"Es conocido que al presidente ruso le gusta beber cerveza alemana y a veces existe la posibilidad de intercambiar. Yo he recibido alguna vez un buen pescado ahumado", aseguró la canciller alemana Angela Merkel para referirse a su relación- no siempre tan cordial- con Vladimir Putin. 

Fue durante sus años como espía, en la KGB, cuando el presidente ruso estuvo en Dresde, Alemania, y adecuó el gusto de su paladar a las fuertes cervezas teutonas. 

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Recientemente Putin contó, en una película sobre su persona, que "Angela me envía de vez en cuando un par de botellas de cerveza Radeberger"; una marca de una fábrica que está justamente en la ciudad de Dresde.