Los ricos no piden permiso
Luciano Castro y Juana Viale, en una tremenda escena caliente
La lujuria desenfrenada poseyó al personaje de Juanita y lo que empezó con unos masajes en los pies, terminó en un fogoso encuentro sexual y la infidelidad.
El contexto es un típico triángulo novelero: el personaje de Castro tira el anzuelo con una bebida y unos masajes, mientras que Juanita -en disputa con la pareja del galán- se deja llevar por la situación y se abalanza sobre su amante.
Todo es muy romántico y caliente, pero enseguida los encuentra la tercera: antes de terminar con lo que habían empezado, la culpa y la tristeza interrumpen los deseos. Un culebrón bastante repetido.
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