La “felicidad” es aquello que todos buscan, que algunos creen no encontrar jamás, y que otros lo hacen aunque a su manera. “Nadie puede decirte cómo ni donde ser feliz”, es más o menos lo que encierra “Terapia en Broadway”, una de las tantas películas que se estrenaron este jueves.

Una historia sencilla, centrada en una joven actriz y prostituta, cuya vida tendrá un giro cuando conoce a un director de Broadway, con quien pasará una noche antes de, sin saberlo, presentarse a audicionar para un papel en su obra de teatro. A partir de este nuevo encuentro, comenzarán las complicaciones entre amores no correspondidos, engaños, confusiones, algunos ex, y demás.

Se trata de una típica comedia de enredos amorosos y de todo tipo, con momentos desopilantes. Todo tiene que ver con todo, y todos tienen que ver con todos en este film, y allí radicará su atractivo y lo que hará mantener la diversión. Humor y enredos, contados por la lente del director Peter Bogdanovich, quien narra la historia a partir de un gran flashback, y le agrega esas típicas situaciones teatrales, donde alguien entra, otro sale; se abren puertas, se cierran.

Los atractivos del trabajo del cineasta, que hacía un buen rato que no entraba en actividad, no se quedan solo en el recurso del tiempo. Cuanta todo como si se tratara de un recuerdo revelado en una gran entrevista, pero además concreta un guión sólido, que ayuda al lucimiento del completo elenco, otro de los aciertos del film.

Así, la película se apoya en las muy buenas interpretaciones de los protagonistas, sumando algunos cameos muy interesantes. Cada actor logra un personaje que enamora, desde Imogen Poots, quien sorprende con una contundente actuación, hasta Owen Wilson, muy bien en su rol. Genial lo de Kathryn Hahn, y muy bueno lo de Jennifer Aniston, en un papel más secundario.

Por momentos, y salvando las distancias, “Terapia en Broadway” tiene algunos elementos que recuerdan a las clásicas comedias de Woody Allen. En este caso, no es más que una divertida película para pasar un rato, aunque no defrauda. Maneja muy bien el humor y esas secuencias de enredos y confusiones muy entretenidas.

¿Hay que verla? Es ideal para olvidarse de todo por un rato, relajarse y pasar un grato momento en una sala de cine. “Terapia en Broadway” no es una gema, pero entretiene y mantiene al espectador con una sonrisa cómplice durante toda la película.