Hace pocos días la Presidenta anunció por cadena nacional el aumento de un 40% de la Asignación Universal por Hijo y subas en las asignaciones familiares.

Es decir, desde el mes próximo la AUH pasará de 460 pesos a 664 pesos, por cada hijo menor. Un beneficio que abarca a casi 3 millones y medio de pibes, a más de 80 mil mujeres embarazadas y a un total de más de 1.800.000 familias.

Éste anuncio, éste aumento, ésta decisión política se da en un contexto en el que desde varios sectores insisten con la aplicación urgente de medidas económicas de lo más ortodoxas.

Ese tipo de medidas ya las sufrimos demasiadas veces a lo largo de nuestra historia. Reciente y no tanto.

Es curioso, por no decir insostenible, falto de argumentos, contradictorio, perverso, cómico y algunas cosas más; que justamente estos mismos sectores califiquen de ortodoxas las medidas económicas aplicadas por el gobierno nacional.

Por supuesto, esto no quiere decir que la totalidad de estas decisiones económicas sean infalibles, exitosas en su totalidad, incluso que algunas puedan estar destinadas a fracasar. Pero que los amantes de la ortodoxia capitalista las califiquen justamente de o-r-t-o-d-o-x-a-s (lo increíble es que lo hacen ellos mismos con una connotación negativa - ahí coincidimos-) es como si un hombre golpeador acusara de violenta a su pareja por protegerse, pedir ayuda y denunciar su calvario.

Exigen el famoso "Achicamiento del Gasto Público", el "Enfriamiento de la Economía."

Claro que nunca aclaran qué es lo que achicarían, en que dejarían de gastar porque obviamente la respuesta no le va a caer simpática a nadie más que al pequeño sector de inmenso poder, cuyos intereses defienden.

A quienes proponen esto jamás les toca "enfriarse" ni mucho menos "achicarse". Eso lo dejan para "la gilada", como dice el economista radical Javier González Fraga en relación al programa Precios Cuidados.

Para hablar de economía no debería ser suficiente lo que te enseñaron en la facultad o en algún exclusivo y carísimo posgrado. Te tenés que poner en el lugar del más vulnerable, del que debés proteger.

Si vas a opinar, por ejemplo de Precios Cuidados, es sesgado y pobre hablar solo con variables teóricas. ¿Es mucho pedir que pisen un supermercado, que hablen con la gente que elige o no, los productos del acuerdo, saber por qué? En definitiva ponerse en el lugar del otro (al que quieren "enfriar" y "achicar"). Algo que para algunos economistas es inaceptable.

Si para un problema A, los prestigiosos gurúes del mercado me enseñaron que la solución es B. Salgo a los cuatro vientos con cara preocupada y adusta pregonándolo, y mi economía personal hace todo lo contrario a "enfriarse y achicarse". ¿Qué carajo importa el otro, no?

Claro, se entiende, los giles somos nosotros.

Ahora, con este aumento del 40% hay como 3 millones de giles, pibes giles y pibas gilas que van a beneficiarse con esta gilada de la AUH.

80 Mil mujeres gilas embarazadas de bebés giles también. Un Millón 800 mil familias, una gilada inmensa.

Y yo, que no cobro la asignación, me quedo mirando como un gil hacia donde va la plata de mis impuestos. Los que pago como un gil de cuarta.

Me pregunto, no seré medio gil si no pienso como el senador radical Ernesto Sanz, quien afirmó que la AUH se va por la canaleta del juego y la droga. O seré más gil si descreo del ahora diputado del Pro Miguel del Sel, quien sostenía que las pibas se dejaban embarazar para cobrar una platita.

Evidentemente es de gil pensar en el otro.

Cuando seamos una verdadera República, respetemos las instituciones y seamos un país de verdad; se aplicarán medidas económicas serias que no beneficien a la gilada sino a la gente que hace de verdad grande este país, a pesar de los giles.

Mientras tanto Senador Sanz, habrá que agrandar la canaleta un 40 por ciento.

Una barbaridad.

Y yo como un gil, sonriendo.