Jonathan contestaba preguntas de una de las conductoras de un programa de la TV chilena y en una de sus respuestas confesó que le había sido infiel a su novia. Lo que no sabía era que ella lo estaba monitoreando –literalmente– en vivo y en directo.

María no aguantó la confesión y entre abandonar ese juego de perversión psicológica (recálquese: los reality son para perversos) o tomar venganza, eligió esto último y el pobre Jony recibió un par de fuertes cachetazos.

Todo terminó de modo imprevisto, de manera histriónica. Digno de una tragedia de Shakespeare...