Gabriel Villa, de 90 años, y Christina Carta Villa, de 59, se casaron en 1994 en Estados Unidos. Si bien todo parecía amor y felicidad, a los cuatro meses el esposo viajó a República Dominicana para comenzar los trámites de divorcio.


Una vez allí, Gabriel contrató a unos abogados que falsamente representaron a su mujer y, bajo el argumento de que Christina era "insoportable", obtuvo la anulación de la unión con el objetivo de "proteger sus intereses económicos" y sacarla de su testamento.

El hombre continuó con su matrimonio como si nada hubiese pasado hasta que, 22 años después, Cristina recibió una carta de la oficina de impuestos donde notó que su nombre no figuraba. Las sospechas la llevaron a averiguar un poco más y descubrió que ya no era la esposa del hombre al que consideraba su marido.

Finalmente, la mujer demandó a Gabriel reclamándole el 50% de un departamento que tiene un valor de un millón de dólares y que su esposo quería dejarle a la hija de su primer matrimonio.