La fiesta disco de Jungle estalló en Buenos Aires
La agrupación que sorprendió como novedad en 2013 y trepó los charts en Europa con su primer álbum en 2014, hizo una escala en Niceto Club en el medio de una gira por Sudamérica, Norteamérica y Europa. A sala llena, los argentinos se enamoraron y saltaron al ritmo sus hits.
Lo bueno y breve, dos veces bueno. Poco más de 60 minutos le alcanzaron y sobraron al combinado de origen británico, para dejar en claro todo su poderío musical.
Además de sus tracks más exitosos, tocaron todo su álbum debut "Jungle": fue como poner play en el reproductor y disfrutar una fiesta en casa, aunque había que aguantar los apretones por la inmensa cantidad de público.
A simple vista la formación ya sorprendía. Tom y Josh estaban en el centro de la escena, alternando guitarras y teclados. Desde el fondo, el bajo y la batería mantenían ese beat preciso y dócil, mientras la percusión intercalaba sonidos más latinos, más afro, en síntesis, más negros. El coro de voces que canta todo el tiempo al unísono, se completa con una voz femenina y una masculina, que se pegaron a las voces líderes, en un ensamble perfecto desde el primer sonido hasta el último.
Una puesta en escena muy cuidada y centrada en la sencillez, ubica el show de los londinenses entre los más perfectos que le tocaron cubrir a este cronista.
Josh Lloyd-Watson y Tom McFarland tienen apenas 25 años, y son los líderes musicales de Jungle. Compañeros de colegio, se conocen desde los 10, y comenzaron su proyecto musical haciendo música en sus cuartos.
Cuando su música comenzó a compartirse a toda velocidad por las redes, se convirtieron en un colectivo artístico. El lado b del grupo está plasmado en sus videos, donde el baile y las coreografías complementan a la perfección con su estilo mezcla de funk, soul, disco y hip hop.
Los músicos se tomaron apenas unos minutos en salir del escenario y volver para la arremetida final. Pero la excitación era tal que hasta se notaba en las caras de los jóvenes europeos: ellos no paraban de sorprenderse del fanatismo argentino, incluso uno de los sonidistas se animó a nadar en ese mar de brazos y celulares.
Las melodías pegadizas de afuera, que los argentinos solemos tararear con los típicos gritos de la hinchada futbolera, son un indicador que no permite instalar dudas. El romance de Jungle con el público argentino apenas comenzó, casi como su historia misma. Pero lo más probable es que el amor crezca y que florezcan muchos niños de este verdadero orgasmo musical.