La Renga: un nuevo capítulo llamado Baradero
Cada recital de La Renga es un apartado, un título diferente de este libro llamado 'Pesados Vestigios': otro predio, otro pueblo, otra historia de ruta. En la voz de los afortunados que estuvimos, te contamos por qué fue importante este show y cómo se vivió desde adentro.
Desde hace un tiempo, y gracias a la manito de Mauricio Macri quien prohibió a la banda tocar en Capital, los shows de La Renga se convirtieron más que nunca en un verdadero 'banquete'. Casi sin quererlo, la banda trasladó a su público su nueva forma de vida, alejados del caliente cemento de la Cudad, pero adentrados en la profunda Argentina.
Moto, ruta y rock'nroll. Lo que una vez fue un viaje interbarrial en colectivo o tren, ahora se convirtió en un mapa de rutas, pueblos y nuevos lugares para conocer. En ese viaje, nos topamos con diferentes escenarios, puestas, condiciones climáticas y anécdotas para contar.
Baradero no fue la excepción, pero sí quizá un punto de inflexión importante, un recital diferente al resto. En primer lugar llamó la atención que se realizara un martes, y más aún que la venta de entradas se haya agotado tan rápidamente.
Pero a la vista de los resultados, tenemos que decir que fue una decisión necesaria para una banda de tales magnitudes que probó con reducir el espacio y maximizar los recursos.
Poco más de 10 mil personas ingresamos al Anfiteatro Pedro Carossi. Mucha gente de Córdoba, Rosario, Uruguay, Capital Federal y de muchas ciudades bonaerenses hicieron su propio ritual pero terminaron todos adentro del predio a las 21:30, esperando por la banda.
Nos ubicamos en el medio, ahí al lado de la torre de sonido donde sabés que siempre se va a escuchar bien, aunque no haría falta. Las condiciones del terreno hacían que todos puedan ver el escenario, lo que le daba un condimento más a la comodidad de Baradero.
Luego de la antesala con los invitados de La Pobre Manca y Revancha, y ante un anfiteatro colmado, Chizzo y compañía salieron a escena minutos antes de las 22. Como es de costumbre, abrieron con 'Corazón Fugitivo'. Pegadito, fue 'Tripa y Corazón'.
Primera cuestión a destacar: el sonido. Ante un anfiteatro acostumbrado a recibir bandas, y si tenemos en cuenta que La Renga ha sonado hasta para 100 mil personas, creemos que no fue una tarea difícil. Por lo tanto, el sonido fue perfecto y se escuchaba muy bien de todos lados. Esa fue la primera impresión y así se mantuvo hasta el final.
Sobre el comienzo, Gustavo Napoli recordó al padre de un miembro del staff de la banda recientemente fallecido e hizo catarsis con el público. Por eso, la banda interpretó 'Pole', un tema realizado en memoria de Víctor Poleri, quien fuera uno de los dueños del viejo Galpón del Sur, actor en varios video clips y amigo de la banda.
La lista fue la misma que Rosario, pero para los que no pudimos ir a la ciudad santafesina y nos quedamos con el gustito de Bragado, aparecieron temas que no son muy recurrentes y que hicieron enloquecer a todos. Fue el caso, por ejemplo, de 'Cuando Vendrán', 'Panic Show' o 'El ojo del Huracán'.
No faltó la participación de Ricardo Soulé, como vienen haciendo en todos los encuentros de este año, en 'Sabes que' y 'Veneno', otro de los temas que generó la locura del público en un momento inigualable.
Ir a ver a La Renga siempre es una fiesta, pero más allá de que esa fiesta estuvo presente en todo momento, se notaba la ausencia de muchos rengos que por una cuestión de espacio o de trabajo no pudieron estar. Quizá por eso en algunos momentos el público estaba un poco tibio a lo que estamos acostumbrados los de la vieja escuela.
A mitad del show 'Chizzo' arengó y fue él mismo quien empezó a evocar el cántico popular: "Vamos La Renga con huevo vaya al frente, que se lo pide toda la gente"... y, obviamente, absolutamente todos los que estábamos ahí lo seguimos hasta que tuvo que decir: "Bueno ya está", risa de por medio. Así, siguió el show.
Este 'banquete' fue como un encuentro más íntimo y demostró que se pueden hacer recitales más chicos, cuidados, sin inconvenientes. Claramente, el hecho de que estén tocando bastante seguido por diferentes partes del país, permite que se pueda realizar un recital de estas características.
La huida fue rápida. El día y las circunstancias no dieron mucho lugar a los rezagados del día después. Si no ibas en micro, auto, combi o moto, era complicado llegar. Quizá el tren, aunque no sabemos si pasaba a las 16. Desde la banda habían avisado por todos los medios posibles "si no tenés entrada, no vayas", y parece que funcionó.
La salida fue tranquila, la ruta despejada. Ventajas de un martes antes que un fin de semana. Más allá que la mayoría de la gente volvió luego del show, quedaron algunos pesados vestigios alojados en la Ciudad que emprendieron la vuelta al día siguiente, con la panza llena de un show inusual, atípico, pero que escribió otro capítulo de este libro escrito hace más de 25 años llamado La Renga.