiel, el Canto interior de la Argentina" Editorial Lenguamadre