Sylvain tiene 35 años y casi todo su cuerpo tatuado, incluyendo los ojos, las encías y hasta la lengua.

Pero su pasión desenfrenada por la tinta en la que ya invirtió unos 57.000 euros y unas 460 horas sometiéndose a la aguja, no sólo lo convirtieron en el hombre más tatuado de Francia sino también en un profesor desocupado ya que ante las quejas de los padres de sus alumnos se quedó sin trabajo.

El hombre explica que puede entender los prejuicios de algunos padres pero que los que lo llegan a conocer mejor se dan cuenta de que es un maestro común, a pesar de su aspecto y asegura que sus pequeños alumnos nunca lo discriminaron y sólo uno o dos de los más de mil que pasaron por sus aulas le expresaron alguna vez que les daba miedo pero que luego de una charla lo entendieron.

Sylvain es también una estrella en convenciones de tatuajes y redes sociales y ha realizado pequeños papeles en películas y publicidades pero quiere volver a dar clases.