El día en que un Rolling Stone subió al escenario con One Direction
Celebrando los 68 pirulos del guitarrista de uno de los grupos más famosos de todo el mundo y de la historia del rock, te proponemos repasar un momento bizarro, además de su pasión por la pintura, las drogas y su actualidad.
A finales de 1974, el éxito de los Rolling Stones estaba estancado y en claro descenso. Tal vez en busca de una renovación en el sonido de los últimos dos álbumes, que no habían sido recibidos por el público con demasiado entusiasmo, el grupo decidió la inclusión de Ron Wood como segunda guitarra, en lugar de Mick Taylor.
Y vaya que lo consiguió: los discos venideros -Black and Blue y Some Girls- alcanzaron los puestos más altos en los rankings y vendieron más de 7 millones de copias.
El guitarrista venía de un buen pasar con The Faces, junto a Rod Stewart, pero se unió a Jagger y compañía en diciembre de 1974. En esos años formó una gran amistad con Keith Richards y parecía el perfecto complemento que buscaban por aquel momento.
Años después, Ron recurrió a un método artístico para combatir sus adicciones a las drogas y al alcohol: comenzó a tomarse en serio la pintura en los 80, cuando su vida desenfrenada le hizo pasar problemas económicos. Sus obras, que hoy se venden a precios millonarios, lo sacaron de muchos apuros.
En 2008 presentó su autobiografía "Memorias de un Rolling Stone", donde cuenta que la música, el alcohol y el descontrol le vino gratis en sus genes: a su padre -armoniquista- lo encontraban a menudo durmiendo borracho en el patio de la casa.
Te dejamos uno de los capítulos de su programa televisivo, donde compartió charlas musicales con sus amigos rockeros, como por ejemplo, el guitarrista de los Guns N´Roses, Slash.