Los fundamentalistas del Indio esperan el show de esta noche
El punto de encuentro de los mendocinos, la plaza Independencia, se tapizó de ricoteros llegados desde La Plata, Buenos Aires, Corrientes y hasta Tierra del Fuego para ver el show que Solari ofrecerá este sábado en el autódromo de San Martín. El Suple No Se presente en la tierra del sol y el vino, repleta de fundamentalistas del Indio.
"Esa banda inconsolable de perros sin folleto, brujas de alma sencilla, patéticos viajantes. Pobres tontos, pobres diablos, lunáticos diamantes prometidos de carne, lánguidos, impalpables son mis amantes...", reza la letra de Buenas noticias, la canción con la que Solari pintó ya en época de Lobo Suelto/Cordero Atado la aldea de los suyos.
Otra vez los amantes del Indio, de esta fe ricotera que lo mueve todo, se adueñan de una ciudad, la van tomando de a poco, la tiñen y visten con su velo peregrino.
El Suple No Se charló con ellos, correntinos, platenses, llegados desde Lanús o Laferrere, y Tierra del Fuego. A todos los mueve la misma fe ciega: viajar con Patricio Rey en el cuerpo para llevarlo como ofrenda hasta el templo donde los citó, esta otra vez, Solari.
"Salimos de Tierra del Fuego el miércoles, vendimos 200 docenas de empanadas para bancar el viaje, volamos hasta Buenos Aires y después tomamos un micro hasta acá", dice el joven y besa y abraza a su compañera. Se colgaron a escuchar un fogón que se armó a plena luz del día en uno de los canteros centrales de la plaza Independencia, con la gran fuente y las montañas de escenografía.
Unos pibes de La Plata, que ya "vendieron vinos y remeras hasta que vino la poli" -confía el que lleva la voz cantante-, tocan y ladran a guitarra y armónica temas de Los Redondos pero también de Sumo y La Bersuit. Una pareja rockera de unos treinta y pico guía el grupo. "Nosotros nos hablamos con canciones de Los Redondos, vamos a todos lados, es algo muy fuerte que tenemos", dice él mientras pasa un vaso de cerveza y su pareja deja caer sus ojos.
"Todavía tu amor me da descargas", cuenta él que le escribió a ella al otro día de una noche "que pasamos muy linda una vez". Y ella, look Fabiana Cantilo, hace el gesto con el índice y pulgar debajo de sus labios. "Es todo un viaje -habla por fin, además de reir entre trago y trago la morocha-, todo esto, cómo te une, con tu pareja, con la gente que viajas, con los que se acercan a cantar porque vieron las remeras y escucharon las canciones... ¡el Indio genera todo esto que es mágico!".
Más allá del cantero unos correntinos pasan y despliegan su bandera. Son dos, ambos docentes. "Pedimos los días en la escuela, y vinimos, como fuimos a Entre Ríos la última vez, y lo venimos siguiendo hace 5 años sin faltar nunca", relata Carlos, profesor de educación física. "Mirá que en Corrientes hace calor pero ahora acá... uf locazo", casi grita Mario, su compañero de viaje "y de escuela y de vida".
De otro banco escuchan y se acercan dos sureños, "de Quilmes y Lomas, lo nuestro es más bacán ahora, vinimos en avión, dejamos los hijos y nos tomamos tres días para vivir esta fiesta". Convidan cerveza, piden fuego, miran a ambos lados y prenden.
La plaza Independencia, a esta hora en que lees la nota, está cercada por banderas ricoteras con frases y nombres de ciudades, atadas a las árboles y a los postes de luz. En medio de las luces del gran cartel Ciudad de Mendoza, y el brillo del agua de la fuente, ellos cantan y bailan, por su soledad y sus penas, sí.
Así late Cuyo, un día antes de que el Indio y sus Fundamentalistas del Aire Acondicionado se presentan en el autódromo de San Martín, como hace un año y un par de meses.
Ya cuando el cronista llega a su hotel, sale de enfrente una familia entera que es "redonda". Son dos parejas, un muchacho y dos chicos. "Somo de La Plata, ella los vio en Atenas cuando se pudrió fuerte en el puticlub", parafrasea el más alto de todos y señala a su novia, morocha de ojos claros. Tienen cuarenta y pico, muestran las remeras de sus hijos, cuentan anécdotas de "cuando los íbamos a ver ensayar en una escuela".
"Los Redondos son salidos de una época con mucha cultura en La Plata, nosotros vimos eso y vemos esto, cómo evolucionó y masificó... y es magnífico", piensa el hombre, 44, varias canas, mucho pelo aún, y tanto recitales vistos con Solari al borde del escenario que ya olvidó.
Son sus amantes, los que organizaron el viaje familiar con hotel y todo, los que vendieron empanadas, remeras y vino. Son de todas las edades y una sola. La que tiene el cuerpo y cuore del ricotero. Algo les late y no es el corazón. Y explicar eso no sirve de mucho, por más pluma que uno le ponga.