“Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.”( 1)

Han transcurrido cien años y la prosa del Manifiesto Liminar de la Reforma conserva toda su potencia y el excepcional lirismo que lo atraviesa. El documento escrito por Deodoro Roca, se conserva lozano y ha atravesado el siglo e infinidad de avatares.

En 1882 se sancionó la primera ley para regular la actividad de las universidades que llevaría el nombre de Nicolás Avellaneda, senador y rector de la Universidad de Buenos Aires e impulsor del proyecto. En ella se establecía el gobierno de las casas de altos estudios conformada por quince integrantes, cinco por el cuerpo de profesores y los 10 restantes por reconocidas figuras profesionales del establishment económico y profesional. Los integrantes pertenecían a organismos en donde la permanencia de los directivos era vitalicia y sólo se renovaban por fallecimiento o renuncia.

Los estudiantes empezaron a organizarse en los primeros años del siglo XX a través de los centros de estudiantes para tratar de oxigenar un escenario poco democrático. El impulso lo daría el arribo de Hipólito Yrigoyen a la presidencia en 1914. La ley Saenz Peña obtenida a través de levantamientos y abstenciones de Hipólito Yrigoyen abrió una fisura en la sociedad oligárquica, por la cual las clases medias, fundamentalmente inmigratorias, obtendrían por primera vez una representación en la Casa Rosada.

El país se democratizaba incipiente y parcialmente mientras el gobierno en las universidades continuaba en manos de los dueños de la Argentina. De todas las universidades nacionales, la más clerical y reaccionaria era la más antigua radicada en Córdoba. Pablo Buchvinder en la revista Caras y Caretas escribió: “En Córdoba, los estatutos no se modificaron. La resistencia de los académicos era más sólida ya que en la universidad se jugaba, entre otros aspectos, el acceso a la élite gobernante definida esencialmente por su condición doctoral. …Todos los intentos de transformar la estructura institucional de la casa de altos estudios fracasaron……Los estudiantes cordobeses se rebelaron contra su arcaico gobierno universitario e iniciaron la gesta conocida hoy como la Reforma Universitaria. Señalarían entonces la incongruencia entre los valores democráticos y republicanos sobre los que se conformaba el sistema político argentino y las características del gobierno de la universidad. Yrigoyen intervino la institución y se impuso entonces un estatuto similar al que regía en Buenos Aires y que dejaba a los profesores la elección del gobierno de la institución. Sin embargo, aquellos eligieron como rector al representante de los mismos sectores que habían gobernado la casa de estudios hasta la intervención. Esto generó protestas y una nueva intervención. Un nuevo estatuto contempló la participación estudiantil en la elección de las autoridades académicas.”

“La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta, porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y porque era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contra-revolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y -lo que es peor aún- el lugar en donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así el fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es qué la Ciencia, frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.”(1)

La Revolución Rusa del año anterior y las enormes expectativas que despertó mundialmente también estimularon a los estudiantes cordobeses. Felipe Pigna escribió sobre estos hechos: “A fines de 1917, las autoridades de la Universidad de Córdoba modificaron el régimen de asistencia a clase y cerraron el internado del Hospital de Clínicas. Los estudiantes se movilizaron y crearon un “Comité pro Reforma” que se reunió el 31 de marzo de 1918 en el Teatro Rivera Indarte y declaró la huelga general estudiantil. El Consejo Superior reaccionó clausurando la Universidad el 2 de abril. La Reforma se iba contagiando en distintas partes del país mientras los jóvenes de Córdoba disolvían el Comité pro Reforma y fundaban la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Los sectores reaccionarios horrorizados por la “insolencia” de la movilización estudiantil, cerraron filas bajo el nombre de “Comité pro Defensa de la Universidad”……Una delegación de estudiantes viajó a Buenos Aires y se entrevistó con el presidente Yrigoyen, quien nombró interventor al procurador general de la Nación José Nicolás Matienzo, quién comprobó la veracidad de las denuncias de los estudiantes y presentó un proyecto de reformas al estatuto……El 28 de mayo fue un día histórico para la universidad argentina: por primera vez se votaron democráticamente los cargos docentes de una casa de altos estudios y resultó electa una mayoría de profesores cercanos al ideario de la FUC.”

La elección del rector fue tumultuosa y se originaron incidentes. El candidato de los estudiantes era el doctor Enrique Martínez Paz. El establishment universitario impulsaba a Antonio Nores y los que hoy se denominaría “Corea del Centro” a Alejandro Centeno. En las dos primeras votaciones ningún candidato obtuvo la mayoría paro en la tercera los partidarios de Nores hicieron alianza con Centeno y alcanzaron el triunfo. El rector electo Antonio Nores intentó asumir. Los miembros de la FUC le solicitaron la renuncia y el rector le pidió a la policía la detención de los estudiantes, habiendo afirmado que no vacilaría en dejar un tendal de cadáveres antes que renunciar.

El 21 de junio se conoció el Manifiesto Liminar que al principio hace mención “…a los hombres libres de Sud América” y al final del texto “saluda a los compañeros de la América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia”.

La influencia de la Reforma fue notable en toda América Latina y en el Perú dio origen al APRA (Acción Popular Revolucionaria Americana) de Víctor Raúl Haya de la Torre y cincuenta años después influyó en los estudiantes del Mayo Francés. Influyó en la Revolución Universitaria de 1923 en Cuba, encabezada por Julio Antonio Mella. También incidió en un grupo de tenientes en Brasil, y en la reforma universitaria de Guatemala. Fidel Castro, en su visita al país en el 2006, que sería su última salida de su país afirmó en Córdoba: “Aquí se escribió una página gloriosa de la enseñanza superior. Aquí se hizo la primera Reforma Universitaria del hemisferio. Recuerdo que cuando ingresé a la Universidad de la Habana de lo que más se hablaba era de la Reforma, se oía permanentemente la palabra Córdoba y ya habían transcurridos 27 años desde aquel 21 de junio de 1918. Es que de aquí emanaron muchas ideas que después se transmitieron a otros países. Aquí se planteó una reforma realmente revolucionaria y ciertamente había motivos para plantearla.”

“Nuestro régimen universitario -aún el más reciente- es anacrónico. Está fundado sobre una especie del derecho divino: el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La Federación Universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de Autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios, no sólo puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La autoridad en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: Enseñando. Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y de consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden.”(1)

Pigna resume los éxitos de la Reforma: “El movimiento universitario reformista renovó los programas de estudio, posibilitó la apertura de la universidad a un mayor número de estudiantes, promovió la participación de estos en la dirección de las universidades e impulsó un acercamiento de las casas de estudios a los problemas del país. Implantó el cogobierno en la Universidad por graduados, docentes y alumnos; la libertad de clase y la autonomía. Las clases medias comenzaban a llegar a aquellos cotos reservados para el poder”

“No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, no al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: "prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes……… La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio de los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.”(1)

EL DEVENIR REFORMISTA

El desarrollo posterior del movimiento reformista, conformado fundamentalmente por la pequeña burguesía de clase media, no superó los límites de clase y adoptó en muchos acontecimientos históricos el posicionamiento ideológico de sus padres.

Increíblemente participó del golpe establishment militar del 6 de septiembre de 1930 que derrotó a quien como Hipólito Yrigoyen  y su ministro de Educación José Salinas  habían apoyado el nacimiento de la reforma. Luis Fernando Beraza escribió en “Grandes conspiraciones de la historia argentina”: “Los dirigentes universitarios y gran parte de los estudiantes eran integrantes de la conspiración cívico-militar opositora para derrocar al gobierno……….Los estudiantes gritaban increíblemente: ¡ Democracia sí, dictadura no! …..En un acto, el estudiante Raúl Uranga llamaba a Yrigoyen “caudillo senil y bárbaro” ( en la década del 50 fue desarrollista y gobernador de Entre Ríos en la presidencia  de Arturo Frondizi).

Cuando apareció el peronismo, el movimiento estudiantil con los reformistas a la cabeza, se alinearon en la oposición, en la Unión Democrática, y sólo puede tener algún atenuante en la política clerical y reaccionaria que en materia educacional y universitaria tuvo el golpe del 4 de junio de 1943 que puso fin a la década infame.

El peronismo, que no se destacó por la calidad de su política universitaria, consumó un hecho trascendental estableciendo la gratuidad de la enseñanza superior, completando las banderas históricas de la Reforma. Al mismo tiempo el peronismo concretó una aseveración fundamental del redactor del Manifiesto Liminar Deodoro Roca: “Reforma universitaria es lo mismo que reforma social. Sin reforma social no puede haber reforma universitaria.”

La FUA estuvo con la Revolución Fusiladora, en donde padres e hijos clasemedieros coincidieron en luchar contra “la dictadura y el fascismo”.

Por esa notables paradojas de la historia, la universidad de un gobierno profundamente antipopular como fue la Revolución Fusiladora, y luego con el frondicismo, surgido por la proscripción del peronismo con el cual hizo un acuerdo que en general no cumplió,  alcanzó un alto nivel y el movimiento universitario encabezado por el reformismo, gozó dentro de su autonomía de un régimen democrático que no tenía el país, donde las mayorías populares estaban proscriptas, lo que dio lugar a lo que se denominó  “la isla democrática”. La dictadura de Onganía con argumentos falaces introdujo a la universidad en el mismo status que padecía el país, terminando con la isla democrática, lo que produjo un proceso de notable radicalización. Así se agigantó la figura de Perón exiliado y  proscripto. En las facultades porteñas donde encontrar un peronista en la década del sesenta era tan exótico como tropezarse con un marciano, formó parte de lo que sociológicamente se conoció como “la nacionalización de las clases medias” y el estudiantado en cantidades apreciables se volvió peronista. Ahí se produjo un nuevo error de conceptualización: si los padres se habían opuesto a Perón por considerarlo fascista, los hijos pasaron a ser peronistas en la convicción que Perón era socialista. Perón no fue fascista ni socialista, sino que encabezó un proceso transformador de notable profundidad en términos burgueses.

El golpe del 28 de junio de 1966 produjo una sangría científica a partir de la bárbara “Noche de los bastones largos”, que tuvo su prolongación verbal y social en democracia cuando el inefable Domingo Felipe Cavallo mandó a los científicos a lavar los platos.     

El período Camporista se caracterizó por una politización intensa, amplia mayoría peronista en la universidad, un clima de debate permanente,  cierto desmejoramiento de la calidad pedagógica y atisbos de infantilismo como la instrucción de enseñar matemáticas con criterio anti imperialista.

La dictadura establishment militar no hizo diferenciaciones ideológicas entre reformistas, peronistas o las distintas variantes de izquierda para secuestrar y desparecer.

El alfonsinismo implicó el afianzamiento de la agrupación radical reformista Franja Morada en la Universidad.

El menemismo trasladó a la Universidad el neoliberalismo que cubrió al país.

En la Alianza, se pudo percibir el surgimiento de agrupaciones con denominaciones no políticas ( TNT, Tontos pero no tantos) como adelantándose al descreimiento en  la política que se expresaría claramente en las legislativas de octubre del 2001. Sin embargo de esas y otras agrupaciones con nombres parecidos surgieron jóvenes políticos que accedieron al gobierno en las primeras décadas del siglo XXI.                       

Durante el kirchnerismo se alentó la ciencia y la tecnología, se fortificó el Conicet, se crearon universidades en el conurbano, se repatriaron científicos, se aumentó considerablemente el presupuesto aplicando las banderas del 18 y la gratuidad del 49.

Luego ha llegado el malón “modernizador” que cierra escuelas, lamenta la existencia de las nuevas universidades, desfinancia el Conicet, restringe el presupuesto, ahoga las investigaciones, considera que un satélite de comunicaciones es un lavarropas inútil.

100 AÑOS DE LA REFORMA UNIVERSITARIA

Es necesario escribir un nuevo Manifiesto Liminar como GPS para estos tiempos oscuros que recuerdan las frases de dos clásicos como Flaubert y Shakespeare.

El primero sostenía:  “El futuro es lo peor que tiene el presente”. Que se complementa con la de Shakespeare: “Una noche negra, que no habrá de aclararse sin un gran temporal.”

Conviene no olvidar una aseveración de Deodoro Roca: “El universitario puro es una monstruosidad”. Y una frase afortunada de Sarmiento: “El título no quita las orejas”

Un nuevo Manifiesto que implique recoger las necesidades de una sociedad diferente y en consonancia con un país diseñado y pensado desde las necesidades populares, independiente, industrial, y superador de lo mejor del pasado. 

En la Facultad de Ciencias Económicas se debe crear un equipo de investigación que investigue y piense como superar un elemento central del habitual límite de la economía argentina como es la conocida como restricción interna.

Es imprescindible la enseñanza obligatoria de la historia argentina alejándose del dañino axioma Sarmientino de “Civilización y Barbarie” donde la civilización la expresan las representaciones del poder económico local e internacional y la barbarie es todo lo popular. En esa educación está el huevo de la serpiente de las distancias entre los movimientos populares y gigantescos sectores de clase media, potenciado en la actualidad por el fundamental papel que cumplen los medios en los procesos de colonización

Para tener el amor a la patria chica y la grande latinoamericana es fundamental conocer el pasado, recordando la sabia frase de Arturo Jauretche: “La historia es la política del pasado y la política la historia del presente”. Como es de Perogrullo, sólo se quiere lo que se conoce.   

El nuevo manifiesto entre otras muchas cosas seguramente deberá decir: La juventud universitaria cree que ha llegado la hora de plantear estos graves problemas a la consideración del país y del pueblo al que se propone servir.

Nuestra educación no es un bien más que se negocia en el mercado, ni nuestro título es una capacitación que sólo tiene como destinatarias a las empresas.

Hemos resuelto llamar a todas las cosas por su nombre, teniendo en cuenta lo que decía el Mahatma Ghandi: “Somos demasiado pobres para darnos el lujo de no invertir en educación” .

Párrafos del Manifiesto Liminar

21-06-2018