Se trata de Ellie, que tiene trimetilaminuria, una rara enfermedad que hace que la enzima flavinmooxigenasa no funcione correctamente, o no se produzca. Esta enzima se encarga de descomponer ciertos compuestos, como la trimetilamina, que de otra forma se acumularían en el cuerpo y se liberarían con la transpiración, la orina o el aliento.


Aquí es cuando se produce un olor muy fuerte y penetrante que en algunos casos puede parecerse al del pescado podrido.


"A esta enfermedad se la conoce como el síndrome del mal olor a pescado, pero en realidad la mayoría de las personas no producen este olor. Más bien tienden a oler a azufre o amoníaco, pero todo depende de lo que comas", cuenta Ellie James a la BBC.


Ellie adquirió este trastorno hace 14 años después de recibir un largo y extenso tratamiento con antibióticos que terminaron afectando las flavinmooxigenas.


"Puedo oler a un dulce muy intenso -como perfume barato- o a basura podrida, goma quemada, algún químico, así como a azufre o aguas residuales".


La trimetilamina es el resultado de la degradación bacteriana de algunos aminoácidos como la colina, "mi cuerpo no puede descomponerla en un compuesto neutro, sino en uno tóxico que huele". "Si evitas alimentos con un alto contenido de colina -o trimetilamina- puede ayudar mucho... pero no lo elimina".


La mayoría de la gente que sufre este trastorno admite que tiene mal olor casi todo el tiempo, esto no quiere decir que tengan la capacidad de detectarlo.


Antes de que Ellie James fuera diagnosticada, estaba en una situación francamente aterradora porque "no sabes por qué hueles y lo peor es que con frecuencia no me podía oler a mí misma".


Sus compañeros de trabajo le llevaban jabones y desodorantes. También tuvo problemas en el transporte público donde la atacaron verbalmente en reiteradas ocasiones