La idea la tuvo el joven Adam Smith, fundador de "Real Junk Food Profect Cafe", ubicado en Leeds, al norte de Inglaterra. En su pequeño local ofrece un menú de comidas preparadas exclusivamente con alimentos que, de no ser por él, irían a parar a la basura.


Para lograr su cometido tuvo que aliarse con los comercios locales, ya que estos le proporcionan productos caducados o a punto de hacerlo. Pero también aquellos que están mal etiquetados o que, por algún motivo, tienen que ser retirados -algunos por tener una forma poco agradable, por ejemplo). Sus clientes pagan lo que les parece la comida, y pueden hacerlo tanto en dinero como en servicios. "Quiero alimentar al mundo", dijo Adam.

Su hijo, de apenas dos años, lo acompaña en su búsqueda de comida y tareas de reciclaje que realiza con los voluntarios que lo ayudan. "No quiero que crezca en un mundo inconsciente", aclara. Acompañado de voluntarios, realiza tareas de reciclaje y clasificación de basuras por las que obtiene ingresos que reinvierte en su negocio.


"Hace cinco años vivía en las drogas. Viajar a Australia cambió mi vida, me di cuenta de que el mundo era mucho más grande. Me replanteé lo que estaba haciendo con mi vida. Necesitaba hacer algo bien, y cocinar no se me daba mal", apunta Smith. Un cambio que influyó en su vida, pero también en la del resto de personas que necesitan de sus servicios.