El "autor intelectual" del robo del siglo en Francia confesó su delito al creer que había prescrito
Jacques Cassandri pecó de vanidoso y rebeló que estuvo implicado en el robo a una sucursal del banco francés Société Générale, en Niza en 1976. Cuando lo contó creyó que ya no había posibilidad de ser juzgado, pero se equivocó.
Corría el año 1976 y la sociedad francesa fue testigo del robo de unos 46 millones de francos- unos 30 millones de euros actuales- del banco Société Générale a través de un cuidadoso y pensado túnel que conectaba la bóveda con las alcantarillas de la ciudad.
Los ladrones que pasaron a ser considerados los autores del "robo del siglo" incluso le dejaron un mensaje a las autoridades de ese entonces: “Sin armas, sin odio, sin violencia”.
El dinero no fue encontrado y el único miembro de la banda que había sido arrestado- Albert Spaggiari- logró escaparse saltando de una ventana. Si bien fue condenado a cadena perpetua en ausencia, murió una década más tarde sin haber pisado una prisión.
Pero esa vanidad del mensaje ante la hazaña del robo volvió a escucharse en las palabras de Jacques Cassandri que confesó ante la prensa ser uno de los cerebros del robo, creyendo que ya había prescrito. Sin embargo, ahora debe- 40 años después- comparecer ante la justicia.
En Francia, los delitos de blanqueo de dinero no tienen fecha de caducidad, y- hecha la ley, hecha la trampa- por lo que las autoridades decidieron que Cassandri es posible de ser juzgado.
Por otro lado, Jacques Peyrat, el antiguo abogado del primer inculpado, Spaggiari, considera que es probable que Cassandri perteneciera a la banda, pero duda que sea el "cerebro".
Aunque se presentó ante el juez como un simple “jubilado”, Jacques Cassandri, de 74 años, es un delincuente conocido en el entorno mafioso de Marsella, donde se le conoce por el sobrenombre de El Rapado y ya fue detenido con anterioridad por narcotráfico y extorsión.
Según el diario Nice Matin, el hombre ha acabado reconociendo su participación en el atraco, pero asegura que solo recibió una parte ínfima, dos millones de francos, del botín, y que se los gastó rápidamente. Sin embargo, el juez de instrucción “no le creyó ni una palabra”. Porque en 1976, Cassandri, que no tenía un duro y no había trabajado jamás, “acabó a la cabeza de un patrimonio considerable constituido por numerosos negocios y bienes inmuebles, explotados a través de su familia y sus allegados”, señala la investigación.
. En cualquier caso, de ser hallado culpable, Cassandri afronta una pena de hasta diez años de cárcel.