La polémica estrategia en Bogotá para combatir el acoso en el transporte público
"Las mujeres sentadas y los hombres de pie" esa es la postura del concejal de Bogotá Marco Fidel Ramírez que presentó un proyecto "paliativo" pero que no termina de resolver una problemática de fondo como lo es el acoso hacia las mujeres.
"Más mujeres sentadas, más mujeres seguras" es la fórmula, bastante simplista, que maneja el concejal de Bogotá, Marco Fidel Ramírez, que obliga a los hombres a cederle las sillas a las mujeres en los colectivos de TransMilenio; el transporte masivo de la capital colombiana.
Según el proyecto de Ramírez- aprobado en un primer debate en el Concejo- , si las mujeres viajan sentadas y los hombres de pie se reducirán los acosos sexuales. Inmediatamente surgieron diversas críticas por no apuntar a atacar el acoso de raíz, con mayor educación y concientización, sino por discriminar e incluso estigmatizar a todos los hombres como acosadores.
Diariamente en TransMilenio viajan cerca de 2 millones de personas y hasta ahora, las únicas que tienen preferencia para el uso de sillas especiales son las mujeres embarazadas además de los discapacitados, ancianos y niños. Actualmente "6 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de acoso mientras se desplazaba en transporte público en Bogotá".
Ramírez es un férreo opositor al aborto y a las decisiones progresistas a favor de la diversidad y asegura que su proyecto es la solución ante el acoso en el transporte público: “En la competencia por una silla se presentan agresiones y maltratos físicos hacia la mujer y en este ambiente de caos, se facilitan los manoseos y abusos a través de roces o fricciones, que son acosos sexuales. Es un hecho que diariamente, al menos un millón de mujeres que van de pie en los buses, están en inminente y continúo riesgo de ser víctimas de acoso sexual o hurto”.
Mar Candela, vocera del movimiento feminista artesanal, consideró que la medida es un error social, político y humanitario ya que “Queremos una ciudad donde las mujeres podamos estar en la calle con la tranquilidad de que nadie va a responsabilizarnos de ser víctimas sin importar nuestra ropa, la hora en que estemos en la calle, nuestra personalidad, si vamos de pie o sentadas en el transporte público o cualquier otra excusa para justificar la violencia machista”.
“A nosotras las feministas nos han acusado falsamente de odiar a los hombres. De suponer que todo hombre es un abusador, acosador y violador per se. Y cuando se postulan estas leyes se refuerza esa mentira”, subrayó Mar Candela.