Entre lágrimas, el rock volvió a hacer vibrar las paredes de Cemento por una noche
Parecía increíble, inverosímil, pero entramos a Cemento. Y no ingresamos a un estacionamiento frívolo, no. Volvimos para escuchar a SUMO, a Los Redondos, al 'Bocha', a Flema y Dos Minutos dentro de las mismas cuatro paredes que los albergaron allá en los 80 y 90, cuando una generación quería expresarse y dejar atrás las épocas de dictadura. Así lo vivimos en una noche mágica y llena de rock, en la voz de este cronista.
Había tanta expectativa por este documental, por volver a Cemento, por volver a pisar ese lugar mítico para el rock nacional, que al tomarme el subte ya tenía encima una gran cuota de ansiedad. Y un poco de nerviosismo, debo reconocerlo. Me preguntaba si alguno de los que llevaba campera negra o pelo largo se dirigía al mismo lugar que yo. Es que para mí, ese miércoles por la noche Cemento era el centro del mundo. O por lo menos de Buenos Aires.
Después de un viaje apretado me bajé en Independencia y agarré Estados Unidos, solo me faltaban dos cuadras. Al girar en la esquina estaba el barcito, donde algunos rockeros se juntaron a tomar una 'birra', como años anteriores, mientras en al pared colgaba un trapo negro que decía: "Flema". No lo podía creer, trapos, gente en la calle... estaba llegando.
El ingreso fue bastante rápido y organizado por la gente del Bafici. El Festival puso muchas fichas en este documental de Lisandro Carcavallo y no se equivocaron: las funciones completamente colmadas, el 'sold out' de entradas en 10 minutos, la repercusión hasta en la Legislatura Porteña, les daban la razón.
Finalmente, pasé una cortina negra y estaba adentro, ¡estaba en Cemento! ¿Cómo describir esa sensación? Ahora no estaba lleno de autos e inmerso en una atmósfera fría, olvidada. Sino que las luces, las tachas, los abrazos, las sonrisas y la música de fondo le habían devuelto la vida a esa caja de zapatos hermosa que alguna vez cobijó a todas, absolutamente todas las bandas de nuestro querido rock nacional. E internacional también, por supuesto.
La pantalla estaba ubicada delante de la arcada que llevaba a ese escenario tan recordado por todos, y todavía se podían ver los graffitis de una época donde Cemento albergaba a los que eran la 'contramoda', los que no querían ir a las discotecas de turno y que, después del advenimiento de la democracia, necesitaban un espacio de expresión. Eso fue Cemento, fue mucho más que un local de rock. Fue una casa para una cultura, para una generación que crecía libre (o por lo menos más libre que años anteriores).
Antes de la tan ansiada proyección tomó la palabra el director, Lisandro Carcavallo, para agradecer y arengar a la multitud que ya gritaba pidiendo: "Que empiece", hasta que se apagaron las luces. El principio del documental muestra los orígenes de Cemento, cuando a principios de los 80 Katja Alemann y Omar Chabán 'cranearon' un lugar donde la cultura tenga su espacio y la gente sea despojada de todo estrato social. Un lugar donde todos sean iguales bajo el manto de la expresión, del arte.
A poco de haber empezado, cuando aparece la primera imagen de SUMO, se cortó el sonido. Entre risas pensamos: "Esto es bien de Cemento". Parecía que el espíritu del propio Luca Prodan había bajado (o subido) para ponerle ese toque 'under' que tenía el lugar. Obviamente, a los pocos segundos continuó sin problema.
No podría enumerar todos los personajes que aparecen en este documental, pero si tendría que nombrar a los más representativos está el Indio, La Renga, Ricardo Iorio, Ricardo Mollo, Germán Daffunchio los Attaque, Wallas, Paya Sosa, Raúl Villareal, la propia Katja Alemann, 'el gordo' Tórtola (fallecido recientemente), Sarcófago, Pergolini, La Vela, los Carajo, 'El Ruso' Verea, Alejandro Taranto (quien ofició de productor musical del documental), 'El Moska', los Superuva, Fernando Rossi de Flema, 'El Cabra', Miranda, Fernando Noy, y tantos más de los que seguro me estoy olvidando. Pero es imposible nombrar a todos.
A medida que iban apareciendo estas personalidades, la gente aplaudía, se emocionaba o -en algunos casos- silababa: los sentimientos estaban a flor de piel y eran muchos. Una cosa que me llamó la atención fue la aparición del Indio, que estuvo rodeada por un silencio atroz, y la posterior de Ricardo Iorio, que fue lo más parecido a un gol de River o Boca. O el momento en que Pergolini (quien sufrió algún que otro silbido) habla de las "drogas" de aquel momento y se toca sutilmente -e involuntariamente- la nariz, provocando un estallido de risa de todos los cómplices que estábamos ahí.
Lo que sí podemos afirmar es que el documental es muy completo y sobre Cemento, nada más y nada menos. Productores, músicos trabajadores, realizadores, colaboradores, todos convergen en esta película, que seguramente será una de las más importantes en la rica historia del rock nacional.
El punk tuvo un lugar especial como también Omar Chabán, quien fue protagonista de cada lapso de la película y quien se llevó las lágrimas finales por su importancia y su aporte a la cultura rock por aquellas épocas. Las emociones se incrementaron a medida que pasaron los minutos, las conclusiones de cada músico también: como por ejemplo Edu Schmidt, quien no pudo si quiera terminar de hablar con los ojos completamente húmedos y rojizos.
La gente estaba igual. Uno podía ver alrededor cómo las manos se dirigían directamente a los ojos, cómo los refregaban en un intento de tapar las lágrimas que brotaban, y era inevitable. En ese lugar se erige un pedazo de historia, y de las historias personales de todos. Porque como muchos repiten durante la proyección, Cemento eran todos.
Sollozando llegó el final. Incontenidos (pero igualmente respetuosos) algunos pasaron la pantalla para intentar sacarse fotos con el fondo, el fondo que todavía conservaba los graffitis, el fondo que llevaba al escenario y a esos camarines hechos mierda, el fondo que era lo más Cemento dentro de Cemento. Pero con respeto les llamaron la atención y con respeto -y algunos flashes- se retiraron hacia la salida, donde el abrazo alargado y estirado era la despedida definitiva.
Yo no creo, yo estoy convencido que Cemento va a volver en forma de centro cultural. Así como llegan los derechos, así como llegan los cambios culturales, así como llega la información. Lento pero llega. Algún día otra banda sonará en ese espacio y le dará vida nuevamente. Algún día, las paredes de Cemento volverán a transpirar y no estarán más frías y manchadas por el hollín de una camioneta del Gobierno de la Ciudad. Como dijo 'El Ruso' Verea, quieren que nos olvidemos que existió, que lo enterremos en el olvido, así es cómo ponderan su poder económico por sobre la cultura. Pero yo les aseguro que Cemento va a volver.