Cada vez que llega la primavera en la ciudad japonesa de Kawasaki, miles de personas se juntan para celebrar en el templo de Wakamiya Hachimangu, donde se encuentra un pene de acero de gran tamaño al que le rinden tributo.

La cita tiene su origen en el siglo XVII, cuando las prostitutas rezaban a los dioses para que el negocio les fuese bien y que las resguardase de enfermedades relacionadas con su oficio.

En la actualidad los japoneses piden a los dioses fertilidad durante esta fiesta, así como que nazca bien un hijo que está en camino o protección ante enfermedades de transmisión sexual. También hay festividades semejantes en otras partes del país.

Según cuenta la leyenda, la diosa original Izanami dio a luz al dios del fuego Kagutsuchi y sufrió graves quemaduras en el bajo vientre, tras lo cual fue cuidada por los dos dioses protectores de la fragua -de ahí el falo de metal-. Desde entonces, ellos dos son considerados también los protectores ante las enfermedades sexuales y favorecedores de los partos sanos.

Existen otras dos esculturas del miembro masculino, una de madera y otra rosada, que fue donado por los empleados de un club de travestis. La gente acompaña en la calle comiendo todo tipo de dulces con forma de pene, como también cotillón y souvenires con formas fálicas.