Gary Herbert, gobernador de Utah, en el oeste de los Estados Unidos, firmó la ley que reinstala el pelotón de fusilamiento para ejecutar a presos condenados a muerte en caso de que no se disponga de la macabra inyección letal, que se usaba exclusivamente hasta ahora.

La legislatura estadual había relegado este método de ejecución en 2004, pero lo volvieron a aprobar hace dos semanas con el apoyo de las mayorías republicanas en el Senado y en la Cámara de Representantes.

Según argumentaron, la ley se aprueba a partir de la "crítica" falta de insumos para semejante tarea: escasea la inyección letal, por lo que en ocasiones debe suspenderse la ejecución de la sentencia.

"Cuando un juez firma una orden de ejecución, cumplirla es una obligación para el poder ejecutivo", dijo al respecto Marty Carpenter, portavoz de la gobernación.

El último fusilado en Utah fue Ronnie Lee Gardner, quien enfrentó un pelotón por propia decisión, el 18 de junio de 2010, al serle rechazada la petición de cadena perpetua.

En el civilizado territorio estadounidense se aplica la pena de muerte en 32 de los 50 estados que conforman el país del norte, utilizando como método de ejecución la inyección letal. En la gran mayoría de los casos, son negros y latinos las víctimas de este método de 'justicia'.